💠 Capítulo 22 💠

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(Narra Massimo)

Cerrar la puerta del coche tras ella fue como sellar un pacto no dicho, una promesa de que lo que estaba a punto de suceder no tenía marcha atrás. Me senté en el asiento del conductor y giré la cabeza para mirarla, para realmente mirarla. La luz tenue de las farolas apenas iluminaba su rostro, pero lo suficiente para que pudiera ver el destello en sus ojos. Había algo en su mirada que me desarmaba por completo, una mezcla de deseo, nervios y una confianza inquebrantable que me volvía loco.

Nunca había experimentado tanta adrenalina antes. Había tenido situaciones emocionantes, claro, pero todo siempre había estado demasiado fácil, demasiado predecible. Pero con Barbi... era diferente. Sentía una mezcla de emociones que me sobrecogían: adrenalina, miedo, nervios, y por encima de todo, un deseo abrumador. Sabía que ella sentía lo mismo, podía verlo en la manera en que me miraba, en cómo sus labios se separaban ligeramente como si estuviera a punto de decir algo pero no encontrara las palabras. Y sabía que ella podía ver lo mismo en mí.

Me incliné un poco hacia ella, sin romper el contacto visual, y con una voz cargada de intención, le pregunté:

—¿Quieres que nos vayamos de aquí? —Le di la opción, aunque en realidad, ambos sabíamos cuál sería la respuesta.

Barbi asintió sin apartar la mirada, sus ojos llenos de anticipación. Sabía que estábamos jugando con fuego, pero eso solo hacía que todo fuera aún más excitante.

—¿Te gusta la velocidad? —le pregunté, un leve desafío en mi tono.

Ella frunció ligeramente el ceño, pero había una sonrisa jugando en sus labios. Sabía que estaba tratando de entender a qué me refería, pero también sabía que estaba disfrutando del juego.

—¿En qué sentido? —respondió, su voz llena de seducción, como si estuviera dispuesta a aceptar cualquier respuesta que le diera.

Sonreí, satisfecho con su reacción, y me incliné un poco más hacia ella.

—En todos los sentidos —respondí, dejando claro que no hablaba solo de la velocidad del coche.

Podía ver cómo mi respuesta la sorprendía, pero no de una manera negativa. Barbi no era una chica fácil de impresionar, y eso me encantaba. Siempre había sido una chica activa en la intimidad, pero nunca había encontrado a alguien que pudiera seguirle el ritmo... hasta ahora. Yo lo sabía, y ella lo sabía.

—Me gusta experimentar cosas nuevas... —dijo finalmente, con un tono que dejaba en claro que estaba lista para lo que viniera.

Arranqué el coche y dirigí hacia la autovía que subía a los Altos de Marbella, un lugar que conocía bien. Era un mirador que no estaba muy transitado, perfecto para lo que tenía en mente. Mientras aceleraba por la carretera, no podía dejar de mirar a Barbi, cómo se mordía el labio inferior, cómo su respiración se aceleraba un poco.

—¿Te gusta la velocidad? —le pregunté de nuevo, aumentando la velocidad mientras nos acercábamos a la carretera abierta.

—Sí... —respondió, aunque había una duda en su voz que me hizo sonreír.

—¿Estás segura? —insistí, sin dejar de acelerar. La velocidad límite en esa carretera era de 120, pero a mí eso me daba igual. En poco tiempo, estábamos yendo a 150.

Barbi me miró, y pude ver la mezcla de emoción y miedo en sus ojos, pero lo que me dijo a continuación me hizo desearla aún más.

—No estoy segura de nada, pero contigo... estoy segura de todo.

Mi pie presionó el acelerador con más fuerza, sintiendo cómo la velocidad se traducía en una sensación de libertad absoluta. El motor rugía bajo nosotros mientras la carretera se deslizaba bajo las ruedas, y no pude evitar una sonrisa. Estaba llevándola al límite, pero ella estaba disfrutando cada segundo.

No podrás olvidarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora