💠 Capítulo 10 💠

34 21 77
                                        

(Narra Barbi)

La noche había sido interminable. Tras el encuentro con Ruslan, nos dirigimos a casa de Paola, intentando digerir lo que había sucedido. Sabíamos que estábamos en problemas, pero la magnitud de lo que había ocurrido apenas comenzaba a hundirse en nuestras mentes. Nos quedamos en el salón de Paola, hablando en susurros, tratando de encontrar una solución, pero el miedo y el cansancio nos superaron. Finalmente, decidimos que lo mejor sería dormir unas horas, aunque sabíamos que no lograríamos descansar mucho.

Dormimos todas en la habitación de Paola, acurrucadas como si el estar cerca pudiera ofrecernos alguna seguridad. Pero el sueño fue inquieto, interrumpido por pesadillas y vueltas en la cama. Las horas pasaron lentamente, y sentí como si apenas hubiera cerrado los ojos cuando el sonido de un teléfono nos despertó.

Era el móvil de Martina, vibrando insistentemente en el salón. Nos levantamos con los ojos aún pesados y nos miramos sin decir nada. Martina se levantó de la cama con rapidez, frotándose los ojos mientras se dirigía al salón para coger la llamada. Cuando volvió, nos dijo que era su madre.

—Tengo que irme —dijo, tratando de reprimir un bostezo—. Tenemos una comida familiar hoy.

Asentimos, sabiendo que Martina no tenía muchas opciones cuando se trataba de su familia. Su relación con ellos siempre había sido complicada, y aunque a veces parecía que tenía su vida bajo control, sabíamos que había cosas que nunca compartía con nosotras.

Martina se metió en el baño para prepararse, dejando su móvil en el sofá. No era nuestra intención espiar, pero cuando su móvil comenzó a vibrar de nuevo, las tres no pudimos evitar notar algo curioso. Un contacto guardado como "E" le estaba enviando mensajes, y el teléfono no paraba de vibrar.

—¿Quién será E? —murmuró Clara, inclinándose un poco para ver mejor el móvil.

—No lo sé, pero parece importante —dije, intentando parecer despreocupada, aunque la curiosidad me corroía.

No podíamos ver el contenido de los mensajes porque el móvil estaba bloqueado, pero la cantidad de notificaciones que llegaban me hizo pensar que algo más estaba ocurriendo en la vida de Martina, algo que no nos había contado.

Cuando Martina salió del baño, con el cabello aún mojado y atando los cordones de sus zapatillas, notó que estábamos mirando su móvil.

—¿Quién es E? —le pregunté, intentando sonar casual—. Si es un chico, ya nos puedes ir contando, ¿no?

Martina se puso tensa de inmediato. La expresión en su rostro cambió de sorpresa a nerviosismo en un instante, y casi podía sentir cómo trataba de buscar una excusa.

—Es... sí, es un chico —dijo, levantando el móvil rápidamente y apagando la pantalla—. Pero no es nada importante, no os lo he contado porque apenas estamos hablando.

Pero su tono no era convincente, y todas lo notamos. Había algo que no quería que supiéramos, y su apresurada despedida lo confirmaba.

—Chicas, tengo que irme —dijo, con una sonrisa forzada—. Ya os contaré más tarde, ¿vale? Disculpadme, pero si llego tarde, mi madre me matará.

Nos miramos entre nosotras, sabiendo que no era el momento para insistir, aunque la situación dejaba un mal sabor de boca.

Cuando Martina salió por la puerta, nos quedamos en silencio por un momento, procesando lo que acababa de pasar.

—¿No os ha parecido que estaba rara? —pregunté finalmente, rompiendo el silencio.

—Sí, pero... —Clara comenzó, pero se detuvo—. Quizá simplemente no estaba lista para contárnoslo.

No podrás olvidarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora