💠 Capítulo 29 💠

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(Narra Barbi)

Sentí cómo la claridad invadía mis párpados cerrados y me desperté de golpe al escuchar el sonido de golpes suaves en la puerta. Mi madre estaba llamando.

—Barbi, cariño, ¿estás despierta? —preguntó mi madre con su tono habitual de dulzura.

Me incorporé rápidamente, mi corazón latiendo desbocado por la posibilidad de que mi madre descubriera a Massimo en mi habitación. Pero cuando miré a mi lado, mi corazón se detuvo un segundo: la cama estaba vacía. Massimo no estaba.

Un torrente de pensamientos se arremolinó en mi mente. ¿Por qué se había ido sin decirme nada? ¿Había descubierto algo sobre su padre que lo había asustado? ¿Había estado jugando conmigo todo este tiempo? La inseguridad y el miedo se apoderaron de mí, llenando mi mente de posibilidades sombrías.

—Barbi, ¿estás bien? —insistió mi madre desde el otro lado de la puerta.

—Sí, mamá, estoy bien. Solo estaba durmiendo —respondí, tratando de mantener la voz firme.

—Bien, solo quería recordarte que esta tarde tendremos una comida con los socios de tu padre. Así que asegúrate de estar lista a tiempo.

—Claro, mamá. Gracias por recordármelo.

Escuché sus pasos alejándose por el pasillo y solté un suspiro de alivio. Me levanté de la cama, aún con el corazón acelerado, y comencé a prepararme para el día. Mientras ordenaba mis cosas, mis ojos se posaron en el escritorio y vi una nota escrita con la caligrafía inconfundible de Massimo.

"Tenía que irme temprano porque mi padre me llamó. No quise despertarte porque estabas demasiado bonita durmiendo. M"

Al leer esas palabras, sentí cómo un peso se levantaba de mis hombros. La nota era simple, pero suficiente para calmar mis miedos. Le envié un mensaje a Massimo.

"Me habría gustado darte los buenos días en persona."

Aunque aún no recibía respuesta, el hecho de que me hubiera dejado una nota me reconfortó. Continué preparándome, eligiendo cuidadosamente mi ropa para la comida. Opté por un vestido de verano ligero, perfecto para el clima cálido de Marbella. Mientras me maquillaba, mi hermano Carlos entró en el baño y cerró la puerta tras de sí.

—Barbi, tenemos que hablar —dijo en un tono serio.

—¿Qué pasa, Carlos? —pregunté, girándome hacia él.

—He visto a alguien salir de tu habitación esta mañana. Era Massimo, ¿no?

Intenté hacerme la desentendida, pero Carlos levantó una ceja y me miró con insistencia.

—Mira, sé que era él. Así que dime, ¿qué está pasando?

Suspiré, sabiendo que no tenía sentido ocultárselo.

—Está bien, sí, era Massimo. Nos hemos estado viendo y... bueno, nos hemos acercado bastante.

Carlos me miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.

—¿Te gusta de verdad, Barbi? Solo quiero asegurarme de que estés bien.

Le conté a grandes rasgos lo que había pasado, dejando fuera los detalles más sensibles sobre el padre de Massimo. Al enseñarle la nota que Massimo me había dejado, vi cómo la preocupación en su rostro se desvanecía un poco.

—Parece que se preocupa por ti. Solo ten cuidado, ¿vale?

—Lo haré, Carlos. Gracias por preocuparte.

Después de nuestra conversación, me sentí un poco más tranquila. Terminé de arreglarme y nos dirigimos al restaurante Da Bruno con mis padres y Carlos. El restaurante, situado en el paseo marítimo de Marbella, era elegante y acogedor, perfecto para una comida familiar. Llegamos antes que la familia de Massimo y nos acomodamos en nuestra mesa.

Después de unos minutos, mientras esperábamos a los demás, sentí la necesidad de ir al baño. Me excusé y caminé hacia el baño, disfrutando del ligero frescor del aire acondicionado. Mientras me lavaba las manos, la puerta se abrió y entró Massimo. Me abrazó por detrás, y su susurro me hizo sonreír.

—Parece que estoy empezando a cogerle el gusto a entrar en baños de chicas —bromeó.

Me giré, al principio un poco molesta.

—No me has contestado al mensaje —dije, intentando sonar seria.

—He estado ocupado, lo siento —respondió, su mirada fija en la mía.

—Normalmente, cuando alguien duerme conmigo, se queda hasta que me despierto —repliqué, un poco a la defensiva.

Massimo explicó que su padre lo había llamado y tuvo que irse rápido para no levantar sospechas. Me contó que nunca dormía con nadie y que me vio tan tranquila que no quiso despertarme. Me dio un beso en la mejilla antes de irse, aunque yo no me había dado cuenta.

—Me habría encantado despertar contigo —confesó, acercándose más.

—No me hagas la pelota —le dije, sonriendo, mientras me hacía la difícil.

La tensión entre nosotros era palpable. Cuando intentó acercarse, jugué un poco, esquivándolo. Pero él no lo permitió, me atrajo hacia él con determinación.

—¿Me vas a negar un beso? ¿De verdad no te mueres por besarme? —susurró, sus labios rozando los míos.

Intenté resistirme, pero mi voluntad flaqueó. Nuestros labios se encontraron en un beso lleno de pasión, un beso que borró todas mis dudas y miedos. Nos separamos, nuestras miradas llenas de promesas silenciosas.

Volvimos a la mesa, y durante toda la comida, nos mirábamos de reojo, conscientes de la tensión que existía por lo que sabíamos de su padre. Le mandé un mensaje a Paola para hablar sobre lo que había pasado, pero ella no respondió, lo cual me preocupó.

Después de la comida, decidí ir a buscar a Paola. Le pedí a Massimo que me acompañara, y nos dirigimos a su casa. Pero cuando llegamos, Paola no estaba. Nos quedamos frente a su puerta, con un sentimiento de inquietud creciendo en nuestro interior.

—¿Dónde estará? —murmuré, preocupada.

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Comentario de la autora: Agradezco todo el apoyo que me dais con vuestros votos y comentarios, son muy importantes para mí porque me ayudan a mejorar, ¡gracias! 🩵

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