Ellie corría a toda velocidad por las calles desiertas. Sus pasos eran rápidos, casi imperceptibles, sus sentidos agudos detectando cada sonido, cada sombra en la distancia. El viento frío golpeaba su rostro, pero Ellie apenas lo siente. Está impulsada por una mezcla de miedo y desesperación, sabiendo que cada segundo cuenta. Su amigo Peter ha sido secuestrado, y aunque ya es una vampira, la incertidumbre y la culpa la consumen.
Finalmente llegó al bloque de pisos donde vivía con Amanda. Subió rápidamente las escaleras y se paró en la puerta de la casa.
Empujó la puerta y entró en la casa, el crujido de las bisagras resonando en el silencio. Pero en cuanto cruzó el umbral, un escalofrío recorrió su espina dorsal. Algo estaba mal. El aire estaba denso, cargado con un olor que despertó una alarma en su interior. Caminó lentamente por el pasillo oscuro hacia la sala de estar, su mente preparada para cualquier cosa, menos para lo que vio. Allí, en el suelo, yacía Amanda. Su rostro estaba congelado en una expresión de sorpresa y terror. Ellie se detuvo en seco, su respiración entrecortada. Amanda estaba muerta, le habían cortado el cuello.
Por un momento, el mundo pareció detenerse. Aunque odiaba a Amanda, la visión de su cuerpo inerte la llenó de un extraño vacío, una sensación de irrealidad que la dejó sin palabras.
Entonces, lo siente: una presencia extraña, un olor ajeno que se mezcla con el de la sangre. Se da vuelta rápidamente. En la penumbra de la sala de estar, un hombre estaba sentado tranquilamente en una de las sillas, esperándola. Es uno de los secuestradores, un tipo robusto y de aspecto peligroso, con una cicatriz que atraviesa su mejilla izquierda. Ellie se tensó, lista para atacar, pero el hombre levanta una mano en un gesto de paz, como si supiera que ella no lo lastimaría todavía.
-Tu amigo Peter... está esperándote. Y si quieres que siga con vida, harás exactamente lo que te digo -dijo el hombre con una voz rasposa.
Ellie lo mira con odio, su cuerpo temblando de furia contenida.
-¿Dónde está Peter? -demandó, su voz baja pero cargada de amenaza.
El hombre sonríe con una mueca torcida.
-Te llevaré con él, pero no intentes nada estúpido, el jefe te quiere para él solito y no querrás que Peter piense que lo has abandonado.
Aunque su instinto la impulsa a lanzarse sobre él, su mente racional le recuerda que Peter está en peligro, y que ella es su única esperanza. Debe ser inteligente, aunque eso signifique seguirle el juego a este hombre.
-Está bien -respondió Ellie, calmando al monstruo que amenazaba dentro de ella- Llévame con él.
Sin más opción, Ellie siguió al hombre fuera de la casa. Este le abrió la puerta de un coche de color negro con las lunas tintadas. Mientras Ellie entraba en el coche el hombre se relamía los labios viendo lo hermosa que era aquella chica tonta. Antes de que cerrara la puerta Ellie se fijó que el sol estaba a punto de ponerse y una pequeña esperanza surgió en ella.
Cordelia...
Al llegar al almacén, Ellie fue empujada al interior, donde la oscuridad solo se veía interrumpida por luces parpadeantes que apenas lograban iluminar el espacio sombrío. La arrojaron bruscamente, maniatándola a una silla frente a su amigo Peter, quien tenía el rostro magullado y una expresión de desesperación que la golpeó como un puñetazo en el estómago. Al verla, Peter intentó hablar, pero su voz quedó ahogada por la tensión y el miedo, mientras el líder de los traficantes, un hombre alto y corpulento, se acercaba con un arma en la mano, una sonrisa cruel deformando su rostro.
-Así que, aquí está la pequeña rata - dijo el líder con una sonrisa cruel -¿Pensabas que podías delatar a nuestro jefe a la policía y salirte con la tuya, eh?
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Somos la noche.
VampireEllie es una joven ladrona que un día es perseguida por una inspectora poco convencional con la que compartirá más que una persecución. Esa misma noche, Ellie se encuentra con la mujer que la susurra en sueños. Pero los sueños pueden tornarse en pes...