La cafetería estaba ubicada en una esquina tranquila, lejos del bullicio del centro de la ciudad. Era un lugar discreto, con luces tenues que iluminaban cálidamente el interior a través de los grandes ventanales. Ellie y Lena entraron en silencio, cruzando miradas con los pocos clientes que estaban allí. Ellie notó cómo las miradas de algunos se detenían brevemente en ellas.
Eligieron una mesa en el fondo, apartada de las ventanas y más cercana a la penumbra del local. Lena se sentó frente a Ellie, y por un momento, ambas se quedaron en silencio, observándose mutuamente. La tensión entre ellas era palpable, una mezcla de curiosidad, desconfianza y algo más profundo, algo que ninguna de las dos parecía dispuesta a reconocer abiertamente.
-¿Sabes? -dijo Lena rompiendo el silencio, con un tono casual, pero cargado de intención.-. Esta cafetería hace el mejor capuchino de la ciudad, pero si prefieres otra cosa, podemos pedirlo.
Ellie desvió la mirada hacia el menú que estaba en la mesa.
-El capuchino es mi favorito-respondió Ellie.
Lena sonrió ante la sinceridad de Ellie. Lena asintió, y cuando el camarero se acercó, pidió dos cafés sin más complicaciones.
Deja de sonreír así...
El silencio volvió a asentarse entre ellas, pero esta vez era más cómodo, menos cargado de incertidumbre. Ellie observó a Lena mientras esperaban los cafés, notando detalles que antes había pasado por alto. Había una fuerza tranquila en la forma en que Lena se movía, una confianza que Ellie encontraba intrigante.
Lena observaba a Ellie con una intensidad que empezaba a volverse casi palpable. Había algo en ella que no encajaba con la imagen que Lena había construido de la joven en su mente. Era como si Ellie estuviera rodeada por un velo invisible, algo que la hacía diferente, y Lena no podía evitar intentar descifrar qué era.
-Hay algo distinto en ti -dijo Lena, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellas. Su voz era tranquila, pero en su mirada había una mezcla de curiosidad y preocupación-. No es solo que hayas cambiado de ropa. Es tu piel... tu manera de moverte... incluso tu mirada.
No se le escapa una.
Ellie intentó mantener su expresión neutral, pero sintió un leve escalofrío recorrer su espalda. Sabía que Lena era perspicaz, pero no había anticipado que la inspectora se daría cuenta de esos cambios tan sutiles. No podía permitir que Lena se acercara demasiado, que viera más de lo que podía mostrar.
El camarero apareció con los capuchinos salvando a Ellie.
-No sé de qué hablas -respondió Ellie, su voz un poco más fría de lo que pretendía. Quería cortar el tema, alejar cualquier sospecha que Lena pudiera tener.
Pero Lena no se dejó intimidar. Inclinándose un poco más hacia Ellie, dejó su taza sobre la mesa, y la observó con detenimiento, como si pudiera desvelar el misterio simplemente mirando más de cerca.
-Claro que lo sabes -replicó Lena, sin apartar la mirada-. Lo noto en la forma en que te mueves ahora, como si hubieras dejado atrás algo o a alguien. Pero en tus ojos, Ellie... en tus ojos aún puedo ver a la ladrona bravucona y valiente que tanto me atrajo en aquel puente.
-¿Por qué te interesa tanto? -preguntó Ellie, casi con desesperación, esperando que una respuesta directa pudiera hacer que Lena se apartara.
Lena se detuvo un momento, mirando su taza como si estuviera considerando sus palabras con cuidado, antes de volver a fijar sus ojos en Ellie.
-Porque no puedes evitarlo -dijo Lena, su voz baja, casi un susurro-. No puedes evitar atraer a la gente, aunque no lo desees. Y ahora, por alguna razón que no entiendo del todo, me siento atraída por lo que no sé de ti. Quiero descubrirlo, Ellie. Quiero descubrirte.
ESTÁS LEYENDO
Somos la noche.
VampiroEllie es una joven ladrona que un día es perseguida por una inspectora poco convencional con la que compartirá más que una persecución. Esa misma noche, Ellie se encuentra con la mujer que la susurra en sueños. Pero los sueños pueden tornarse en pes...