Después de degustar la exquisita cena, las cuatro vampiras decidieron dar por terminada la cena. Ellie observaba cómo Cordelia, Eva y Alice se despedían del dueño del restaurante, Pierre, que las trataba con un respeto reverencial. Hubo un intercambio de palabras educadas, sonrisas discretas y una inclinación de cabeza que confirmaba la vieja relación que mantenían con el lugar.
Al salir del restaurante, Ellie pensó que la noche estaba llegando a su fin y que probablemente regresarían a la mansión. Sin embargo, mientras se acercaban a los coches, Alice se giró hacia ella con una sonrisa traviesa.
-¿Crees que la noche termina aquí? -le dijo, sus ojos brillando con emoción-. Apenas está empezando, Ellie.
Ellie sintió un cosquilleo de emoción y curiosidad, mientras se montaba en el Mustang. Encendió el motor, disfrutando nuevamente del rugido grave que emitía el coche, y se preparó para seguir a las demás vampiras hacia un destino desconocido.
Los coches avanzaron en fila, con Ellie esta vez siguiendo de cerca a Cordelia. Se alejaron del centro de la ciudad, entrando en una zona más tranquila y oscura. Pronto, llegaron a un recinto rodeado por altos muros de piedra, que proyectaban sombras ominosas bajo la luz de la luna. Cordelia detuvo su Pagani frente a unas enormes puertas de metal custodiadas por dos hombres corpulentos. Estos, al reconocer a Cordelia, se hicieron a un lado sin decir una palabra, permitiendo que las puertas se abrieran lentamente.
Ellie sintió un escalofrío de anticipación mientras seguía a Cordelia por un largo camino bordeado de setos altos y bien cuidados. Finalmente, el camino se ensanchó, y se encontraron en una gran explanada iluminada por farolas antiguas. Los coches se alinearon frente a un majestuoso edificio del que emanaba música y el sonido de gente vitoreando.
¿Esta gente no va a sitios de pobres?
-¿Qué es este lugar? -preguntó Ellie, bajando del coche, pero no recibió una respuesta inmediata.
Alice, con una sonrisa juguetona, bajó de su Maserati y se acercó a ella, cogiéndola del brazo con un entusiasmo contagioso.
-Vamos, tienes que verlo para entenderlo -dijo, guiando a Ellie hacia la entrada del edificio.
Las cuatro vampiras entraron en el lugar, y Ellie quedó impresionada por lo que vio. El interior era una mezcla fascinante de discoteca y sala de apuestas, decorado con luces de neón y detalles lujosos. A su alrededor, notó que la mayoría de los presentes eran vampiros. Algunos estaban bailando en la pista central, otros bebían de copas elegantes, mientras que unos cuantos más se encontraban en rincones oscuros, intimando y bebiendo directamente de sus parejas.
Lo que más llamó la atención de Ellie, sin embargo, fue la multitud que se agolpaba frente a un gran balcón, animando y vitoreando algo que estaba ocurriendo más abajo. Mientras avanzaban por la sala, Ellie notó que todas las miradas se dirigían hacia ellas, en especial hacia Cordelia, que caminaba con una elegancia y seguridad que parecían hipnotizar a los demás.
En un momento dado, una mujer alta y hermosa se cruzó en su camino y le guiñó un ojo a Cordelia. Ellie sintió un gruñido bajo y primitivo en su interior, pero se relajó al ver que Cordelia no le prestaba atención a la mujer, como si no fuera más que una sombra pasajera en su camino.
Finalmente, llegaron al balcón, donde Ellie pudo ver lo que todos estaban observando. Abajo, se extendía lo que parecía ser una pequeña ciudad fantasma, una recreación perfecta de un antiguo pueblo abandonado. Ellie observó la escena con atención, preguntándose qué podría ser tan emocionante como para captar toda la atención de la multitud.
-¿Qué es lo que animan? -preguntó Ellie, girándose hacia Cordelia, que se había colocado a su izquierda, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo.
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Somos la noche.
VampiroEllie es una joven ladrona que un día es perseguida por una inspectora poco convencional con la que compartirá más que una persecución. Esa misma noche, Ellie se encuentra con la mujer que la susurra en sueños. Pero los sueños pueden tornarse en pes...