La oscuridad había cubierto por completo la mansión, y en el exterior, el aire nocturno estaba cargado de una tranquilidad engañosa. Ellie y Peter se encontraban en un amplio patio rodeado de columnas antiguas, sus cuerpos listos para un entrenamiento que prometía desafiar tanto sus habilidades físicas como su fortaleza mental. Eva y Alice los aguardaban, sus rostros serios y enfocados bajo la tenue luz de las antorchas que adornaban el lugar. El patio, con sus losas de piedra y rodeado de un denso jardín, se convertía en el escenario de un combate donde la preparación era la clave para la supervivencia.
-Bien, -comenzó Eva, su tono firme-Ellie, tú y yo, vamos a centrarnos en lo que realmente significa luchar contra otros vampiros. Y Peter, tú también empezarás a entrenar, con Alice. No es solo una opción; es una necesidad si quieres sobrevivir en este mundo.
Peter asintió, sus nervios claramente presentes, pero con ganas. No era ajeno a la vida dura, pero esto era algo completamente nuevo: enfrentarse físicamente a criaturas que podían matarlo en un abrir y cerrar de ojos.
Eva dirigió su atención a Ellie. Esta recordaba su último entrenamiento con Cordelia, una experiencia que había sido más un baile sensual que un combate real. Los cuerpos de ambas se habían rozado en una danza provocativa, donde la tensión y la atracción se entrelazaban con cada movimiento. Pero Eva no era Cordelia. Y este entrenamiento no tendría nada de ese erotismo latente. Aquí, no había espacio para sutilezas o romanticismo.
-Empezaremos sin armas -dijo mientras tomaba una postura de combate-. Quiero ver cómo te desenvuelves en un combate cuerpo a cuerpo real.
Ellie también adoptó una postura defensiva, preparada para lo que estaba por venir. Pero lo que no esperaba era la brutalidad con la que Eva se lanzó hacia ella. Los golpes de Eva eran directos, precisos, y no había la más mínima intención de contenerse. A diferencia del entrenamiento con Cordelia, donde cada roce había sido una caricia disfrazada de ataque, con Eva no había espacio para la suavidad. Cada golpe era un recordatorio de que en una verdadera batalla, el dolor era inevitable, y aprender a manejarlo era esencial.
Eva no se cortaba al golpear a Ellie, cada impacto era fuerte y sólido, diseñado para que Ellie sintiera el dolor, para que comprendiera que en una pelea real, la fuerza y la brutalidad son tan importantes como la técnica.
-Tienes fuerza, pero necesitas precisión -dijo Eva, justo después de que su puño impactara en el abdomen de Ellie, haciéndola retroceder. La respiración de Ellie se aceleró por el dolor, pero en lugar de quejarse, se concentró aún más.
Eva continuó, sin darle tregua. Ellie esquivó un golpe hacia su rostro, pero Eva fue rápida, girando sobre su eje y lanzando una patada que impactó en la pierna de Ellie, obligándola a perder el equilibrio y caer al duro suelo.
Ouch...eso dolió.
-Concéntrate, Ellie -le gritó Eva mientras lanzaba una patada hacia su costado, que Ellie apenas pudo bloquear a tiempo-. Los vampiros son rápidos y fuertes, pero también tienen puntos débiles. Cabeza, corazón, articulaciones. Si puedes acertar en esos puntos, ganarás ventaja.
Ellie se levantó rápidamente, asimilando cada lección mientras lanzaba un ataque hacia Eva, quien lo bloqueó fácilmente.
Ellie trató de seguir el ritmo, esquivando y bloqueando lo mejor que podía. Pero Eva era implacable. No le daba tregua, obligándola a mejorar, a pensar y reaccionar con más rapidez. Cada vez que Ellie cometía un error, recibía un golpe en consecuencia, y Eva no mostraba piedad.
-¡Más rápido! -ordenó Eva, golpeando nuevamente, esta vez en el muslo de Ellie, haciéndola tambalearse-. No te distraigas. Cada segundo que pierdes pensando es una oportunidad para que tu enemigo te mate.
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Somos la noche.
VampirEllie es una joven ladrona que un día es perseguida por una inspectora poco convencional con la que compartirá más que una persecución. Esa misma noche, Ellie se encuentra con la mujer que la susurra en sueños. Pero los sueños pueden tornarse en pes...