Ellie salió de su habitación completamente renovada después de aquel baño tan placentero.
Caminó por los pasillos de la mansión, siguiendo el murmullo de voces que se filtraba a través de las paredes, y que ahora, gracias a sus sentidos agudizados, podía distinguir con claridad. Al llegar a la sala, vio a Cordelia, Eva y Alice reunidas cerca de la chimenea. La habitación estaba iluminada por el cálido resplandor del fuego.
Cordelia estaba de pie, con los ojos fijos en el fuego, su expresión era serena, pero su postura irradiaba autoridad. Eva, por otro lado, estaba acurrucada en una butaca, absorta en la lectura de un libro grueso que descansaba en su regazo. Alice, como era costumbre, no podía estar quieta, moviéndose por la habitación con esa energía que parecía no agotarse nunca, lanzando comentarios y sonrisas a Eva, tratando de distraerla.
Cuando Ellie dio un paso hacia adelante, Cordelia fue la primera en percatarse de su presencia. Se giró lentamente, y sus ojos se encontraron con los de Ellie. Un destello de diversión y algo más -una emoción que hizo que el corazón de Ellie se acelerara- cruzó por el rostro de la vampira mayor.
¿Por qué cada vez que Cordelia me mira así siento como si me estuviera derritiendo... literalmente?
-¡Ellie! -exclamó Alice con su acostumbrada efusividad, sonriendo ampliamente-. ¡Ven aquí, no seas tímida! Esta es tu casa ahora. Estábamos hablando de lo que pasó anoche.
Ellie se esforzó por mantener la compostura mientras se acercaba, aunque el recuerdo de la provocación de Cordelia en el baño aún rondaba por su mente. Sentía el rubor subir a sus mejillas, y sus ojos evitaban instintivamente la mirada de Cordelia. Quería concentrarse en otra cosa, cualquier cosa.
-¿Cómo se encuentra Peter? - preguntó Ellie, intentando enfocarse en la conversación mientras el calor en su rostro persistía.
Eva levantó la vista de su libro, mostrando una mezcla de orgullo y cansancio. Llevaba el pelo de un negro intenso recogido en un moño y sus ojos verdes reflejaron una frialdad que contrastaba con la ligereza del entorno. -El chico está bien. Alice y yo lo atendimos después de sacarlo del almacén. Está en estado de shock, pero está a salvo.
-Puede quedarse aquí todo el tiempo que necesite -añadió Cordelia, su tono suave pero con un trasfondo de poder-. Sé que es importante para ti.
El alivio que sintió Ellie fue palpable. Soltó el aliento que sin darse cuenta había estado conteniendo, y sus hombros se relajaron.
-Si te concentras -continuó Eva, volviendo a su libro, pero sin perder la severidad en su voz-, puedes escuchar su latido constante desde aquí. Es hora de que empieces a explorar tus nuevas habilidades.
Ellie lo hizo, cerró los ojos y se concentró. La noche había agudizado sus sentidos, y su nueva naturaleza vampírica le permitía percibir detalles que antes le habrían pasado desapercibidos. Su respiración se volvió más lenta y profunda mientras intentaba sintonizar con el sonido más tenue en la mansión.
Concentró su oído en el murmullo del aire, la suave vibración del edificio y, finalmente, en el latido de un corazón. A medida que ajustaba su percepción, comenzó a distinguir el ritmo relajado y constante del corazón de Peter. Era un sonido tranquilo y sereno. El latido se hizo más claro, y Ellie sintió un profundo alivio al saber que su amigo estaba a salvo.
Cuando abrió los ojos, se encontró con la mirada aprobatoria de Eva. Asintió, sintiéndose más segura. Se dirigió al sofá que estaba frente al fuego y se sentó.
-No sé cómo agradecerles lo suficiente -dijo Ellie, su voz cargada de sincera gratitud. -Realmente no sé qué habría hecho si no hubieran llegado a tiempo. Peter y yo estamos vivos gracias a ustedes.
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Somos la noche.
VampireEllie es una joven ladrona que un día es perseguida por una inspectora poco convencional con la que compartirá más que una persecución. Esa misma noche, Ellie se encuentra con la mujer que la susurra en sueños. Pero los sueños pueden tornarse en pes...