En una sala oscura, apenas iluminada por el parpadeo de unas velas, Corvo permanecía de pie, con las manos apoyadas en el respaldo de una silla de madera. Sus dedos tamborileaban ligeramente, un gesto que delataba su impaciencia. Frente a él, dos figuras ocultas en las sombras lo observaban con una presencia que emanaba amenaza. La tensión en el aire era palpable, como si el peso de sus miradas pudiera aplastar a cualquiera que se atreviera a vacilar.
Corvo tragó saliva, un raro signo de nerviosismo que no dejaba ver su usual compostura. Aunque sabía lo que iba a decir, era consciente de que cada palabra sería medida, analizada. No podía permitirse ningún error.
-Me encontré con Cordelia y sus dos fieles perras anoche -empezó, su voz reverberando en la sala como el eco de una tormenta que se aproxima-. Nada nuevo en ellas, siguen con su arrogancia de siempre, creyéndose invulnerables. Pero... -su voz bajó un poco, como si estuviera compartiendo un secreto- había algo, o mejor dicho, alguien nuevo con ellas.
Las sombras no se movieron, pero la atmósfera en la sala se volvió más densa, como si esperaran con una expectativa cargada de peligros.
-Una chica joven, una belleza intrigante -continuó Corvo, sus palabras impregnadas de una malsana curiosidad-. No había visto a nadie como ella antes. Cordelia intentó ocultarla tras su habitual fachada de frialdad, pero sus reacciones... Ah, sus reacciones la delataron. Esta chica significa algo para ella.
Una de las sombras se inclinó ligeramente hacia adelante, y aunque no se podía ver su rostro, la sensación de una fría e imponente mirada cayó sobre Corvo como un peso. La voz que emergió de las sombras era profunda, cada palabra resonando como una sentencia.
-¿Y qué hace a esta chica tan especial?
Corvo dudó solo un segundo, lo suficiente para que la presión en la sala aumentara.
-Es difícil de decir por ahora -admitió Corvo, su mirada fija en un punto indefinido de la sala-. Pero hay algo en ella, una presencia... una fuerza que aún no he logrado descifrar. Ella... tiene un aire que me recuerda a alguien. Alguien del pasado. Sea lo que sea, no es una coincidencia que esté con Cordelia.
La segunda sombra, cuya presencia era aún más amenazante, dejó escapar un sonido bajo, como una sonrisa, antes de hablar con una voz curiosa.
-Cordelia no comete errores. Si esta chica está con ella, es por una razón. ¿Es una amenaza? -la pregunta fue más una advertencia que una simple consulta.
-Podría serlo -respondió con cautela-. Si mis sospechas son correctas, podría ser un problema... o una ventaja, si jugamos bien nuestras cartas. En cualquier caso, debemos estar alerta. Cordelia no es la única que puede sacar partido de una nueva pieza en el tablero.
Las sombras se mantuvieron en silencio, pero la presión en la habitación aumentó. Corvo sintió el peso de sus expectativas, como si cada una de sus palabras fuera una promesa que debía cumplir.
-Observaremos a esta chica de cerca -dictaminó la primera sombra, su voz tan afilada como un cuchillo-. No permitiremos que Cordelia gane terreno sin que lo sepamos.
La segunda sombra, añadió con una voz emocionada:
-Si resulta ser una amenaza, la eliminaremos. No dudaremos.
Corvo asintió, sabiendo que cualquier respuesta debía ser cuidadosamente medida.
-Por supuesto -respondió, la promesa implícita en sus palabras-. No dejaré que se convierta en un problema.
Las sombras se retiraron lentamente, su presencia disminuyendo pero dejando una huella indeleble en la mente de Corvo. Sabía que el margen de error era inexistente, y que cualquier fallo sería castigado sin piedad.
ESTÁS LEYENDO
Somos la noche.
VampireEllie es una joven ladrona que un día es perseguida por una inspectora poco convencional con la que compartirá más que una persecución. Esa misma noche, Ellie se encuentra con la mujer que la susurra en sueños. Pero los sueños pueden tornarse en pes...