Capítulo 9 Pasado

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Vale eso no me lo esperaba...

-Soy hija de un vampiro y una humana...-dije intentando asimilarlo.

-Eres hija de uno de los vampiros Antiguos más poderosos, Callum Sobeck y de la humana más valiente, buena y desinteresada que he conocido, Helena Allen.

-¿Y qué pasó?¿Por qué me abandonaron? ¿No me querían?

-Mi niña claro que te querían, todos te queríamos, era algo extraordinario, ni siquiera lloraste en el parto, y en cuanto estuviste en los brazos de tu madre sonreíste y todos caímos rendidos a ti.

-Espera, ¿tú estabas ahí?- no me hacía a la idea que la mujer que tenía enfrente había estado en mi nacimiento.

-Así es, tu padre y yo asistimos a tu madre en el parto, no sabíamos que iba a ocurrir, pero todo salió bien. Nunca había visto a dos personas tan felices, y nunca olvidaré cuando te acuné en mis brazos y vi tus ojos por primera vez. Supe que estaría ligada a ti para siempre. Durante un tiempo todo fue felicidad en nuestras vidas, crecías como un bebé normal, humana, no había rastro vampírico en ti. Nosotros velamos tus noches de sueño y tu velabas nuestros días con tus risas.

Noté como las lágrimas habían empezado a correr por mis mejillas. Tenía unos padres, una familia que me quería y cuidaba de mi. Cordelia me cogió ambas manos.

-Pero como todo en la vida, tiene un final. No pudimos ocultar tu existencia mucho tiempo al Consejo de los Antiguos. Y aprovechando la envidia y el odio que ciertos miembros tenían a tu padre, atacaron a nuestro clan. Lo hicieron de día aprovechando que dormíamos todos menos tu madre y tú, y que tu padre se encontraba fuera atendiendo unos asuntos del clan. Mandaron a lacayos humanos para raptarte. Recuerdo ese día porque algo en sueños me alertó, algo no iba bien. Salí de mis aposentos y olí la sangre de tu madre, llegué a tu habitación y vi a tu madre en el suelo inmovil al lado de dos de los lacayos, había luchado como la guerrera que era y había muerto protegiendo lo que más amaba. Quedaban tres lacayos más, uno estaba a punto de cogerte en brazos y a los otros les escuchaba fuera. Al que estaba contigo le degollé antes de que pudiera moverse. Tú estabas en tu cuna llorando, era la primera vez que te escuchaba llorar. Pero en cuanto te cogí en brazos paraste y me sonreíste como siempre hacías. Los otros dos entraron a la habitación, me dijeron que estaba en desventaja porque era de día y que te querían viva. Iba a dejarte en la cuna para enseñarles la desventaja que tenía cuando hicieron algo que no me esperaba, dispararon, pero no a mí, al ventanal, en cuanto entró el primer rayo de sol supe que iba a morir y te acuné pidiéndote que me perdonaras por fallarte.- Cordelia paro de hablar mientras seguía acariciando mis manos, pero con la mirada perdida en sus recuerdos.

-Pero estás aquí, así que no moriste, ¿qué pasó? no pares ahora.-le dije impaciente.

Volvió de sus recuerdos y me sonrío.

-Por primera vez en siglos la luz del sol volvía a bañar mi piel, tanto yo como ellos nos quedamos atónitos porque no me había convertido en polvo. Te miré y lo supe, eras tú, tú estabas obrando ese milagro. El asombro de los lacayos dió paso al miedo cuando se dieron cuenta que su vida había acabado ahí mismo. Sin soltarte agarré a uno de ellos y lo último que escuchó fue el sonido de su cuello quebrándose. El segundo disparó, me giré para protegerte, pero en un parpadeo su cuerpo chocó contra la pared y su corazón estaba en mi mano. Mi vista estaba teñida de rojo, quería seguir haciendo sufrir a los que habían hecho daño a tu madre y habían intentado separarte de mi, pero tu sonrisa de nuevo me devolvió el juicio. Rodeada de muerte y tú estabas sonriendo como si nada, realmente fascinante.

-¿Yo hice eso?¿Como?

-Buena pregunta Ellie, en aquel entonces no teníamos idea alguna de cómo había pasado. Te acuné en el balcón disfrutando del regalo del sol hasta que llegó la noche. Fue un duro golpe la muerte de tu madre, todos estábamos destrozados, pero al que más quebró fue a tu padre. En cuanto supo del ataque regresó a la casa, aún recuerdo sus gritos de dolor al haber perdido el amor de su vida. Tú eras lo único que le mantenía cuerdo. Comprobamos tu don y efectivamente, cualquier vampiro que estuviera en contacto contigo de día era inmune al sol. Tú otorgabas lo que cualquier vampiro más deseaba, volver a caminar bajo el sol y eso era algo muy codiciado. El día del ataque, en mi embriagada estupidez por tu regalo, no me percaté que había otro lacayo que presenció tu milagro y que consiguió huir e informar a sus amos. Una miembro del Consejo, una de las más Antiguas vino a avisarnos de que se había corrido la voz de tu habilidad, y de que cualquier vampiro lo querría para sí. Nos dijo que sí que había un precedente parecido, hacía siglos un vampiro indeseable buscaba lo que tus padres habían conseguido sin buscarlo, descendencia, lo intentó con muchas pobres humanas y finalmente una se quedó embarazada, dió a luz a un niño, pero parecía humano. Decepcionado, experimentó con él, y una noche le dió su sangre, a la mañana siguiente el niño era un neófito, pero lo sorprendente es que la luz del sol no le hacía nada, el primer y único vampiro que caminaba bajo el sol. Lamentablemente ese niño no era más que el resultado del monstruo de su padre y como tal resultó ser uno peor, masacró a una aldea entera y el Consejo acabó dándole caza y sacrificando al pobre niño. Nunca se volvió a intentar tal cosa y si se intentó nunca dió resultado hasta que tu padre y tu madre se enamoraron.

Somos la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora