18

27 2 0
                                    

Alex

Salgo del gimnasio como cada mañana y voy al vestuario, me doy una ducha rápida antes de ponerme el uniforme del equipo y cojo mi bolsa para ir a esperar al resto del equipo en las gradas. Paso por delante de las clases vacías, porque es demasiado pronto, del pasillo que hay frente a las grandes puertas del campo de vóley, o yo pensaba que estaban vacías, porque de la última se escucha una melodía que atrapa. Con cautela me acerco y me asomo a la clase de ballet, como no, tenía que ser ella quien estuviese aquí a primera hora de la mañana ensayando. Creo que nunca he visto a nadie tomarse algo tan enserio, ni si quiera yo con el Voleibol, y eso que es a lo que me quiero dedicar desde niño.

Me apoyo en el marco de la puerta sin hacer ruido, no quiero interrumpirla, llevo observándola desde que es una niña, en todas las fiestas siempre era la primera en ponerse a bailar cuando empezaba a sonar la música, lo lleva en la sangre, se podría decir hasta que es innato, jamás me he fijado tanto en alguien como lo he hecho con ella desde que la vi en la primera gala. Tendríamos unos 11 años y vi a mi hermana mayor sentada en una silla observando un punto fijo, me acerqué a preguntarle y ella me pidió que me callara mientras me señalaba a una niña que no paraba de girar y girar sin perder el equilibrio en ningún momento. Me quedé igual de fascinado que mi hermana, y recuerdo desde ese día verla bailar en cada gala a la que asistíamos, pero nunca me atreví a hablarle, la admiraba tanto que creí no merecerla, así que cuando hace unas semanas tuve la oportunidad decidí no desperdiciarla.

Su cuerpo se sigue moviendo con la misma facilidad que hace años, con una delicadeza y una elegancia que sería imposible imitar, la veo hacer pasos imposibles y cuando está en mitad de unos giros se detiene en seco y por un segundo temo que vaya a caer de nuevo al suelo. Pero no lo hace, sino que me mira a través del reflejo del espejo sonriendo y puedo darme cuenta de cómo algunos mechones se le han quedado pegados en la frente por el sudor, no quiero ni imaginar la de horas que llevará aquí ya.

- Podría estar viéndote bailar durante horas y seguiría igual de fascinado – no me responde, solo se ríe sin moverse del sitio, por lo que me lo tomo como una invitación y entro en la clase.

Dejo la bolsa en el suelo y sigo acercándome a ella hasta quedar justo detrás de su cuerpo, su respiración está agitada a causa de los giros que estaba dando. Mi mano acaricia su cuello con cautela y ella se inclina un poco cerrando los ojos, soy bastante más alto que ella, por lo que tengo unas vistas increíbles de su escote, me muerdo el labio fascinado y excitado mientras mi mano recorre su brazo con los dedos, provocando que se le ponga la piel de gallina y un escalofrío le recorra el cuerpo.

- Alex, no deberías hacer eso... - su voz, que pretende ser autoritaria, le sale en un susurro que más bien parece una petición para que no deje de tocarla – ya sabes lo que pasa cuando estamos solos, y aquí podrían pillarnos...

- Creo que no tengo muy claro que es lo que pasa cuando estamos solos, ¿podrías explicármelo? – susurro la pregunta contra su cuello besándola, mi mano va a su cadera para darle la vuelta y la obligo a caminar hacia atrás hasta quedar pegada contra el espejo, nuestras respiraciones se entremezclan y debo contenerme con todas mis fuerzas para no arrancarle la ropa de una puta vez y hacerla mía - ¿y ahora que harás?

- Decirte que tienes las manos en el lugar equivocado – me dice con la voz cargada de deseo mientras coge mis manos y las lleva a su culo, veo como se muerde el labio mientras la lujuria se escapa de sus ojos y se acerca más a mí, está tentando demasiado a la suerte, la apego a mi cuerpo y rozo su nariz con la mía - ¿piensas ceder en algún momento y besarme?

- ¿y tú? – niego con la cabeza y ella se ríe, pienso hacer que sea ella quien me bese – en ese caso esto se está poniendo interesante... 

-Sigo creyendo que tu cederás primero - me susurra cerca de mis labios y debo hacer uso de todo mi control mental para no darle la razón y besarla de una vez por todas.

Entre RedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora