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Abigail

Me aseguro de que Alex no se hace daño al saltar por la ventana y lo miro triste mientras se aleja, no me gusta que nos hayan cortado el rollo, mucho menos con lo bien que parecía ir la cosa, tenemos mucha química sexual y eso me gusta; cuesta encontrar a alguien con quien sentirse tan cómodo. Pero Abril no puede enterarse de esto por nada del mundo, me mataría, me diría de todo y me odiaría, no puedo permitirme perder a mi mejor amiga por algo que no se ni a dónde puede llevarme.

- Abigail Waldorf, o me abres la puerta o te juro que la tiro abajo – me grita desesperada desde el otro lado de la puerta – venga, que esto pesa

Termino de estirar las sábanas y me acerco a la puerta para abrirla y ver a mi mejor amiga cargada con dos pizzas, paquetes de papas de varios sabores y dos botes de helado. Me rio al verla y le cojo cosas antes de dejarla pasar, entra como si fuese su propia casa y tras dejar las cosas sobre la encimera de la pequeña cocina se gira a mirarme, con los brazos en jarras y dando pequeños golpecitos con el pie. Verla en esa pose tan autoritaria me hace recordar a mi madre cuando era pequeña y venia para reñirme por alguna travesura que se me había ocurrido hacer en ese momento.

- ¿Se puede saber porque tenías la puerta cerrada con llave? Nunca la tienes cerrada, ¿Qué narices estabas haciendo? – ahora se cruza de brazos mirándome seria y me pongo algo nerviosa, algo que hay que saber de mi es que no se mentir, se me da fatal, y las pocas veces que lo he conseguido es porque he ensayado antes lo que debo decir unas mil veces, pero ahora... ha pasado tan rápido que ni si quiera he pensado en que iba a decirle, y eso que ya me veía yo venir este interrogatorio – estoy esperando una respuesta.

- Pareces mi madre Abril – le digo intentando restarle importancia al asunto y caminando hacia la comida, pero ella me mira insistente y le suelto la única cosa que sé que puede creerme – bueno, si de verdad quieres saberlo pues te lo digo, pero después no vale decirme nada al respecto – con un gesto de la mano me indica que siga hablando – me estaba tocando ¿vale?

- Que asco Abby – me responde poniendo una cara de disgusto y me rio, al menos esto ha colado, no es que me sienta bien mintiéndole, pero tengo que encontrar el momento y la forma de contarle lo que ha pasado con Alex, no es algo que haya buscado, simplemente ha sucedido y punto.

- Te he avisado, pero tú eras la que quería saberlo todo – le digo levantando las manos antes de coger las cosas y ponerlas sobre la mesita que hay delante del sofá y encendiendo la tele – si Madame Clarisse viese toda esta comida se moriría aquí mismo, hoy se la ha liado a Maya por comerse una barrita de proteínas antes de clase.

- Esa mujer está loca, siempre lo he dicho – me responde cogiendo un trozo de pizza mientras me roba el mando para elegir una película – nunca me ha caído bien, puede que tenga muchos conocimientos sobre la danza, pero si sigue machacándoos de esa manera y nadie se queja... algún día sucederá una desgracia y será culpa suya.

- Ya sucedió un año, pero no fue muy grave y lo taparon un poco, una bailarina se desmayó en mitad de una audición, estaba siendo preparada por Madame Clarisse, creyeron que era por los nervios, pues la bailarina tenía miedo de ir contra la profesora, pero después descubrieron que le había restringido mucho la dieta, que estaba más delgada de lo que debería y la tuvieron que internar en un centro de rehabilitación durante 6 meses hasta que recuperó su peso normal, pero todo fue por culpa de Clarisse, le metió en la cabeza que si estaba tan gorda no la iban a querer en ninguna compañía.

- Lo que yo te decía, que esa mujer está completamente loca – insiste y asiento, tiene toda la razón, y creo que si sigue dando clase es porque tiene dinero y muy buenos abogados que la ayudaron a tapar todo el escándalo, pero esa historia se la conoce toda la universidad.

- Lo peor de todo es que esa bailarina era su sobrina, si eso se lo hizo a alguien de su familia, imagínate lo mucho que le podemos importar nosotros – le digo bajando la cabeza al recordar lo que he visto hoy en el vestuario con Maya – y lo peor es que no podemos hacer nada.

- ¿No podéis denunciar? – me mira levantando una ceja y niego con la cabeza - ¿por qué no?

- Quien debe denunciar es alguien que esté sufriendo a manos de ella, se necesitan pruebas de lo que hace, y por desgracia nadie tiene pruebas, y muchísimo menos quieren ir contra Madame Clarisse, hay más de un alumno que sé que tienen trastornos alimenticios en clase, pero nadie quiere hablar, ni si quiera lo reconocen.

- ¿Y si hablásemos con todos ellos al mismo tiempo? Tal vez podamos convencerlos de que todos hablen a la vez y tomar represalias contra ella – me dice convencida, sé que quiere ayudar y yo también, pero no sé si es buena idea – por intentarlo no perdemos nada.

- ¿Crees que estarían dispuestos a arriesgar su estabilidad en esta universidad por denunciarla? Pueden perder su beca o su plaza aquí y arruinar su futuro si esto sale mal Abril, por mucho que se unan creo que ninguno sabemos hasta donde es capaz de llegar Madame Clarisse por conservar su puesto de trabajo – admito bajando la cabeza, harta de este tema – intentare hablar con alguien a ver si estuviese dispuesto, pero no sé qué decirte la verdad, aunque si fuera por mí, lo haría...

- Yo también lo haría – concuerda conmigo y me coge la mano dándome un apretón – vale, creo que esto se ha puesto demasiado serio, ¿hacemos otra cosa?

- ¿Te quedas a dormir? – asiente señalando la bolsa que ha traído y me rio – en ese caso, propongo un skincare, pizza y maratón de la casa del dragón.

- Me parece el plan perfecto – se levanta yendo al pequeño tocador con un lavamanos pequeño que hay al lado de una pequeña cocina para coger todas las mascarillas y cremas antes de volver a mi lado para empezar a ponernolas.

Puede que no tenga ducha propia, pero tuve suerte de encontrar una residencia donde las habitaciones son tan completas, tengo baño propio, una pequeña cocina con lo básico, una habitación donde me cabe la cama grande cerca de la ventana, y un sofá con una mesa de centro y una tele, es como un pequeño apartamento que no tengo que compartir con nadie. Es lo que más me gustó a parte de la seguridad, podía escoger entre vivir sola o tener compañera de habitación, y obviamente escogí vivir sola, de esta manera tengo más libertad de hacer lo que quiero sin dar explicaciones a nadie, y con la ventaja de que mi mejor amiga puede venir siempre que quiera a quedarse conmigo.

Me pasa el pincel por la cara, extendiéndome la masa verde por las mejillas y la frente mientras disfruto de lo fresca que es la mascarilla, junto con ese delicioso olor a aguacate. Cuando termina me pasa el pincel y hago lo mismo por su cara, cuando abre los ojos y me mira ambas estallamos en risas, siempre nos pasa igual, acabamos riéndonos como locas al vernos las caras pringosas. Cuando conseguimos calmarnos cogemos el mando de la tele y ponemos la serie desde el principio, nos acomodamos en el sofá y la vemos hasta que hay que quitarse la masa de la cara. Seguido nos ponemos las lociones y cremas por la cara y ya nos tiramos al sofá a comernos las pizzas y el helado hasta que a ambas se nos cierran los ojos.

- Es tarde y mañana me gustaría levantarme pronto e ir a entrenar y ensayar, tengo la competición dentro de poco – asiente entendiéndolo y vamos a la cama, quitamos todos los cojines y nos metemos entre las sábanas – buenas noches Abril.

- Buenas noches, Abby – me responde con su voz somnolienta, y en cuestión de segundos siento que caigo en los brazos de Morfeo.

Entre RedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora