Seis Años Después/especial

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Seis años habían pasado y el hogar Thanawim Kittiphop estaba lleno de risas, amor y juguetes esparcidos por todas partes, mientras Siriporn, su hija, jugaba con energía en el jardín, como un rayo de sol brillante en un día despejado.

La pequeña había crecido y se había convertido en una niña curiosa y llena de vida, siempre haciendo preguntas sobre el mundo que la rodeaba. Su cabello lacio caía como un río dorado alrededor de su rostro, y sus brillantes ojos ámbar, herencia de su padre, reflejaban una inocente maravilla que iluminaba a todos los que la rodeaban. Cuando sonreía, el mundo parecía un lugar aún más bello.

Aquel día, Winny y Satang estaban organizando una pequeña fiesta de cumpleaños para Siriporn, quien cumplía seis años. El salón rebosaba de alegría, decorado con globos de colores que danzaban suavemente y una gran pancarta que decía “¡Feliz Cumpleaños, Siriporn!”, un recordatorio de lo feliz que era su pequeña familia.

—¿Te gustaría ayudarme a decorar la torta, amor? —preguntó Winny, mientras sacaba ingredientes y utensilios de la alacena, su voz llena de dulzura.

—¡Sí, papá! —respondió Siriporn con un entusiasmo contagioso, corriendo hacia él—. Quiero que tenga muchos colores y chispas.

Mientras ellos dos se ocupaban de la torta, Satang se dedicó al jardín, ajustando con cariño los versos que había escrito para la celebración. Su corazón, que alguna vez había sido un lugar inseguro, ahora estaba lleno de amor y propósito.

—Papá, ¿puedes ayudarme a hacer estrellas de chispas? —preguntó Siriporn, mirándolo con esos ojos que siempre parecían estar llenos de preguntas y sueños.

—Por supuesto, pequeña —sonrió Winny, con ternura—. Pero prométeme que no comerás todas las chispas antes de que llegue la fiesta.

La risa de Siriporn llenó la cocina, un sonido que era música para sus oídos mientras decía que sí. El aroma de la torta horneándose se entrelazaba con el ritmo alegre de la música de fondo, creando una atmósfera de amor y unión. Todo estaba listo para celebrar no solo un cumpleaños, sino también la magia de ser familia.

Seis años habían pasado desde aquellos momentos difíciles para Satang; sin embargo, ya no valía la pena recordar el pasado, pues el presente era un hermoso tesoro que habían creado juntos.

Winny y Satang, alfa y omega, junto a su pequeña niña omega de seis años, eran sin duda una familia que se amaba en las buenas y en las malas. La conexión entre ellos era un lazo irrompible, y el calor que emanaba de su hogar era un reflejo del amor que se profesaban.

Winny había sido un apoyo constante para Satang, fortaleciendo su confianza y ayudándolo a superar viejos traumas. Ahora, ya no se sentía como el omega inseguro de antes, sino como un padre orgulloso, que abrazaba su papel con amor y fortaleza.

La hora de la fiesta llegó, y la atmósfera estaba cargada de alegría y emoción mientras todos se reunían alrededor de la mesa para cantar “Feliz Cumpleaños” a Siriporn. Con una sonrisa amplia que iluminaba su rostro, la pequeña apagó las velas de su torta llena de chispas brillantes, sus ojos reflejando una felicidad pura y sincera en ese momento tan especial.

A medida que la noche avanzaba, los amigos y familiares comenzaron a irse, dejando atrás abrazos afectuosos y buenos deseos. La celebración había sido un verdadero éxito, y el hogar aún vibraba con esas dulces memorias que quedaban grabadas para siempre en sus corazones.

Cuando la última luz se apagó y el bullicio se desvaneció, Satang decidió que era el momento de llevar a Siriporn a la cama. La llevó a su habitación, donde la acostó arropándola con cariño y dulzura.

—¿Sabes, pequeña? —le susurró mientras ella se acomodaba, su voz llena de ternura.—Cada día eres más maravillosa. Te amo tanto, hija.

—Yo también te amo, papá —respondió ella, ya con los ojos medio cerrados, sintiéndose segura y amada.

Después de asegurarse de que su pequeña estaba cómoda, Satang salió y encontró a Winny en la sala, disfrutando de un momento de tranquilidad. La relación entre ambos había florecido a lo largo de los años, un amor que había crecido como un árbol robusto y lleno de vida.

—¿Cómo estuvo la fiesta? —preguntó Winny, sonriendo al verlo, sus ojos brillando con amor al recordar los momentos juntos.

—Fue perfecta —respondió Satang, acercándose a él con una mirada sincera. — todo estuvo increíble, pero la mejor parte fue ver a nuestra hija sonreír.

El ambiente era íntimo y sereno, y Satang sintió que era el momento adecuado de compartir un secreto que había estado guardando, un nuevo sueño que estaban a punto de emprender juntos.

—Winny… hay algo más que quiero que sepas —comenzó, tomando aire, mientras las palabras danzaban en su interior.— Seremos padres nuevamente.

Winny lo miró con sorpresa y una inmensa alegría, el brillo en sus ojos reflejando una emoción que lo llenaba todo.

—¿De verdad? —preguntó, el corazón latiendo con fuerza en su pecho.

—Sí —dijo Satang, sintiendo la certeza en su pecho—. Estoy listo para aventurarme en esto de nuevo contigo. Mientras estemos juntos, sé que podemos enfrentar cualquier desafío que venga.

—Eso suena maravilloso —respondió Winny, abrazándolo fuertemente, sintiendo cómo su amor se multiplicaba—. Confío en que seremos unos padres aún mejores. Este amor que tenemos es capaz de crecer de maneras que nunca imaginamos.

Y así, en medio de un hogar lleno de risas, amor y sueños, el corazón de Satang y Winny se unió en un nuevo propósito. A pesar de las dificultades del pasado, miraban hacia el futuro con optimismo y amor, sabiendo que cada nuevo capítulo sería una aventura única por descubrir.

La familia Thanawim Kittiphop, reforzada por el amor, la confianza y un profundo vínculo, demostraba que no solo el tiempo, sino también las experiencias compartidas, forjan la verdadera fortaleza de un hogar. De esta forma, cada día se convertía en una oportunidad para amar, crecer y crear, recordando que la vida, incluso con sus desafíos, siempre estaba llena de posibilidades y nuevas bendiciones.

After the rain, there is sun || WinnysatangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora