Me encontraba en la cocina, luchando con la sartén mientras intentaba hacerle unos pancakes a Will. Se lo había prometido ayer, y aunque no soy precisamente una chef, estaba decidida a cumplir mi palabra. La verdad, cocinar nunca ha sido lo mío, pero por mi primo querido, estaba dispuesta a intentarlo. Después de lo que me pareció una eternidad, finalmente logré terminar los pancakes, aunque la cocina parecía un campo de batalla.
—¡Will, la comida está lista! — grité desde la cocina, esperando que la frustración que sentía no se notara en mi voz. No pasó ni un segundo antes de que Will apareciera, corriendo hacia mí con una sonrisa en la cara, aunque esa sonrisa pronto se transformó en una mirada confundida.
—¿Te demoraste 40 minutos en cocinar unos simples pancakes?— preguntó Will, con un tono sarcástico que me hizo sentir una punzada de ofensa. Allí estaba yo, esforzándome por hacerle algo especial, y él se atreve a criticar el tiempo que me tomé.
—A ver, princesita, para tu información, no creo que me haya demorado tanto, y se agradece— respondí, sintiendo cómo la molestia se apoderaba de mí. Tomé un plato y me serví mis pancakes mientras Will hacía lo mismo, sacando el jugo de naranja de la nevera con una tranquilidad que solo él podía tener.
Nos sentamos juntos a la mesa y comenzamos a comer en silencio. Después de un rato, decidí romper el hielo.
—Will, si mi tía pregunta, necesito que sepas que en unas horas voy a la casa de Natalia— solté sin más.
—¿Ah sí? ¿Para qué? — preguntó Will, sin apartar la vista de su plato.
—Voy a ver a mis amigas— respondí, aunque la verdad era más complicada que eso. Will levantó la mirada, claramente confundido.
—Qué raro, porque tú deberías ir allá, ¿no deberían ser ellas las que vengan acá? — dijo, y su comentario me dejó pensando.
—¿A qué te refieres? — pregunté, sintiendo una extraña incomodidad en el pecho.
—Pues tú has estado mal todas estas semanas, y si yo fuera tu amiga, por lo menos me dignaría a visitarte— dijo Will, y aunque no quería admitirlo, tenía razón. Había estado alejándome de todos, ignorando mensajes, y evitando cualquier tipo de contacto. Si una amiga mía hubiera hecho lo mismo, yo habría ido a su casa para saber cómo se sentía. Pero tal vez ellas pensaron que necesitaba espacio, y quizás tenían razón. Aunque, en el fondo, no podía evitar sentir que algo se había roto entre nosotras, y me aterraba no saber si podría arreglarlo.
—No sé, Will— respondí con un tono seco, intentando evitar que la conversación se alargara. No quería empezar una discusión con él, no ahora. Ya habíamos tenido suficientes conflictos, y no estaba de humor para añadir otro a la lista. Terminé mi desayuno en silencio, sintiendo la tensión en el aire, y luego me levanté para dirigirme a mi cuarto. Necesitaba una ducha larga para despejar mi mente.
El agua caliente cayó sobre mi cuerpo, cada gota parecía llevarse un poco del estrés acumulado. Era un momento de paz, un breve escape de la realidad. Cuando terminé de bañarme, me envolví en una toalla y fui a mi armario, buscando qué ponerme. El día parecía frío, así que opté por un suéter de manga larga, un abrigo y unos jeans acampanados. Me peiné con cuidado y me puse un poco de maquillaje, intentando ocultar el cansancio que sentía.
Salí de la casa con una única misión en mente: encontrar algo que me permitiera escapar, aunque solo fuera por un rato. Antes de ir a la casa de Natalia, decidí hacer una parada en la librería de Forks. Necesitaba perderme en un buen libro, algo que me ayudara a olvidar la creciente sensación de vacío que se estaba formando en mi pecho.
Me dirigí al garaje, donde la moto de mi tío me esperaba. Era mi tesoro, aunque técnicamente no era mía, para mí, Francesca era perfecta, y sí, le había dado un nombre. Monté la moto, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir. Encendí el motor, y el rugido de Francesca me dio la fuerza que necesitaba. Salí disparada hacia mi destino, la librería de Forks.
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¡¿Acaso él es mi impronta?! - Embry Call
Fanfiction𝐒𝐨𝐲 𝐥𝐞𝐬𝐥𝐢𝐞 𝐜𝐚𝐧𝐨, 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚 𝐧𝐨𝐫𝐦𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝟏𝟔 𝐚ñ𝐨𝐬. 𝐃𝐞𝐬𝐩𝐮é𝐬 𝐝𝐞 𝐚ñ𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐞𝐧 𝐅𝐥𝐨𝐫𝐢𝐝𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐦𝐢 𝐦𝐚𝐝𝐫𝐞, 𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐢𝐧𝐜𝐨𝐧𝐯𝐞𝐧𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐦𝐞 𝐡𝐢𝐜𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐫𝐞𝐠𝐫𝐞𝐬𝐚𝐫 𝐚 𝐞...