La noche anterior había sido uno de los peores días de mi vida. Dejé atrás muchas cosas, y una de ellas fue la última chispa de esperanza de reconciliarme con Embry. Ahora estaba cien por ciento segura de que cualquier posibilidad de relación con él se había desmoronado. Aunque el universo nos hubiera unido de alguna forma, él siempre sería lo mismo: un mentiroso, un traidor. Ni loca lo iba a perdonar. Si alguna vez pensé en un 2% de posibilidad de hacerlo, ahora estaba en menos cero. Estaba harta, harta de ser herida por idiotas como él. Y sentía que mi loba, mi parte más feroz y primitiva, estaba de acuerdo conmigo. No soportaría más.
Eran las siete de la mañana cuando escuché unos ruidos en la sala. Alerta de inmediato, me levanté con cautela, asegurándome de no despertar a nadie, y abrí lentamente la puerta de mi habitación. Ahí estaban Jared, Paul y Sam, enfrascados en una conversación que parecía importante. Me acerqué lo suficiente para escuchar.
—Ustedes dos van a vigilar el bosque. Más tarde hablaré con Jacob para que se encargue de las entradas al pueblo. No podemos dejar que Victoria pase de nuevo —dijo Sam con voz firme. Jared asintió, pero luego planteó una pregunta que captó mi atención.
—¿Y qué haremos con Leslie? —preguntó Jared.
¿Están hablando de mí? Sentí una mezcla de curiosidad y desconcierto.
—¿A qué te refieres? —respondió Sam.
—Digo, esa chica es una bruja nata. Debería estar cuidando la reserva con nosotros. Ella es la más fuerte de todos.
¿Yo? ¿La más fuerte? Eso me dejó helada. Toda mi vida me había considerado una debilucha. Pero... últimamente, mi cuerpo había cambiado, como si algo nuevo despertara en mí. Me quedé procesando eso cuando Sam respondió.
—Todo a su debido tiempo. Todavía no es su momento. Necesita más entrenamiento y, sobre todo, debemos encontrar ese maldito libro de una vez —dijo Sam en un tono grave.
Sentí un escalofrío. ¿Un libro? ¿Qué libro? ¿Y por qué era tan importante? Mientras Sam continuaba dando instrucciones, los chicos salieron de la casa, dejándolo a él solo, sentado en el sofá, sumido en sus pensamientos. Observé su semblante serio, su postura imponente. ¿Qué estaría pasando por su mente? Sin embargo, mis pensamientos se detuvieron en seco cuando vi cómo giraba la cabeza hacia mi habitación con rapidez. Me escondí detrás de la puerta, conteniendo la respiración.
Sabía que vendría hacia aquí. Corrí de vuelta a mi cama y me acosté, fingiendo estar dormida. Escuché el suave chirrido de la puerta al abrirse, sus pasos acercándose. Mi corazón latía a mil, y traté de mantener la respiración bajo control, temerosa de que me regañara por escuchar a escondidas. Pero, para mi sorpresa, sus palabras fueron completamente distintas.
—Tienes mucho poder en tus manos, y apenas eres una niña —susurró, como si estuviera hablándose a sí mismo. Su voz sonaba cargada de un peso que no entendía—. Lo siento mucho.
Soltó un suspiro cansado, y pude sentir la tristeza en su voz. Luego, cerró la puerta con cuidado y se fue, dejándome sumida en un torbellino de preguntas.
¿Qué libro era ese del que hablaban? ¿Qué significaba tener tanto poder? ¿Por qué se disculpó conmigo? Y, sobre todo, ¿quién diablos era Victoria?
...
—¡Despierta! —gritó alguien justo en mi oído, haciéndome saltar de la cama en un estado de pura desesperación. Sin pensarlo, lancé un golpe al intruso como un acto reflejo, solo para ver a Paul caer al suelo por el impacto.
—¡Oh! ¡LO SIENTO MUCHO, PAUL! —grité, horrorizada, viendo cómo él se quedaba ahí, en el piso, intentando calmarse mirando al techo. No quería ni pensar en pelear con él tan temprano. Pero, sorprendentemente, Paul solo se levantó, respiró hondo y me dedicó una sonrisa antes de salir de la habitación sin decir una palabra. Bueno, eso era nuevo. Al menos ahora no se enfadaba tan fácilmente.
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¡¿Acaso él es mi impronta?! - Embry Call
أدب الهواة𝐒𝐨𝐲 𝐥𝐞𝐬𝐥𝐢𝐞 𝐜𝐚𝐧𝐨, 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚 𝐧𝐨𝐫𝐦𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝟏𝟔 𝐚ñ𝐨𝐬. 𝐃𝐞𝐬𝐩𝐮é𝐬 𝐝𝐞 𝐚ñ𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐞𝐧 𝐅𝐥𝐨𝐫𝐢𝐝𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐦𝐢 𝐦𝐚𝐝𝐫𝐞, 𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐢𝐧𝐜𝐨𝐧𝐯𝐞𝐧𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐦𝐞 𝐡𝐢𝐜𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐫𝐞𝐠𝐫𝐞𝐬𝐚𝐫 𝐚 𝐞...