—¿Entonces qué excusa le dijeron? — le pregunté a Sam. Verán, hace poco habíamos comenzado clases, y ahora, con esta nueva responsabilidad que cargaba, iba a ser complicado asistir al colegio. Según Sam, "no estoy preparada" para socializar con personas aún, no hasta que aprenda algunas cosas. Pero la verdad, sentía como si estuviera atrapada, como si todo mi mundo se derrumbara a mi alrededor.
—Le dijimos a tu tía que tienes una enfermedad muy grave y que estás en reposo en la casa de Emily, pero hay un problema—. Dijo Sam, sentándose a mi lado, con una seriedad que me puso aún más nerviosa.
—¿Cuál es? — pregunté, sintiendo el nudo en mi estómago apretarse más.
—En unos segundos te llamarán para confirmar si es verdad...—. Antes de que pudiera procesar lo que me decía, el teléfono comenzó a sonar.
—¡Guarden silencio! — exigí, más nerviosa de lo que había esperado estar. Al aceptar la llamada, mi tono cambió bruscamente a uno mucho más alegre. —¡Hola, tía! —. Pero Emily, que estaba a mi lado, comenzó a hacerme señas, recordándome que debía sonar enferma. Tragando saliva, fingí. —Upf, upf, lo siento, tía. Me siento un poco mal...— traté de que mi voz sonara ronca, apagada, casi rota.
—Ay, mi niña— respondió mi tía, con un tono lleno de preocupación. —Espero que estés mejor. Sam me contó lo que pasó. Ya hablé con la escuela y te darán una semana de reposo—. Aunque su tono era tranquilizador, sabía que ese alivio no duraría. No podía escapar de mi realidad para siempre.
—Lo entiendo, tía. Fue bueno hablar contigo—. Mi voz apenas salía, el engaño me hacía sentir culpable, como si estuviera perdiendo algo de mí misma con cada mentira.
—No hay de qué, mi niña. Si necesitas algo, dime, puedo llevarte tu ropa...—. Mi corazón se aceleró al escuchar esto, el pánico trepó por mi pecho.
—¡No! — exclamé, quizás demasiado rápido. Hubo una pausa incómoda. Mi tía debía estar confundida. Tragué saliva y traté de arreglar el desliz. —Es decir... Jacob va a ir a casa a buscarla, no te preocupes, no hace falta que vengas—. Mi voz temblaba ligeramente, pero ella pareció aceptarlo.
Finalmente, colgué el teléfono y le devolví el aparato a Sam, sintiendo el peso de otra mentira acumulándose en mis hombros. Mi mente ya estaba a la deriva, pensando en cómo iba a explicar esto a mis amigas. Sabía que en algún momento ellas iban a preguntar por qué no he ido al colegio. Tendría que inventar una excusa convincente, pero ¿qué podía decirles que no sonara ridículo? Estaba atrapada.
—Leslie—. La voz grave de Sam me sacó de mis pensamientos. Me miraba directamente, sus ojos serios como si pudiera leerme por completo.
—¿Sí? — pregunté, casi temiendo lo que vendría.
—Algunos humanos saben esto porque se han visto involucrados... pero tus amigos o familiares no pueden saber nada de lo que está pasando—.
Mi corazón se hundió. ¿Cómo supo lo que estaba pensando? Yo estaba convencida de que al menos podría confiar en ellas, decirles la verdad, compartir, aunque sea un pequeño trozo de la carga que me consumía.
—Pero... ¿acaso no puedo contarles nada? — Mi voz apenas fue un susurro. La desesperación se colaba en cada palabra, buscando un resquicio de esperanza. Pero Sam simplemente negó con la cabeza, firme y decidido.
Suspiré, sintiendo la soledad arrastrándose sobre mí. Ahora tendría que crear una mentira más, otra fachada que me alejaría aún más de las personas que me importaban. No sólo estaba atrapada en una vida que no pedí, sino también en un muro de secretos y medias verdades que me alejaban de todo lo que alguna vez conocí.
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¡¿Acaso él es mi impronta?! - Embry Call
Fanfiction𝐒𝐨𝐲 𝐥𝐞𝐬𝐥𝐢𝐞 𝐜𝐚𝐧𝐨, 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚 𝐧𝐨𝐫𝐦𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝟏𝟔 𝐚ñ𝐨𝐬. 𝐃𝐞𝐬𝐩𝐮é𝐬 𝐝𝐞 𝐚ñ𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐞𝐧 𝐅𝐥𝐨𝐫𝐢𝐝𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐦𝐢 𝐦𝐚𝐝𝐫𝐞, 𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐢𝐧𝐜𝐨𝐧𝐯𝐞𝐧𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐦𝐞 𝐡𝐢𝐜𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐫𝐞𝐠𝐫𝐞𝐬𝐚𝐫 𝐚 𝐞...