From the perspective of his love

176 22 1
                                    

—¿Cómo pudiste hacerme esto? —gritó Leslie, su voz llena de una desesperación que me heló la sangre. Sentí cada palabra suya como un puñetazo, directo al pecho, y la culpa se hizo insoportable, ardiendo como un fuego inextinguible.

—¡¿Cómo pude confiar en ti?! —volvió a gritar, su voz quebrándose de una manera que me desgarró por dentro. La culpa y el dolor eran tan intensos que apenas podía sostenerle la mirada, pero ahí estaba, obligándome a enfrentar cada lágrima que caía de sus ojos, cada expresión rota en su rostro. Su dolor era mi castigo, y sabía que lo merecía. Desde el momento en que hice aquella elección, sabía que no había marcha atrás.

Mientras sus palabras seguían resonando, como un eco cruel que no desaparecía, no podía evitar reprocharme una y otra vez. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué había cambiado todo lo que sentía por ella por un puñado de dinero? Era absurdo ahora que lo pensaba, pero en su momento me había parecido una decisión inevitable. Aquel dinero parecía la única salida a mis problemas, pero ahora no era más que el precio de perderla para siempre.

Quise decir algo, cualquier cosa que aliviara el dolor en su mirada, pero las palabras se me atoraron en la garganta. No podía hacer nada, solo quedarme allí y ver cómo su rostro se transformaba por la rabia y la tristeza. Me obligué a no apartar la vista, a absorber cada lágrima y cada rastro de decepción. Este era mi castigo: ver cómo se desmoronaba todo lo que había construido con ella.

De repente, una voz lejana comenzó a sonar, sacándome lentamente de ese abismo oscuro. Mi nombre resonaba, cortando la niebla que me rodeaba, hasta que reconocí la voz de Jacob. Parpadeé, regresando de mi sueño, notando el sudor frío que me cubría. Estaba en su casa; llevaba quedándome con él desde hacía un tiempo por sugerencia de Sam. Tenía que controlarme antes de poder regresar a mi vida de antes.

—A despertar, amigo mío, hoy es un gran día de entrenamiento —dijo Jacob, asomándose por la puerta, su tono alegre contrastando con mi confusión.

Me levanté de la cama, sintiéndome agotado y como si no hubiera descansado en absoluto. El sueño me había dejado revuelto, y una extraña fatiga me acompañaba desde hacía días, como una sombra que se negaba a desaparecer. Me dirigí al baño y me detuve frente al espejo, observándome por un momento. Tenía ojeras profundas y el rostro algo demacrado. 

Ignorando el hecho de que me veía cada día peor, me metí bajo el agua fría, intentando aplacar, aunque fuera un poco, el caos de emociones que me quemaban por dentro. Aun así, el agua apenas lograba bajar la temperatura de mi cuerpo, siempre al borde de la ebullición. Salí del baño con una toalla alrededor de la cintura, mientras las gotas caían de mi cabello mojado, escurriéndose por mis hombros. Me vestí rápido y al salir de la habitación, encontré a Jacob esperándome afuera, apoyado en la pared, con los brazos cruzados.

—¿Todo bien? —preguntó, mirándome de reojo.

Asentí en silencio, con la mirada perdida, sin tener el valor de enfrentarlo. Desde que se enteró de lo que había pasado con Leslie, las cosas no han sido las mismas entre nosotros. Me dio la espalda sin pensarlo dos veces, y aunque entendía sus razones, no podía evitar sentir una ira incontrolable hacia él. No era solo porque Leslie fuera su amiga, sino porque también la amaba. Y eso me llenaba de una furia ciega. Ella era mía, de alguna forma, siempre lo había sido. Mi alma, mi lobo, todos sabían que éramos dos mitades que se completaban. Entonces, ¿por qué Jacob no podía verlo? ¿Por qué insistía en intentar conquistarla? Me costaba entenderlo.

Al llegar a casa de Emily, nos encontramos con Jared y Paul, quienes discutían sobre la vigilancia de esa noche. Justo cuando empezaba a ponerme al día con ellos, escuché su voz:

—Hola, chicos.

Era Leslie, con una sonrisa brillante que iluminó la habitación. Jacob la saludó primero, y mis ojos no pudieron evitar recorrerla de pies a cabeza. Llevaba sus shorts de siempre y un suéter de manga corta color beige. Parecía tan natural, tan hermosa, que me dolía en lo más profundo. Su sonrisa, sus ojos verdes brillantes, el pelo ondulado cayendo en cascada. Todo de ella era perfecto. Y cada detalle me recordaba que la había perdido. Lo peor era que se notaba a leguas que entre Jacob y ella había una conexión fácil, natural, algo que conmigo parecía haber desaparecido.

¡¿Acaso él es mi impronta?! - Embry CallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora