Damn school

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Las vacaciones habían terminado, y con ellas, todos esos momentos tristes, pero hermosos que compartí con Jacob. Aunque no estaba entusiasmada con la idea de regresar al colegio, esos recuerdos jamás se borrarían de mi mente. Para muchos, volver significaba reencuentros felices con amigos, ver a sus profesores favoritos, y retomar las tonterías de siempre. Pero para mí, después de la humillación que sufrí en el baile de primavera, sabía que sería un verdadero infierno.

—Tía, por favor, no quiero ir hoy —le supliqué a mi tía Caro, sintiendo cómo el nudo en mi garganta se hacía más grande—.

—Leslie, es el primer día después de las vacaciones, no puedes faltar —replicó mi tía con firmeza.

—Pero, tía, el primer día siempre es de repaso y de charlas sobre cómo nos fue en las vacaciones —traté de convencerla, mi voz sonando desesperada. Creía haber encontrado la excusa perfecta, pero sabía que el destino a veces podía jugarme en mi contra.

...

—Que tengas un buen día —dijo mi tío Carlos desde el auto, alejándose rápidamente del colegio. Yo me quedé afuera, sujetando con fuerza las correas de mi mochila, aterrorizada por lo que podría suceder adentro. El timbre ya había sonado, pero aún estaba fuera, incapaz de reunir el valor para entrar.

...

—¿Leslie? —una voz misteriosa me sorprendió desde atrás. Al voltear, vi a Natalia.

—Oh, hola, Natalia —respondí, intentando disimular mi nerviosismo.

—¿Tú también llegaste tarde? —preguntó ella. Había estado tan absorta en mis pensamientos que había olvidado ese pequeño detalle; la segunda hora ya había comenzado.

—Mhm, sí —mentí.

—Ven, vamos a anotarnos y nos sentamos juntas —dijo Natalia con una sonrisa en los labios. Entramos juntas al colegio, y nos dirigimos a la secretaría para registrar nuestra tardanza. Mientras caminábamos, Natalia y yo comenzamos a hablar sobre lo que había pasado ayer con Lotte. No entendíamos su reacción ni por qué era la única que se negaba a aceptar mis disculpas.

Cuando llegamos a la puerta de la clase de inglés, Natalia fue la primera en entrar, seguida por mí. Ella se dirigió hacia dos asientos libres en la parte trasera del aula, pero para mí, cada paso hasta allí fue un infierno. Sentí que aquellos segundos se alargaban en una eternidad, mientras trataba de evitar las miradas que se clavaban en mí. Finalmente, llegué hasta donde estaba Natalia.

—Olvida las miradas, son unos idiotas todos —murmuró Natalia, sacándome una sonrisa genuina.

La clase había comenzado con normalidad. La profesora nos pidió que hiciéramos un ensayo sobre nuestras vacaciones, pero realmente no tenía idea de qué escribir. La mitad de las mías me las pasé durmiendo y sumida en la depresión. ¿Acaso debía describir cómo mi ex me hizo sufrir tanto que ni siquiera podía comer durante esos días? Si tenía que inventar algo para llenar ese ensayo, lo haría sin dudar.

La profesora nos dio unos minutos libres mientras iba al baño. En cuanto salió, el salón pasó de ser un lugar silencioso a convertirse en un caos. Algunos grupos charlaban animadamente, mientras otros lanzaban papeles a sus compañeros. Natalia se levantó y se dirigió al baño, dejándome sola en la parte de atrás. Aproveché para sacar de mi bolsa un libro de Harry Potter y comencé a leer desde donde lo había dejado.

estaba absorta en mi lectura cuando sentí que alguien se acercaba.

—¡Hola, Leslie! —una voz chillona irrumpió en mi concentración. Ignoré a la persona y seguí leyendo, pero de repente, me arrebató el libro de las manos y lo lanzó al suelo.

¡¿Acaso él es mi impronta?! - Embry CallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora