Dalia Deus

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—¿Todos ustedes ya terminaron? —preguntó Dalia con una mezcla de autoridad y fastidio en su voz al ingresar al salón.

—Vaya, vaya... ¿Pero qué tenemos aquí? —respondió Mephisto con una sonrisa sarcástica—. Dalia, la hermana prometida, ¿nos honra con su presencia?

—Cierra la boca, Mephisto —replicó Dalia con un tono cortante—. Ustedes dos —señaló a Noir y a Filia—. Lleven al humano ante padre y explíquenle su situación. Nos estamos moviendo ahora.

Con una postura imponente, Dalia se dio media vuelta, y sus vasallos la siguieron en silencio. Mephisto observó cómo se retiraba con una expresión burlona.

—¡Qué miedo! —murmuró Mephisto en tono juguetón—. Bien, Filia, te haré el favor de acompañarte.

Filia solo asintió, confirmando la orden de su hermana.

Luward fue escoltado por las dos jóvenes, seguido de cerca por los restantes hermanos. Mientras caminaba, observó con atención su entorno. Las gigantescas estructuras de piedra que los rodeaban no eran más que raíces, raíces que brillaban con una luz propia, moviéndose como si tuvieran vida. Al levantar la vista, notó que no había cielo; solo esas colosales raíces que se extendían hasta perderse en la neblina.

"¿Dónde estamos?" pensó con expectación.

De repente, todos se detuvieron frente a una gran estructura rodeada por lazos brillantes. En el centro, un colosal corazón de piedra latía, resonando en todo el lugar. Todos se inclinaron en reverencia. Luward, bajo la severa mirada de los presentes, imitó la acción.

Dalia Deus levantó la cabeza y fue la primera en hablar.

—Padre, mis hermanos y yo, estamos de regreso para informar sobre los acontecimientos ocurridos durante tu letargo.

Un profundo sonido se oyó, como si el entorno comenzara a temblar debido a la presencia de algo enorme.

—Proseguiré entonces. Los elfos se asentaron en el territorio noroeste; llevan poco más de 490 años bajo mi protección. Siempre han sido colaboradores y respetan el territorio de padre.

El sonido volvió a resonar, y las raíces brillantes comenzaron a iluminarse con mayor intensidad.

Mephisto fue el siguiente en avanzar, pasando adelante y prosiguiendo con las formalidades. Entrecerró los ojos antes de continuar.

—Amado padre, doy mi informe. Los humanos intentaron atacar nuevamente las fronteras del Gate. Los repelí a todos y los amonesté para que no volvieran a invadir nuestro territorio.

—Esos herejes de nuevo... —se oyó la voz molesta de uno de los presentes.

—También un emisario de los dioses descendió para traer un mensaje para usted. Me dijo que era algo de suma importancia y que solo podía ser entregado directamente a ti.

—¿Es en serio? —replicó Sirius con fastidio—. Vamos, hermano, ¿crees que intentas monopolizar la información? Sabes cómo son esos estúpidos dioses del Tenkai —terminó Mephisto.

—Suficiente. Si eso es todo, retírate, Mephisto. Ya te escuché, Dalia. No es necesario que me muestres esa intención asesina —dijo una voz profunda que resonó por todo el lugar.

—Piérdete, imbécil —respondió Dalia, cruzándose de brazos.

La siguiente fue Filia, quien pasó al frente e hizo una reverencia. El color de las raíces cambió de un azul profundo a un verde claro.

—La hija más amada de padre se presenta. ¿No es adorable? —comentó Mephisto con una sonrisa.

—¿Humano, pareces confundido? —preguntó Noir, notando la expresión perpleja de Luward al ver que hablaban con alguien a quien no podían ver.

—¿No puedes escuchar las palabras de padre? —continuó Noir—. Entonces te haré el favor de traducir lo que dice.

Filia comenzó a hablar, sorprendiendo a todos los presentes.

—He estado salvaguardando las fronteras y aprendiendo, como ordenó padre.

—¿Por qué todos parecen desconcertados? —preguntó Luward.

—¡Qué interesante! Por lo general, Filia no habla. Es complicado de explicar, pero nos toma alrededor de 50 años aprender los idiomas del mundo. A ella solo le tomó la mitad del tiempo —explicó Noir.

—¿Todos los idiomas? —preguntó Luward, impresionado.

—Es algo así como un voto de silencio. Debes aprender todos los idiomas de las razas para poder comprender el mundo —respondió Noir.

—¿Eso no es excesivo? —replicó Luward, desconcertado.

—Espera, padre acaba de decir algo —interrumpió Noir—. ¿Puedes traducir, por favor?

—Bien, bien. ¿Beamos? —Noir comenzó a hablar como si estuviera leyendo unos labios imposibles.

—Es sorprendente que a tan corta edad ya hayas entendido los idiomas de las razas. —Filia asintió en confirmación—. Procura tomarte tu tiempo para adaptarte al mundo. Por el momento, no dejes el bosque hasta nuevo aviso, hija mía. Eso es lo que dice padre —concluyó Noir.

—Espera, hay algo más —añadió Noir, volviéndose hacia Luward—. Ese humano que llegó contigo, ¿qué relación tienes con él?

Todos clavaron sus miradas en Luward, quien tragó saliva, intimidado por la atención repentina.

—Vi una puerta del Tenkai en los horizontes de Avelion y fui a investigar. Encontré al humano a punto de morir y decidí salvarlo para extraer información —respondió Filia.

—¿Es eso así? ¿Un héroe? —expresó Noir con desdén.

—Oh, es interesante. Padre dice que te pondrá a prueba.

Prueba? Aque te re

Pero antes de que pudiera terminar de pronunciar sus palabras, la visión de Luward comenzó a girar. "¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy arriba y ellos abajo?", pensó, y lo último que vio fue un cuerpo decapitado. "Ese es mi cuerpo", fue el último pensamiento de Luward antes de caer en la oscuridad.

De repente, unos ojos se abrieron y el tiempo se retrocedió para Luward. Aine había intervenido nuevamente, devolviéndolo al presente.

—Aún no es tu momento, debes cumplir con el trato —murmuró una voz en su mente.

—¡Oye! ¿Qué tanto estás murmurando? ¡Muévete! —exclamó alguien, dándole una patada que lo hizo caer al suelo.

"¿Acaso fui asesinado?" se preguntó Luward, perturbado mientras intentaba procesar la situación.

Continuará...

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