'·. 𝐃 e l i c a t e .
Donde Celina y Hector se conocen debido a que sus padres son amigos. Automáticamente se odian. Aunque unas vacaciones juntos, podrían cambiarlo todo.
. . . she took me to the skγ
⠀  ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄ ̄
"𝐼𝑠 𝑖𝑡 𝑐𝑜...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
(150 votos para el siguiente cap🫶🏻‼️)
Hector's pov
El viernes llegó más rápido de lo que esperaba. La casa estaba sola esa noche, si bien todos los viernes mi familia y los Ferraris cenan juntos, este viernes mis padres se habían ido a visitar a unos amigos en otra ciudad, y yo tenía todo el lugar para mí. Pero lo más importante era que Celina vendría a cenar. Y aunque habíamos hecho esto varias veces antes, había algo en esta noche que se sentía diferente.
Durante todo el día, no podía dejar de pensar en ella. En cómo había estado actuando últimamente, en todo lo que habíamos pasado juntos en las últimas semanas. No éramos novios, pero las líneas entre nosotros se estaban desdibujando de una manera que me gustaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Y, honestamente, estaba bien con eso. De hecho, quería que las cosas siguieran avanzando.
Pasé la tarde limpiando la casa. Quería que todo estuviera perfecto para ella. Incluso fui al supermercado a comprar algunos ingredientes. Pasta fresca, algo de queso, una botella de vino que había encontrado en la despensa de mis padres. Quería hacer algo más que pedir pizza o comida rápida. Quería que esta noche fuera especial. Algo mágico.
A las siete en punto, escuché el timbre de la puerta. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras me dirigía a abrirla. Celina llevaba un vestido sencillo pero bonito, su cabello suelto caía sobre sus hombros y sus ojos oscuros tenían ese brillo que me encanta.
—Hola, Fort —dijo con una sonrisa.
—Hola —respondí, devolviéndole la sonrisa mientras la hacía pasar.
Cuando entró, el aroma de la comida ya estaba en el aire, y vi cómo sus ojos se agrandaron ligeramente.
—Cocinaste? —preguntó, claramente sorprendida.
—Bueno, algo así —dije, rascándome la nuca— Todavía falta preparar la pasta, pero tengo todo listo.
—Vas mejorando eh —bromeó, y luego se acercó a la cocina— Necesitas ayuda?
—Pensé en hacer esto juntos, si no te molesta.
Ella sonrió y asintió, y pronto estábamos ambos en la cocina, cortando verduras, preparando la salsa y hablando de tonterías. Había algo en cocinar juntos que hacía que todo se sintiera más íntimo, más real. Cada vez que nuestras manos se rozaban al pasarle algo o cuando nos encontrábamos en espacios pequeños, podía sentir la tensión suave entre nosotros creciendo.
—A que edad te casarías tú? —pregunté, recostándome en la mesada de la cocina.
—Y, no sé. Depende con quién. Cuando termine la carrera, ahí me voy a casar.
—Ya te decidiste por alguna en específico? Astronomía?
Asintió sonriendo.
—En 4 o 5 años nos casamos, entonces —dije, levantando las cejas.
Rodeó los ojos y soltó una risa suave.
—Ya estamos haciendo planes? —respondió entre risas, mientras seguía cortando los ingredientes.
Me encogí de hombros, sonriendo también.
—Claro, por qué no? Me imagino que seré el primero en la lista, no?
Ella dejó el cuchillo por un segundo, y me miró.
—Sos un creído, Fort —dijo, pero había algo en su tono, algo juguetón, que me hizo sonreír aún más.
—Solo digo, si ya tenemos una fecha...
Celina rió otra vez y negó con la cabeza, pero no pude evitar notar cómo el rubor asomaba en sus mejillas. Había una energía entre nosotros que no podíamos ignorar, y cada comentario, cada toque, solo hacía que esa conexión se intensificara más.
—Vamos a ver cómo te portas de acá a cinco años —contestó— Hablando de cosas así, vos querés tener hijos?
—Sí, dos. Un niño, y una niña.
—Marc y Bella —dijo, sacando la lengua.
Solté una carcajada.
—Muy original, eh.
—Es que es perfecto.
En un momento, mientras Celina estaba concentrada en cortar los tomates, me detuve por un segundo para observarla. La manera en que movía sus manos, la expresión tierna que pone cuando está concentrada, e incluso el suave sonido de su respiración, todo parecía encajar perfectamente en este momento. Sin pensarlo, me acerqué a ella y le toqué suavemente el brazo.
Ella se giró para mirarme, sus ojos se encontraron con los míos. No hubo palabras. Simplemente me acerqué más, mi mano se movió lentamente hacia su rostro, acariciando su mejilla. Celina no apartó la mirada, y vi cómo sus labios se entreabrieron ligeramente, como si esperara que hiciera algo más.
Y lo hice.
Me incliné hacia adelante y la besé, suave pero con intención. Ella respondió inmediatamente, sus labios moviéndose con los míos en un ritmo lento y pausado. La cocina se desvaneció a nuestro alrededor, y en ese momento, solo existíamos nosotros dos.
—Vamos a terminar de cocinar —dijo, volviendo a su tarea, aunque ahora había una energía diferente entre nosotros.
Seguimos preparando la comida, pero esta vez el ambiente había cambiado. Cada movimiento era más deliberado, más cargado de significado. A veces, cuando nuestras manos se rozaban, podía sentir la corriente que pasaba entre nosotros. Nos reímos más, nos tocamos más. Todo parecía más intenso.
Finalmente, la cena estuvo lista. Nos sentamos a la mesa con la pasta casera y el vino que había servido en copas elegantes. La conversación fluyó de nuevo, pero había algo en el aire, una tensión palpable que ambos sentíamos pero ninguno mencionaba. Estábamos jugando con fuego, y ambos lo sabíamos. Pero en lugar de detenernos, nos dejábamos llevar.
Después de la cena, nos movimos al salón, donde había preparado algunas mantas y cojines en el sofá. Nos sentamos juntos, más cerca de lo habitual. Encendí la tele, pero apenas prestábamos atención a lo que pasaba en la pantalla. Estábamos más concentrados en nosotros.
Celina se acomodó contra mí, y de manera instintiva, pasé un brazo alrededor de sus hombros. Ella se inclinó hacia mí, su cabeza descansando en mi pecho. Era uno de esos momentos en los que no necesitábamos hablar. Simplemente disfrutar la compañía y el calor del otro.