🐺Capítulo 1🐺

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MÓNICA

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MÓNICA

La noche era un cuadro de luces de neón y sombras alargadas, y ahí estaba yo, en mi esquina habitual, esperando a que la madrugada me trajera alguna oportunidad. Miranda estaba a mi lado, su expresion grave reflejando la dureza de nuestra vida.

—Mónica, ¿estás segura de que quieres seguir en esto? —me preguntó, su voz un susurro entre el ruido de la ciudad.

Antes de que pudiera responder, una limosina de lujo se detuvo frente a nosotras. La puerta se abrió. Un tipo, bien vestido y con una actitud que dejaba entrever que tenía dinero y poder, se acercó.

—¿Mónica Suárez? —preguntó, sus ojos fijos en mí.

—Yo soy —respondí, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.

—Mi jefe quiere verte —dijo, con un tono que no admitía discusiones.

Miranda se tensó a mi lado, su rostro pálido en la luz tenue de la calle.

—¡Mónica, no! —exclamó—. Ese hombre es muy peligroso. No debes ir con él.

El tipo no se inmutó ante la advertencia de Miranda. En cambio, su expresión se tornó fría y amenazante. Sacó una pistola, apuntándola directamente a la cabeza de mi amiga.

—Vuelvo a repetir: el jefe quiere que vayas con él.

Mi corazón palpitaba con fuerza. Las consecuencias de no obedecer eran demasiado claras. Miranda me miraba con miedo, y eso me desarmaba.

—No le hagas daño... —dije, mi voz temblaba—. Está bien, iré contigo.

El tipo guardó la pistola en su chaqueta y asintió, una sonrisa siniestra apareciendo en su rostro.

—Perfecto. Ahora, entra a la limosina.

Con el corazón en la garganta, hice lo que me pidió. Cuando entré, el interior era tan lujoso como el exterior. Un hombre atractivo estaba sentado.

—Soy Jackson Sandoval —se presentó, sus ojos oscuros observándome con interés.

—Yo... —empecé a decir, preparándome para ofrecer mis servicios, como siempre hacía.

Pero antes de que pudiera acercarme, Jackson levantó la mano, gritando:

—¡No me tocarás!

Desconcertada, tomé asiento frente a él, sintiendo la tensión en el aire. La limosina comenzó a moverse en silencio, la ciudad deslizándose por la ventana como un sueño que no se podía alcanzar.

—¿Dónde me llevas? —le pregunté, tratando de mantener la calma mientras el miedo se agazapaba en mi pecho.

Él no respondió, solo me miró con una intensidad que hacía que me sintiera expuesta. A medida que avanzábamos, la limosina se alejó del bullicio de la ciudad, llevándonos hacia un destino desconocido.

Al final, llegamos a una mansión rodeada de luces tenues y casas en los alrededores que parecían guardar sus propios secretos.

—Bienvenida a mi hogar —dijo Jackson, esbozando una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

La Prostituta Del Alpha MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora