🐺Capítulo 39🐺

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Me sentía más conectado a Mónica de lo que jamás pensé que sería posible, pero también sabía que las responsabilidades con mi manada no se podían ignorar

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Me sentía más conectado a Mónica de lo que jamás pensé que sería posible, pero también sabía que las responsabilidades con mi manada no se podían ignorar. Mi lobo estaba inquieto, sabía lo que necesitaba hacer, y de repente mis ojos comenzaron a oscurecerse, volviéndose completamente negros. Era el vínculo con mi manada activándose, ese enlace telepático que compartíamos como lobos. No tuve que hacer ningún esfuerzo; mi mente se conectó directamente con Marco, mi beta.

"Trae el desayuno," — ordené a través del enlace, sin palabras, solo pensamientos. Sabía que Marco entendería inmediatamente, no solo la orden, sino también el porqué. La manada sabía que estaba en una fase crítica con Mónica, y no podía dejarla sola ni por un segundo, mucho menos en su estado actual, con el vínculo aún en proceso de sellarse.

"¿Desayuno, eh?" — su voz mental llegó con ese tono divertido que siempre utilizaba. — "¿O estás pidiendo un rescate para salir del cuarto? Tal vez Mónica ya te tenga bajo control, jefe."

Solté un gruñido mental, lo que normalmente sería suficiente para que cualquier otro lobo de la manada se enderezara y prestara atención, pero no Marco. Nunca Marco.

"Trae el desayuno, Marco," — le respondí con firmeza, ignorando su burla. — "Y rápido."

"Sí, sí, lo que digas," —respondió, su tono mental seguía siendo ligero. —"Aunque, ¿quién lo diría? El gran alfa Jackson, atrapado en su cuarto con una humana, incapaz de salir a buscar comida por sí mismo. Los tiempos están cambiando."

Podía imaginar su sonrisa socarrona a través del enlace. Me esforcé por mantener la calma, sabiendo que responderle solo lo alentaría más.

"No estoy de humor, Marco," — le advertí, mi tono mental más bajo y cargado de autoridad.— "Solo trae la comida. Y mantén tus bromas para ti."

Hubo un breve silencio, y por un segundo pensé que tal vez finalmente había logrado callarlo. Pero no. Marco nunca sabía cuándo detenerse.

"Claro, claro. El gran alfa necesita energías después de... ya sabes... una larga noche." — Su risa mental resonó en mi cabeza, y tuve que hacer un esfuerzo consciente por no gruñir en voz alta.

"Marco..." — dejé que la advertencia se quedara en el aire, esperando que esta vez lo entendiera.

"Tranquilo, Alfa , ya voy para allá," — respondió, y finalmente, sentí que su presencia mental se desvanecía.

Cuando volví al presente, mis ojos se aclararon y miré a Mónica, que me observaba con una mezcla de curiosidad y confusión. Sabía que había sentido mi distracción.

—¿Qué pasa? —me preguntó, con esa mirada de intriga que no podía esconder.

Sonreí, negando con la cabeza mientras me acercaba.

—Marco. Es mi beta, y tiene un mal hábito de bromear conmigo a través del enlace —expliqué, notando cómo ella me miraba con una expresión de ligera confusión.

—¿Enlace? —repitió, arqueando una ceja—. ¿Qué tipo de enlace?

Pasé una mano por su brazo, queriendo tranquilizarla antes de que se preocupara demasiado.

—Puedo comunicarme con mi manada a través de la mente —le dije—. Es algo que todos los lobos podemos hacer. Pero Marco... le gusta usarlo para intentar hacerme perder la paciencia.

Ella frunció el ceño, claramente procesando lo que le había dicho.

—¿Y qué te dijo ahora? —preguntó, cruzando los brazos, como si ya pudiera imaginarse algo.

Suspiré, sabiendo que decirle la verdad la haría sonreír.

—Está convencido de que estoy atrapado aquí contigo —admití, rodando los ojos—. Y que necesito rescate. También insinuó que... —me detuve, sin saber cómo decirlo—. Bueno, que después de la noche que tuvimos, necesito energías.

Mónica parpadeó, y luego soltó una pequeña risa, llevándose la mano a la boca para intentar cubrirla.

—¿Es en serio? —dijo entre risas—. ¿Así es como se comunican ustedes?

—Marco nunca ha sabido cuándo callarse —dije, sacudiendo la cabeza con una sonrisa irónica—. Pero es mi beta, y sabe hacer bien su trabajo... cuando no está ocupado burlándose de mí.

Mónica sonrió y se relajó un poco, y justo entonces, el sonido de la puerta interrumpió nuestra conversación. Marco había cumplido con la orden, tal como sabía que lo haría, aunque no sin sus habituales bromas.

La Prostituta Del Alpha MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora