MÓNICA
El espejo reflejaba la imagen de una Mónica que apenas podía reconocer. El vestido que elegí, el más hermoso que poseía, se ajustaba a mi figura de una manera que realzaba cada curva, cada línea. Era de un rojo intenso que me hacía sentir como si pudiera encender cualquier habitación en la que entrara. Sin embargo, mientras me admiraba, una sensación de duda oscurecía mi alegría. Sabía que Jackson estaría allí, y esa sola idea me llenaba de un extraño nerviosismo.
Tomé una profunda respiración y miré el reloj. Había hecho esperar a todos intencionadamente. No quería que pudiera pensar que estaba apresurada por agradarle o por encajar en su mundo. Era mi momento de decidir cómo quería verme a mí misma. Pero al mismo tiempo, tenía la sensación de que la espera había sido un poco demasiado larga.
Finalmente, tras unos minutos más de contemplación, decidí que era hora de bajar. Con cada paso hacia la escalera, el latido de mi corazón se aceleraba. Al descender, una mezcla de jitters y determinación se apoderaba de mí. La sala estaba iluminada con luces parpadeantes, y las risas resonaban como un eco de antiguas promesas.
Al entrar, un silencio repentino se apoderó del ambiente. Las conversaciones se detuvieron y todas las miradas se volvieron hacia mí. Mi corazón dio un vuelco. Algunos miembros de la manada abrieron los ojos en asombro; otros parecían incrédulos al observarme en ese vestido que brillaba con cada movimiento que hacía. Era como si, por un instante, el peso del mundo se detuviera y todo lo que importara fuera yo.
Pero, en medio de la admiración, sentí una presencia poderosa. Jackson estaba al otro lado de la sala. Su expresión, al principio de sorpresa, rápidamente se tornó en algo más oscuro: un gruñido bajo y amenazante resonó en su pecho mientras sus ojos se fijaban en mí. El sonido hizo que todos los presentes bajaran la cabeza en señal de respeto. La atmósfera se llenó de tensión; era un recordatorio de que, aunque todos estaban asombrados, el alfa siempre tenía la última palabra.
Antes de que pudiera perderme en sus ojos oscuros, me acerqué a la barra, buscando una bebida para calmar los nervios.
—¡Luna! —gritó Marco, rompiendo el silencio a su alrededor— ¡Te ves fabulosa! Ese vestido es increíble.
—Gracias, Beta—respondí, sintiendo cómo su emoción me envolvía un poco— Pero no sé si este lugar es lo mejor para lucirlo.
Justo en ese momento, escuché la voz de Jackson atravesar la sala.
—¿Qué te crees, Mónica? ¿Que puedes hacerme esperar así? —dijo, su tono era grave pero su mirada ardiente.
Volteé hacia él, mi pecho se llenó de determinación a pesar de la tensión creciente.
—Quizás debería recordarte que soy yo quien elige cuándo y cómo me presento —repliqué, intentando mantener la calma, aunque su presencia era abrumadora.
Su mirada se oscureció.
—Eres parte de la manada, Mónica. No puedes actuar como si estuvieses por encima de las reglas.
—¿Y qué reglas son esas? —le respondí, alzando la voz— ¿Las que tú mismo creas?
A nuestro alrededor, los murmullos de la manada aumentaron. Los espectadores no podían apartar la vista de nuestra confrontación. El ambiente se sentía electrificado, como si cualquier chispa pudiera encender una explosión entre nosotros.
—La regla de que no quiero que nadie te mire así —respondió Jackson, señalando a algunos hombres que me observaban con admiración— No eres un objeto para que te miren.
—No soy un objeto, soy una persona, y tengo derecho a decidir quién me ve y quién no —insistí, sintiendo la adrenalina fluir en mis venas.
Marco, el Beta, se acercó justo en ese momento y trató de mediar.
—Chicos, quizás deberíamos calmarnos. Es una celebración, después de todo —dijo con una sonrisa nerviosa.
Yo miré a Jackson, su mandíbula se tensó y su mirada se afiló.
—No se trata solo de una celebración, Marco —replicó él, su gruñido amenazante resonando un poco más alto— Se trata de protección.
—No necesito protección, Jackson. Necesito respeto —le respondí, sintiendo que finalmente había encontrado mi voz.
El silencio en la sala fue abrumador. Todos observaban, esperando el siguiente movimiento, la siguiente palabra. Con un último vistazo a su rostro, decidí que no dejaría que su celosía arruinara ese momento. Era la noche para dejar mi huella.
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La Prostituta Del Alpha Mafioso
Hombres LoboEn un mundo donde la ley de la selva se entrelaza con la vida urbana, "Mónica", una prostituta astuta y resiliente, ha aprendido a sobrevivir en las calles, desafiando las expectativas y buscando su propio camino. Sin embargo, su vida da un giro ine...