La Prostituta Del Alpha Mafioso

🐺Capítulo 26🐺

MÓNICA

Siento cómo Jackson se acerca, la intensidad en su mirada me quema. Un impulso primitivo me empuja hacia él, pero una parte de mí se resiste. Los latidos de mi corazón retumban en mis oídos mientras su aliento caliente acaricia mi piel.

De repente, sus dientes se clavan en mi cuello. El dolor es agudo, pero acompañado de un giro placentero que me sorprende. Lucho por alejarme, pero él me sostiene con más fuerza, como si supiera que mi cuerpo desea lo que está sucediendo.

—¡Detente, qué haces! —apenas logro pronunciar las palabras entre susurros entrecortados.

Su respuesta llega en forma de un ronco gruñido, y la sensación de su lengua deslizándose sobre la herida transforma el dolor en una extraña euforia. En un instante, la energía se escapa de mi cuerpo, como si me estuvieran despojando de todo lo que soy.

Mis párpados, pesados como si estuvieran llenos de plomo, comienzan a cerrarse. De repente, mi cuerpo se desploma, pero siento la firmeza de sus brazos atrapándome antes de que llegue al suelo.

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JACKSON

Miro su rostro, tan apacible e inconsciente, y siento que me atrapa de una manera que nunca imaginé. Ella es mi compañera, y al marcarla, he sellado nuestro destino.

—Maldita sea —murmuro para mí— Esto era un problema más grande de lo que había anticipado.

Intento alejarme, dar un paso atrás para pensar en lo que he hecho, pero en cuanto lo hago, un gruñido penetrante resuena en mi cabeza. Mi lobo grita de dolor, sufriendo por la distancia. No quería marcarla porque sabía lo que significaba: no podría soportar separarme de ella hasta que el vínculo se estableciera del todo.

Me giro hacia ella y, en un impulso, regreso a su lado. Al acostarme junto a su frágil cuerpo, la presencia del alfa que soy se desmorona.

—Soy un lobo, un líder, y aquí estoy, atado a ella —pienso, sintiendo la carga de lo que he hecho.

Mis ojos se desvían hacia su cuello, donde la marca de mis dientes brilla con una luminiscencia que parece casi mágica. Sin poder contenerme, inclino la cabeza y empiezo a lamer la herida.

—Esto debería ayudarla a sanar más rápido —susurro en mi mente, deseando que nuestra conexión se haga cada vez más fuerte.

El roce de su cuerpo contra el mío me llena de una necesidad abrumadora. ¿Qué haré si no puedo separarme de ella? La pregunta se queda flotando, pero en este momento, todo lo que importa es el suave calor de su presencia y cómo la energía entre nosotros comienza a revitalizarme.