🐺Capítulo 25🐺

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MÓNICA

Me sentía feliz de que Jackson se preocupara por mí. Cada vez que su mirada se cruzaba con la mía, una chispa de esperanza iluminaba el caos que había en mi vida. Pero en una fracción de segundo, todo cambió. Su mano se cerró firmemente alrededor de mi muñeca y, sin previo aviso, me arrastró hacia su habitación.

—¿Qué diablo te pasa? —pregunté, intentando liberarme de su agarre mientras un torrente de preguntas invadía mi mente.

—No te dije nada porque estábamos frente a la manada, pero ahora no veo ninguna excusa —dijo con tono desafiante, su mirada fija en mí.

—¿Qué quieres decir? —replicó mi voz, con un leve temblor que intentaba ocultar la creciente ansiedad.

—Seguro le coqueteaste a mi hermano. ¿Te dijo que te iba a pagar más que yo? —la frialdad de sus palabras cortó el aire, haciéndome sentir expuesta.

—¡Estás loco! —exclamé, tratando de recuperar el control de la situación.

—Respóndeme. Te iba lo iba a follar, ¿verdad? Cuánto dinero te ofreció, dímelo para duplicarlo —su aliento me llegó cálido y amenazador.

Sus palabras me rompían el corazón; jamás él se iba a olvidar de mi pasado. La sombra de mis errores se proyectaba sobre nosotros, como un manto oscuro que no podía ser ignorado.

—No quiero hablar de nada —dije, intentando pasar a su lado, pero él me jaló hacia él de forma brusca.

—Escúchame bien: no te voy a aceptar si en unos minutos querías follar a mi hermano frente a todos —su voz era un susurro gélido que resonaba en mi mente mientras la ira y la tristeza se entrelazaban en mi pecho.

Mi rostro se sonrojó de furia. Sin pensarlo, le estampé la bofetada más grande que había dado en mi vida.

—¿Cómo te atreves a golpearme? —su expresión se tornó oscura mientras levantaba una pistola y apuntaba hacia mi cabeza.

—Anda, mátame; tienes una razón muy grande para hacerlo —respondí con un desprecio desbordante.

—Dímela —dijo, su voz desprovista de cualquier emoción.

—Richard no me ofreció dinero; yo lo iba a hacer gratis. Necesitaba que me follaran bien. Después de todo, he estado con hombres que no podría contar, y te aseguro que son mejores en la cama que tú —me atreví a decir, las palabras escapándose de mis labios como la última chispa de rebeldía.

Un gruñido salió de su boca y sus ojos, antes llenos de fuego, se tornaron negros como la noche. La pistola calló de su mano y me miró con un enojo palpable.

—Repites lo que acabas de decir —gruñó, su voz era un eco de ferocidad.

—No hace falta, pero lo que tiene que saber es que me largo de esta casa —exclamé, intentando pasar, pero esta vez él se interpuso entre yo y la salida.

—No vas a ninguna parte —dijo, acercándose más a mí. Sus ojos ardiendo me retaban a resistirme— Eres mía —señaló con dureza en su voz.

Antes de poder responder o empujarlo, él bajó su cabeza hacia mi cuello. Sentí su diente perforar mi piel, y un gruñido resonó desde su pecho, llenando el espacio entre nosotros con una energía primitiva.

—Compañera mía, solo mía —gruñó, y en ese instante, la línea entre el dolor y la posesión se desvaneció.

La Prostituta Del Alpha MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora