Mis labios siguieron rozando su piel, y el sabor de la mordida se mezclaba con el dulce aroma que empezaba a llenar la habitación. Mónica se recostó, dándome mejor acceso, y no pude evitar lamer la marca con más intensidad. Sentí su cuerpo responder, un gemido suave escapó de sus labios, apenas audible, pero suficiente para que mi lobo se removiera aún más dentro de mí.
—Jackson... —murmuró, su voz temblando entre un susurro y un gemido, como si intentara resistirse a lo que estaba sintiendo.
Cada sonido que hacía se sentía como un combustible directo a mi lobo. Mi lengua seguía recorriendo la mordida, lamiendo la piel que yo mismo había marcado, y cada vez que lo hacía, sus gemidos se volvían más audibles, más intensos. Mi respiración se hizo más pesada, sincronizada con la suya, como si estuviéramos conectados en cada latido, en cada suspiro.
—No pares... —susurró ella, entrecortada, mientras su cuerpo se arqueaba ligeramente hacia mí, dándome todo el acceso que necesitaba.
Ese simple susurro, esas dos palabras, rompieron cualquier barrera que me quedaba. Mis manos se movieron instintivamente hacia sus caderas, sujetándola con firmeza mientras continuaba besando y lamiendo su cuello. Mis dientes rozaron suavemente la mordida, y su respuesta fue inmediata: un gemido más fuerte, más profundo, que resonó por toda la habitación.
—Mónica... —gruñí contra su piel, incapaz de contenerme más—. No tienes idea de lo que me haces sentir.
—Lo siento, Jackson... —gimió ella, su voz temblorosa, pero había algo más en sus palabras, una mezcla de deseo y vulnerabilidad—. Lo siento todo... a través de ti.
Sabía a lo que se refería. Ese vínculo entre nosotros era innegable, y ahora no solo compartíamos emociones, sino que nuestros cuerpos también estaban respondiendo de la misma manera. El lobo dentro de mí estaba completamente desatado, y cada parte de mí quería más. Más de ella, más de este momento. El aroma de su excitación lo estaba llenando todo, haciéndome perder cualquier rastro de control que pudiera haber tenido.
—Tu olor... —gruñí, apretando mis manos contra sus caderas, incapaz de evitarlo—. Me está volviendo loco, Mónica. No puedo detenerme.
Ella dejó escapar otro gemido, más profundo, más entregado, y su cuerpo se movió bajo el mío, cediendo completamente al momento. Mis labios continuaron en su cuello, lamiendo la marca con una intensidad que no había planeado, pero que era imposible de detener. Cada sonido que escapaba de sus labios era como un llamado a mi lobo, y ya no había vuelta atrás.
—Jackson... —susurró ella de nuevo, sus manos aferrándose a mis hombros, sus uñas clavándose ligeramente en mi piel mientras su respiración se hacía más rápida—. No pares... no quiero que pares.
Mi lobo rugió dentro de mí, completamente desatado por sus palabras, por la forma en que ella se entregaba a este momento. La habitación estaba llena de su aroma, de su deseo, y lo único que podía hacer era seguir, dejándome llevar por ese vínculo que lo consumía todo.
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La Prostituta Del Alpha Mafioso
Hombres LoboEn un mundo donde la ley de la selva se entrelaza con la vida urbana, "Mónica", una prostituta astuta y resiliente, ha aprendido a sobrevivir en las calles, desafiando las expectativas y buscando su propio camino. Sin embargo, su vida da un giro ine...