🐺Capítulo 14🐺

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MÓNICA

Ella me miró, y una sonrisa aparecieron en sus labios. Me acerqué a ella, que parecía más un animal acorralado que una mujer desafiante.

—Dije que eras una puta, y es cierto —dijo con desdén.

Sin pensar, levanté mi mano y golpeé su mejilla con fuerza. El impacto me sorprendió, y el dolor reverberó en mi propia piel.

—Te está dejando por mí, zorra arrastrada —dije con una sonrisa desafiante, disfrutando del momento.

Sus ojos se oscurecieron, y subió su mano, pero jamás alcanzó a tocarme porque Jackson la detuvo con firmeza.

—No se te ocurra pegarle —gruñó, sus ojos ahora completamente negros, como si su lobo estuviera a punto de desatarse.

La giro para que estuviera frente a él. Jackson la miraba con una furia contenida que amenazaba con romper sus cadenas.

—Que no se te olvide que ella es tu Luna y tiene que ser respetada. La próxima vez que levantes la mano, juro que yo mismo te arrancaré la cabeza, sin importarme que seas hija de un amigo mío —dijo con una voz que resonó como un trueno.

—Está bien, lo siento, alfa. No volverá a pasar —dijo rápidamente ella, la sumisión evidente en su tono.

—No a mí a quien le debes una disculpa, es a tu Luna —respondió Jackson, con la autoridad de un verdadero líder.

La mujer se giró hacia mí, sus ojos reflejando un odio latente.

—Lo siento mucho, Luna. Disculpa mis palabras —dijo a regañadientes.

La miré, sintiendo que su disculpa no era más que un trámite por la fuerza de Jackson. Sabía que su resentimiento no desaparecía tan fácilmente.

—Está disculpada —respondí, intentando desestimar el momento.

Ella se fue, y finalmente me giré hacia Jackson.

—Gracias por defenderme —dije, acercándome a él, sintiendo una mezcla de gratitud y confusión.

—No fue nada —respondió, su expresión aún seria.

Me acerqué más; vi que sus ojos habían vuelto a su color normal. Sin embargo, él me detuvo.

—Que te defendiera no significa nada. Así que largo de mi habitación, no vuelvas a entrar sin permiso —dijo con un tono autoritario.

Cruce mis brazos, mirándolo con desdén y desprecio.

—Sabes, puede tener los millones que quiera, pero no voy a dejar que me humille con tu rechazo por mi trabajo pasado —dije, alejándome de él, sintiendo que la ira se acumulaba en mi pecho.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, la curiosidad oscureciendo su voz.

—Yo me largo de esta casa; quédate con tu dinero —respondí, sintiendo que finalmente estaba tomando el control de mi destino.

No esperaba que estas palabras tuvieran tanto peso, pero al pronunciarlas, una sensación de liberación fluyó a través de mí. No importaba cuánto dinero tuviera; al final, tenía que ser yo misma antes que un objeto para cualquiera, incluso para él.

La Prostituta Del Alpha MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora