🐺Capítulo 38🐺

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Jackson me levantó con tanta facilidad que me sorprendió

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Jackson me levantó con tanta facilidad que me sorprendió. Antes de que pudiera protestar o decir algo, ya me tenía en sus brazos, llevándome al baño. Mi primer instinto fue decirle que podía caminar por mi cuenta, pero la expresión en su rostro, esa mezcla de protección y determinación, me hizo guardar silencio. Me sentía vulnerable, pero no por miedo, sino por la intensidad de lo que estábamos compartiendo.

Al llegar al baño, me depositó suavemente frente al lavabo y sin decir nada más, tomó mi cepillo de dientes y comenzó a prepararlo. Luego, se quedó a mi lado mientras ambos nos cepillábamos, nuestros movimientos sincronizados, como si hubiera algo en esta rutina que nos conectaba de una forma simple, pero íntima. Lo observé por el rabillo del ojo, notando cómo su expresión se mantenía relajada, pero sus ojos no se apartaban de mí ni un segundo. Parecía que no podía soportar estar lejos, ni siquiera un instante.

Después de enjuagarme la boca, sentí sus manos deslizarse por mi cintura, guiándome hacia la ducha. Cuando el agua tibia empezó a caer sobre nosotros, Jackson se quedó cerca, sus manos recorriendo mi espalda, asegurándose de que me sintiera cómoda. Todo el tiempo, no se apartó de mi lado. Sus dedos seguían cada curva de mi cuerpo, como si tuviera miedo de que el dolor de la mordida volviera si me dejaba sola por un momento.

Bajo el agua, su tacto se volvió más suave, más atento. Me lavó el cabello con cuidado, y yo hice lo mismo con él, el sonido del agua cayendo alrededor nuestro era lo único que rompía el silencio cómodo entre nosotros. Todo parecía tan natural, pero a la vez, sabía que estábamos cruzando una línea más profunda de la que nunca imaginé.

Cuando salimos de la ducha, me envolví en una toalla, pero antes de que pudiera dirigirme al armario a buscar mi ropa, Jackson me detuvo. Caminó hacia su closet y sacó uno de sus polos, extendiéndomelo sin decir nada.

—Quiero ponerme mi ropa —dije suavemente.

Él gruñó, y aunque el sonido fue bajo, fue suficiente para que me quedara helada en mi lugar.

—Quiero que estés con mi olor —dijo con firmeza, sus ojos intensos al mirarme—. No quiero que te pongas nada que no sea mío, al menos no ahora.

Abrí la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo, su expresión cambió, suavizándose un poco.

—Lo siento —murmuró, acercándose y colocando el polo sobre mis manos—. Pero hasta que la conexión esté sellada completamente, seré más posesivo. No puedo evitarlo, Mónica. Es lo que soy, lo que mi lobo necesita.

Me quedé quieta por un momento, procesando sus palabras. Sabía que estaba diciendo la verdad. Ya podía sentir cómo su necesidad de protegerme, de reclamarme, se había intensificado desde que me había marcado. Y aunque parte de mí quería resistir, quería recuperar el control sobre mi propio espacio, otra parte entendía que este proceso no era solo suyo. Estábamos entrelazados ahora, de una manera que no podía negar.

—No estoy acostumbrada a esto — le dije, suspirando mientras aceptaba el polo que me ofrecía—. Pero intentaré entenderlo, Jackson. Solo... dame tiempo.

El asintió lentamente, sus ojos brillando con esa mezcla de devoción y protección que me había mostrado desde el principio.

—Te doy el tiempo que necesites —dijo, aunque su voz tenía un tono oscuro que no podía ignorar—. Pero hasta que la conexión esté completamente sellada, no puedo prometer que no seré así. No quiero que la mordida te duela, y hasta que puedas caminar sin sentir ese dolor, estaré más cerca de lo que probablemente te guste.

Me puse su polo, sintiendo el peso de su olor envolviéndome, y algo dentro de mí se relajó. A pesar de la intensidad, a pesar de lo abrumador que podía ser, había algo reconfortante en el hecho de que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para cuidarme. Para protegerme.

Jackson se acercó de nuevo, su cuerpo rozando el mío suavemente. Me miró a los ojos, como si buscara alguna señal de incomodidad, pero yo solo podía sentir esa conexión cada vez más profunda, más fuerte.

—Lo siento —repitió, su voz baja, casi un susurro—. Pero ahora no puedo ser de otra manera.

La Prostituta Del Alpha MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora