Capitulo 14

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Mientras la doctora terminaba de limpiar y vendar las heridas de Steve, Tony se sentó en la camilla cercana, esperando su turno. El ambiente en la enfermería era silencioso, roto solo por el sonido de la doctora preparando el equipo necesario para tratar la brecha en la frente de Tony.

Cuando la doctora comenzó a limpiar la herida de Tony, Steve, aún adolorido pero consciente, no pudo evitar observar. Sus ojos se fijaron en Tony, que intentaba mantenerse estoico mientras la aguja atravesaba su piel.

Cada vez que la aguja entraba, Tony hacía una leve mueca de dolor, apretando los dientes y mirando hacia otro lado, intentando no enfocarse en la sensación. Steve, al ver los gestos de dolor en el rostro de Tony, sintió una punzada de culpabilidad. No importaba cuán tensas estuvieran las cosas entre ellos o la paliza que tony acababa de darle, la visión de Tony sufriendo le era casi insoportable.

La doctora, concentrada en su trabajo, hizo su mejor esfuerzo para ser rápida y eficiente, pero Steve podía ver cada pequeño gesto de incomodidad en Tony. Aunque sabía que Tony era fuerte y podía manejar el dolor, Steve no pudo evitar sentirse responsable de lo que había pasado. Finalmente, la doctora terminó de suturar la herida y aplicó un vendaje limpio sobre la frente de Tony.

—Eso debería sanar bien, pero trata de no hacer esfuerzos innecesarios durante un par de días. Quiero que ambos se queden aquí esta noche, para asegurarme de que estén bien antes de regresar a sus habitaciones —dijo, con un tono que no dejaba lugar a protestas.

Steve y Tony asintieron en silencio, aceptando la orden de la doctora. En cualquier otra ocasión, Tony habría protestado enérgicamente, insistiendo en que estaba bien y que no necesitaba quedarse bajo observación. Pero había aprendido, a lo largo de los años y las experiencias, que a veces era mejor escuchar a los profesionales de la salud, especialmente después de los incidentes durante su celo.

Con un cansado suspiro, Tony se recostó en la camilla. Sentía el peso del día en sus músculos y en su mente, y aunque su instinto le decía que debía seguir adelante, su cuerpo y la lógica le indicaban que necesitaba descansar, mientras la doctora salia de la habitación.

—Lo siento, Rogers —murmuró, con una voz apenas audible. Pero en el silencio de la enfermería, Steve lo escuchó perfectamente. Steve giró la cabeza para mirar a Tony, sus ojos llenos de preocupación y algo más que Tony no quiso interpretar en ese momento. A pesar de que Tony intentaba evitar el contacto visual, podía sentir la intensidad de la mirada de Steve sobre él 

—Me he pasado de fuerza hoy —continuó Tony. —. El entrenamiento no es para desahogar viejas penas.

—No te disculpes, no ha sido nada comparado con el dolor que te he hecho sentir estos años... me merezco más que esto —respondió Steve, su voz quebrada, los ojos fijos en los de Tony.

Tony, al escuchar esas palabras, abrió los ojos y se encontró con la mirada azul de Steve, llena de tristeza y arrepentimiento. Sabía que Steve estaba sufriendo, pero eso no hacía que sus propias heridas dolieran menos.

—Tienes razón, pero no es la forma, y menos frente a mis alumnos —dijo Tony, suspirando con cansancio—. Les he enseñado que los entrenamientos no son para desahogarse, y lo he hecho...

Steve, con los ojos llenos de lágrimas, asintió ligeramente, aceptando las palabras de Tony.

—Me lo merecía, me lo merezco... Has cambiado mucho —admitió Steve.

—Un poco —respondió Tony, levantando una ceja, una chispa de su antiguo sarcasmo brillando por un instante.

Steve tragó saliva, sintiendo la desesperación apoderarse de él.

¿Por qué volveria a ser Ironman?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora