Cicatrices || Chestappen

Capitulo 7. Discusión

DISCUSION

—¿Qué te pasa? Me asustaste.

Mis ojos lo escanearon por completo. La misma ropa de ayer, su cabello hecho un desastre, unas ojeras prominentes ¿Dónde se había metido?

—Te espantas demasiado rápido, a decir verdad.

—Sales de la nada, ¿qué quieres que haga?

Lo miré de mala gana, su porte alto encapsulado frente a mí entre tanta nada me hizo sentir un leve cosquilleo en la nuca. Mi atención estaba muy concentrada en mirarlo mal, pero me fue inevitable notar que a pesar de que el aire tenía una brisa furtiva, su olor no se perdía entre el olor a madera y tierra mojada que se esparcía en el ambiente. Olía a menta y una ligera loción masculina muy suave.

Sus ojos azules que eran el mismo cuento de mi mirada, se arrastraron por mi rostro con un interés lento, antes de que de un solo tirón rápido y casi mecánico me moviera hacia un lado cuando se escuchó una voz distante de alguien que probablemente era de la excursión.

—Puedes no hacer tanto ruido que nos van a escuchar si sigues gritando.

—¿Qué no haga ruido? —arrojé con enojo—. Voy a gritar ahora mismo si no me dices que quieres. Aparte de que pareces fantasma apareciendo así, no vuelvas a hacer eso, me vas a matar de un jodido susto.

—Los únicos muertos seremos tú y yo si no te callas. Solo sígueme.

No esperó respuesta, me intentó arrastrar consigo y lo logró apenas unos pasos, pero yo me detuve. Su mano que aún me sostenía, dio un tironcito, debido a que Max no se había dado cuenta de eso y quiso seguir avanzando. Sus dedos estaban fijos en mi antebrazo, no era un agarre doloroso o fuerte, en cambio era suave y muy superficial.

—¿Y me vas a decir dónde vamos? —pregunté con recelo—. Mejor dicho, ¿a dónde me llevas?

—¿Sabes pescar? —cuestionó él evadiendo mi pregunta.

En esos momentos no quería sumergirme en una especie de juego. En donde yo preguntaba y él respondía con otra pregunta, así que me limité a responder esperando que eso llevara a algún sitio la conversación.

—No, no sé.

—Pues yo sí.

—¿Y eso qué? —Me solté de su agarre, porque de manera inconsciente ninguno lo había hecho.

Cuando nuestras manos estuvieron separadas, Max la metió a su bolsillo del pantalón y soltó una risa baja y controlada.

—Primero estabas molesto porque no te ayudaba y ahora que lo hago también te enojas. Dijiste que esto era trabajo en equipo. Así que aquí estoy —su voz estaba relativamente relajada y tenía una pizca de diversión y reproche.

Como si su buen corazón amable se acordara después de tanto de mí y estuviese ahora haciéndose el buen samaritano.

Y eso me irritó. ¿Era solo cuando a él se lo antojaba o qué?

—Que lindo —le di una sonrisa falsa—, pero el lago queda por allá —dije, señalando por el lugar en donde veníamos.

—¿También tienes un croquis de eso o qué?

—No —mascullé—. No lo tengo, ¿tú sí?

—No, pero conozco el lugar. ¿Quieres mi maldita ayuda o no?

—¡No puedes ser amable más de cinco minutos, sin ser un imbécil!

—Qué no grites.

—Yo hago lo que...