Capitulo 8. ¡Pareces un muerto!

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"PARECES UN MUERTO"

Todo a mi alrededor era tranquilo, el agua fluyendo produciendo un sonido relajante y armonioso, acompañado de las hojas del viento estrellándose entre sí, por los ligeros y fríos vientos que movían las copas de los árboles, algunos grillos y pájaros cantando en la distancia, era un ambiente pacífico.

Habían transcurridos unas cuantas horas desde que Max y yo nos habíamos escapado del grupo para venir a este extremo del lago. Escapar suena como una acción rebelde, algo que yo nunca haría, pero sí, me encontraba en medio de un lago junto a un chico. Aunque siendo sincero la palabra secuestrar podría funcionar bien, ya saben él solo me jaló y bueno lo demás ya saben.

Estábamos encima de una gran piedra que estaba colocada en la orilla del lago, dándonos una vista clara de él. Era grande y alta, ambos estábamos sobre ella, cada uno con su caña de pescar en mano.

Habíamos llegado al acuerdo de que él me ayudaría o por lo menos me daría instrucciones para hacer más fácil mi labor de pesca.

Ahora, Max me miraba y yo tenía una expresión confusa en mi cara.

—No entendí —dije viéndolo con el ceño fruncido—. ¿Puedes explicarlo sin tantos tecnicismos?

Estuvo a tres segundos de rodar los ojos, pero noté como se contuvo y solo se pasó la mano por la cara, un poquitín frustrado. Era la segunda vez que me lo explicaba, y no lograba entender por completo todo. ¿Qué sedal no era un tipo de tela?

—Sostenla por el palo. Lanza lo demás hacia atrás para que agarre impulso y después lánzalo hacia delante con un poco de fuerza —explicó, haciendo de manera lenta y detallada cada acción que decía.

Asentí, sin mencionar nombres raros de cosas y ángulos de no sé qué, parecía ser más sencillo.

—Lo sostengo por el palo —tomé el palo en mis manos—. Lanzo lo demás hacia atrás para que...

—Hazlo rápido para que no te llegué a golpear a ti.

—¿Qué me va a golpear?

—El anzuelo, Sergio.

—¡¿El anzuelo me puede golpear?! —Me alarmé cuando vi el brillo metálico y puntiagudo del anzuelo—. Ya no quiero.

—Sergio...

—¿Y si me corta?

Cortar sería hasta tener suerte y si se me quedaba enganchado en alguna parte del cuerpo. Dolería, mi umbral del dolor era bajo, muy bajo. Dios, que me iba a morir desangrada.

Max me miró con mala cara, ah, yo únicamente estaba esperando que se le fuera toda la paz que tenía conmigo.

—No te va a cortar si lo haces bien —masculló—. Solo hazlo con fuerza, no es tan difícil.

—Pero...

—Sergio...

—Está bien, está bien —Que delicado era, ni yo que lo había soportado tanto de malas me ponía tan malhumorado—. No tienes mucha paciencia.

—Me la quitas toda.

—Vaya, ya veo que no soy tu persona favorita, pero disimula.

—No te he aventado al lago, lo estoy disimulando bien.

Puse los ojos en blanco y mejor me enfoqué en lo que iba a hacer. No quería tentar mi suerte. Tomé la caña con fuerza, mis nudillos quedando blancos por la presión y mi palma irritándose ante el metal.

Solo era... Me giré hacia Max con una sonrisita inocente.

—Rápido, ¿verdad? —únicamente quería confirmar.

Cicatrices || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora