SANACIÓN.
Dos meses después.
(14 de diciembre.)
Sergio Pérez
Sabía que no sería fácil.
Pero quería hacerlo.
Quería esta libertad. Quería sanar este dolor que era tan conocido y a la vez tan desconocido.
Y aunque por un momento quise dejarlo a un lado, omitirlo, evadirlo, no para que desapareciera porque sabía que en algún momento llegaría, sino para poder reunir todas mis fuerzas por si no salía de la manera en que deseaba, estaba consciente de que hacerlo de alguna manera era lo más sano para mí.
Necesitaba dejar de suponer lo que pasaría. Dejar de arrastrar un peso que me estaba estancando sin tener una idea real de qué pasaba si lo soltaba.
Una parte de mí me pedía que no lo hiciera. Que me detuviera. Que reconstruyera un poco de la confianza que había perdido en las personas más cercanas y que tenía a mi alrededor, para después tocar esa puerta que se había mantenido tanto tiempo cerrada.
Esa parte tenía miedo. Estaba asustado. Quería retrasar el tiempo, ralentizarlo. Quería sumergirme en una cama, hacerse bolita y avanzar dejando atrás todo para después volver fuerte y sin tanto dolor, a afrontar eso. Ese miedo.
Ese miedo de decirle a mi padre lo que había pasado.
Solo quería esperar más tiempo para decírselo.
Y esa parte, esa parte que a veces se sumergía y pensaba en que esa era su mejor elección se asustaba más al pensar en qué pasaría si él no le creía. Si al igual que Marilú solo...lo ignoraba y fingía que no había pasado nada.
¿Y si volvía a derrumbarme?
¿Y si todo lo que había logrado se rompía?
Entonces volvía a este punto. A esta parte que había intentado silenciar por mucho tiempo.
La otra parte. La que me pedía que no lo hiciera, que esperara más tiempo, se escuchaba como un murmullo ruidoso. Sin embargo, esta parte me gritaba con fuerza que lo hiciera. Que lo sacará. Que no me atormentara más tiempo con un dolor que me estaba dañando. La tortura de los mil escenarios que pasaban en mi cabeza sobre lo que iba a pasar o no.
No era necesario. Fernando me dijo que decidiera lo que me hacía sentir más cómodo. Lo llené de preguntas, ¿Qué era lo mejor? ¿Qué pasaría si esto pasaba así... si no pasaba? ¿Cuál era su experiencia al respecto?
Su respuesta a veces variaba en palabras, sin embargo, siempre suavizaba la misma contestación:
"—Cuando alguien es víctima de un suceso tan traumático, como una violación, reacciona de distintas maneras. Aunque hay varios sentimientos que predominan, entre ellos el miedo, la vergüenza y la culpa. Son sentimientos que pueden tener distintos matices, pero que son ellos.
» Miedo a tu entorno, miedo a que se repita, miedo a que nadie te crea, miedo a lo que sigue, miedo a una infinidad de cosas. Vergüenza a hablar, vergüenza a exponer algo como que tu sexualidad fue vulnerada y agredida, vergüenza a exponer lo que paso porque tienes miedo a cómo te van a mirar, a tratar, e involuntariamente a veces sientes que te pueden juzgar. La culpa también nace, te preguntas si fue tu culpa, que si no hubieras hecho esto...tal vez no hubiera pasado aquello, que fue tu culpa por no haberte dado cuenta que iba a pasar.
» Son sentimientos erróneos, y dañinos que se integran a nuestro entorno. Esos sentimientos que nacen, son difíciles de afrontar, unos más que otros, pero no imposibles. Lo primero que se recomienda es que una persona afronté lo que le pasó, que lo verbalice para después conocer todo lo que le ocasionó y a partir de ahí tratarlo.
ESTÁS LEYENDO
Cicatrices || Chestappen
FanfictionSergio Pérez llega a un pequeño pueblo junto a sus padres con la esperanza de dejar su pasado atrás o poder comenzar de cero, pero conoce a un chico que de una u otra manera se meterá en su vida Ambos tienen un pasado tormentoso, solo son adolescent...