Capitulo 26. Descubrimiento

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DESCUBRIMIENTO

Abrí mis ojos perezosamente, sintiendo que mis párpados pesaban. Y tardé unos cuantos segundos en entender porque sentía mi cuerpo un tanto incómodo.

Tenía mi cabeza hundida entre mis brazos, bocabajo. Así que parpadeé unas cuantas veces antes de levantar la cara, sabiendo que la luz del día iba a lastimarme. Max ya no estaba. El almohadón sobre mis manos era rasposo, al igual que el roce de mis pies con la madera del reposabrazos del sofá.

Despegué con cuidado mi cara, levantando mis manos y pasándolas sobre mi cara. ¿Qué hora era? ¿Dónde es...?

Mis cejas se hundieron en mi rostro, y me acomodé casi como si mis pies tuvieran resorte. Quedé sentado sobre el sofá, con la sábana blanca colgando por mis pies.

—¿Qué están... haciendo?

En serio, ¿Qué rayos estaban haciendo?

Pasé mis puños por mis ojos, y entrecerré los ojos, afinando mi vista.

Charles, Carlos y Gorge estaban sentados en el sofá de enfrente. Apretados, como sardinas embotelladas, mientras me miraban y lo hacían con tanta intensidad que hasta tuve que mirarme yo misma. Mismo jersey de anoche, mismos jeans. Le di toquecitos a mi cara, bueno era la única opción. Pero nada.

—¿Alguna vez los ha atropellado un camión? —la voz de Charles, salió pastosa, y extraña, pero sus ojos no despegaron de mí.

—No —respondió Carlos.

—No —esta vez fue Aaron.

—A mí tampoco —pronunció Charles y entrecerró los ojos en mi dirección—, ¿y a ti.?

—No —me agaché para buscar mis zapatos.

Comencé a desatar la cuerda de uno, y tuve que ignorar las miradas penetrantes que me estaban manteniendo. Era como si me miraran, pero a la vez no lo hacían. Como cuando te despiertas y estás en plena crisis existencial y solo miras un punto, pues yo era su bendito punto.

—Dicen que se siente feo —pronunció, su voz se oía impostada.

—Es obvio, estás siendo aplastado por casi una tonelada de metal.

—Arrollado —George corrigió a Carlos—, si el coche va a una alta velocidad, probablemente lance a volar tu cuerpo, si tienes suerte fuera de su camino. A menos que el camión no vaya a tanta velocidad, en ese caso si es posible que te aplaste.

Tomé mi otro zapato entrecerrando mis ojos, viendo como los tres mantenían su conversación, o lo que fuera que estaban haciendo. Porque maldita sea, hablaban entre ellos y a la vez solo me miraban.

—¿Crees que alguien sobreviva a eso? —cuestionó Charled.

—¿A qué, a ser arrollado o aplastado? —inquirió Carlos.

—A ser aplastado.

—Según qué parte te aplasten —respondió George—. Si solo es una extremidad que no contiene un órgano importante y eres atendido a tiempo probablemente sí sobrevivas, pero si te aplastan el abdomen, tórax, cráneo date por muerto.

Terminé de ponerme el último zapato y de un fuerte apretón tensé las agujetas, mientras alistaba mi oído. Porque por alguna extraña razón, yo también me sumergí en sus palabras.

—¿Y si eres arrollado? —Charles frunció las cejas—, es mejor ¿cierto?

—Ehhh —George lo pensó y se relamió los labios—, depende, si el impacto es lo suficientemente fuerte, puede romper tus huesos, sino solo ocasiona fracturas. Si sobrevives dependería de todo, la fuerza del impacto, el daño causado, la resistencia de tu cuerpo, la sangre perdida, las partes lastimadas.

Cicatrices || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora