Capitulo 25. Regreso (Im)Perfecto

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*Pues me enfermé y no me morí, así que traje un capítulo muy largo en agradecimiento por los 3k! 💗. Sorry, vayan a sufrirlo (es broma, pero si quieren no es broma)*

REGRESO (IM)PERFECTO.

Di un pequeño salto evitando tropezar con el tronco que yacía en el camino. Mis ojos pesaban; y mis manos y pies dolían como el infierno. Al parecer la adrenalina del momento había hecho que mi cuerpo no sintiera ningún malestar instantáneo, pero ahora cada acción que había realizado le había pasado factura a cada músculo de mi cuerpo. Necesitaba una maldita cama.

Llevaba mi mano entrelazada con la de Max, mientras caminábamos sobre el pequeño sendero que se desplazaba frente a nosotros, advirtiéndonos que estábamos a solo un par de metros de llegar a la cabaña.

Las ramas y hojas se adherían con recelo sobre mis tenis deportivos que calzaba. Por suerte la lluvia había cesado y ahora lo único que caía sobre nosotros eran las pequeñas gotas que se habían acumulado en las hojas y que por las fuertes oleadas de viento se escapaban y derramaban sobre nosotros.

El olor a madera mojada era penetrante. Y no me disgustaba. El bosque ya no se veía terrorífico, sino melancólico. Eran aproximadamente las seis de la tarde y el poco sol que debía de haber a esta hora se veía opacado por las nubes grises que no habían abandonado el cielo desde hace horas. La tierra suelta se había vuelto una mezcla de lodo resbaladiza.

No pude evitar darle una mirada disimulada a Lando. El y George iban a unos pasos delante de nosotros.

No había dejado de observarlo desde que nos habíamos distanciado del hospital. No podía evitarlo, a veces lo hacía sin notarlo. lando posaba sus manos sobre su abdomen mientras una mueca se acentuaba en sus labios. Se veía pálido, más de lo común. Caminaba con dificultad. Sus labios se tensionaban y se mordía el interior de cáchate como si resistiera algo. Tal vez los nervios, tal vez el dolor.

Ellos no lo notaron, demasiada emoción por tenerla de nuevo cerca. Era como si se tomaran un descanso de todo el peso, miedo o mortificación que pudieron sentir al no tenerlo a su lado. Pero yo había visto más de lo que quería, y eso mantuvo alerta mis sentidos. Esa sensación electrificante, ese sabor amargo que aún se mantenía en mis labios.

Cuando por fin llegamos al final del sendero, pudimos mirar la cabaña. Y yo pude sentir como mis pies ya me exigían un descanso.

—Espera, espera —le pedí a Max apretando su mano y tirando de él para impedir que siguiera avanzando.

—¿Qué ocurre?

—Me duelen los pies —me quejé, lanzando mi cabeza hacia atrás.

—Estamos a unos —miró hacia la cabaña, y exhaló dramáticamente—, cinco metros de la cabaña. No seas flojo.

—¿Flojo? —repetí con indignación—. ¿Me acabas de llamar flojo?

¿Él me llamó flojo?

Cargué el cuerpo de su hermano dos malditas veces en un día. Él no lo sabía, pero lo hice. Además de que todo el jodido camino de regreso a la cabaña había sido como escalar una montaña empinada.

—Sí —me contestó con una ceja enarcada—. Te he llamado flojo.

—Fingiré que no escu...

—Flojo. Flojo. Flojo. —comenzó a soltar, mientras avanzaba arrastrándome con él.

No quería caminar, ni moverme, pero tuve que seguir sus pasos cuando sentí que si no lo hacía me iba acabar yendo de boca.

—Max. Espera —me quejé intentando detenerlo.

Cicatrices || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora