—Mi poder de la creación les pertenece.
Lo vio, dirigiéndose a ella y a las otras tres. En aquella visión, el Dios de la restauración lucía diferente al que había estado viendo los últimos días. Este sonreía con crueldad y por la apariencia de las otras tres, tuvo el extraño presentimiento de que esta era una memoria de una vida mucho más lejana.
»Las he creado. —Lo escuchó decir, comprendiendo que se trataba de su primera vida—. Para que me sirvan leal y eternamente. Cambiarán de vida y nombre constantemente, pero siempre serán la misma persona.
»Serás mi escudo. —Señaló a la de cabello castaño—. Tú serás mi mensajera, tú mi guerrera y tú... —Señaló a Anastasia—. Serás mi sabia.
Anastasia sintió que se estremecía de miedo al verlo sonreír con tanta soberbia y crueldad.
—¿Y qué es lo que hace una sabia? —interrogó la Anastasia de aquella vida.
—Servirme y nunca abandonarme —respondió Dios, sujetándola del mentón—. Ustedes me pertenecen y deben ser muy leales a mí, por siempre... Por toda la eternidad.
El Dios que les había otorgado su primera vida, se veía y se expresaba muy diferente al que conoció en su última vez. Aquel era más oscuro y maligno, pero incluso en tiempos tan antiguos, su mirada reflejaba la misma sombra de soledad y tormento. Aquella sabia, levantó sus manos cuando lo tuvo tan cerca y acunó el rostro de Dios entre sus manos con una sonrisa.
—Sí, mi Dios.
Y la sonrisa de Dios se desvaneció, abriendo paso a un brillo de ternura y esperanza en sus ojos carmesíes.
Anastasia sostuvo con fuerza la empuñadura de su espada, intentando conectar con su respiración, mientras su cuerpo dolía intensamente. Cuando al fin pudo respirar, pudo redireccionar la poderosa energía que emergió de ella.
Así, el poder del cosmos pasó a reflejarse sobre sus extraordinarias alas que habían cambiando, haciéndose más grandes y tomando la forma de alas de mariposa. Las marcas invasivas del hierro habían desaparecido, su rubio cabello había vuelto a crecer y un vestido celeste había sustituido al blanco de antes. Dos torbellinos de viento se volvieron visibles bajo sus costados gracias al polvo que se levantó, tomando forma de brazos extras, entre los cuales, corrían poderosos destellos cósmicos.
Anastasia, inhaló profundo y al exhalar, abrió los ojos cubiertos del color del cosmos, con los cuales, miró fijamente a Umbra, quien aguardaba su distancia, mirándola desaprobatoriamente, mientras el resto la contemplaba con admiración.
«Al fin, he podido tomar mi forma espiritual —pensó Anastasia».
—¡Te maldigo! —gritó Umbra, azotando el filo de su espada brutalmente sobre la tierra.
Grandes relámpagos corruptos surgieron de la espada de Umbra, abalanzándose sobre los silfos que se interponían en el camino y Anastasia exhaló profundo, emitiendo de su boca una fuerte bocanada de aire que levantó a los silfos de la tierra y los ayudó a esquivar el ataque de Umbra.
—¡Annie, eres como un espíritu de viento! —exclamó Elisa maravillada desde el cielo.
—¡Es un espíritu de viento, tonta! —dijo Aidé, remarcando la primera palabra.
Anastasia desplegó las alas y con una velocidad sin igual, aterrizó volando frente a Umbra, embistiendolo con su espada, por lo que el otro antepuso su espada para detener el ataque de la sabia.
—¡Debiste aceptar ser mi esposa, ahora los dos moriremos en esta tierra estéril!
Sí, la luz del sol se había extinto por completo, pero las luces del cosmos se balanceaban sobre el cielo de lo que alguna vez fue el bosque sagrado.
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Ráfaga Cósmica (Libro 2. Borrador)
FantasyCuando Darién y Anastasia atraviesan el portal de las estrellas, el cosmos desciende en respuesta al llamado del alma de una sabia en compañía de un mal presagio llamado: Arácula. Debido a esto, nuestra ráfaga guerrera deberá enfrentarse a la peor p...