Elisa le indicó cómo llegar y aunque Darién se perdió, al final logró encontrar el lugar: una laguna en medio del bosque, conectada a la tierra por un puente de raíces que conducía a una humilde choza en el centro. Apenas puso el primer pie desnudo sobre el puente, escuchó el gorgoteo del agua, acompañado de un susurro.
—Darién.
Él miró su reflejo, intentando encontrar el origen de aquella voz, pero sólo encontró el tono cristalino del agua, endulzado con el sonido de los árboles y las aves.
—Lágrima de luna. —Gretel lo arrebató de su ensimismamiento y el muchacho se volvió a mirarla de un sobresalto.
Gretel estaba en la otra punta del puente, contemplándolo con una expresión enigmática y una pipa en la mano. Así pues, con un ademán de su cabeza, le señaló la choza y lo invitó a pasar.
El interior de la choza resultó ser un lugar muy oscuro, el cual, Gretel se empeñó por iluminar con algunas velas. Era un lugar pequeño, repleto de estantes llenos de hierbas embotelladas y libros. Había una cama cubierta de hojas secas en el suelo en la dirección izquierda, un fogón a la derecha y una mesa redonda de madera en el centro.
—¿Vive aquí sola? —preguntó Darién.
—Nunca me casé —admitió Gretel, mientras servía té en algunos vasos de barro, desde una tetera que había mantenido al fuego del fogón.
Lo invitó a sentarse sobre un banquito que rechinó cuando Darién se colocó sobre él y le puso el vaso en la mesa. Luego sirvió unas galletas de avena en el centro, sobre un tapete de bambú que a Darién le pareció adorable. Gretel se sentó frente a él y lo miró fijamente, provocando que el chico se sintiera intimidado, pues enseguida recordó lo insolente que había sido con su matriarca.
—Esperaba que vinieras a verme —reconoció Gretel, bebiendo de su té caliente.
—Sabes lo que soy... —respondió Darién con timidez.
—Vivo sobre la laguna que le dio origen a tus poderes —respondió Gretel sorprendiendo al muchacho y volvió a mirarlo con seriedad—. Tengo entendido que en este lugar, tu padre, Darrel, fue bendecido por la luna.
—Am... —Darién no sabía qué responder a tan impactante revelación.
—¿Qué tu padre nunca te lo dijo? —preguntó Gretel, frunciendo el ceño.
—Yo no... No lo conocí...
Esta vez, fue Gretel la que mostró sorpresa y se inclinó sobre la mesa, buscando los ojos de Darién para comprobar que dijera la verdad.
—¿Qué?, ¿se fue a comprar cigarrillos? —preguntó Gretel todavía estupefacta.
—Me dijeron que fue a responder a un importante llamado de la luna y jamás regresó...
—¿Y Kane?
Darién bajó la mirada con congojo cuando el nombre de su madre fue pronunciado y al verlo, Gretel emitió un sonoro suspiro.
—Jamás pensé que algo malo pudiese sucederle a Darrel —confesó—, lo veía venir de forma tan esporádica que, pensé que su larga ausencia era normal.
—¿Usted lo conoció? —Darién la miró sorprendido.
—Oh, por supuesto que lo conocí, fue mi primer amor y el motivo por el que nunca me casé. —Gretel lo miró sonriendo, dejando estupefacto al muchacho y luego se rió a carcajadas, pero la risa se apagó lentamente y contempló el contenido de su vaso con nostalgia—. Jamás fui correspondida.
»Y eventualmente, me enamoré de mi soledad, mis estudios y mi tranquilidad. Por otro lado, conforme yo envejecía, Darrel seguía conservando su vigor y belleza. Ahora yo soy una pasa seca y senil, mientras que Darrel, seguro sigue siendo un buen mozo. Soy longeva, porque al ser una sabia poseo grandes conocimientos y he sabido conservarme, pero no soy eterna, ni semi-inmortal como él...
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Ráfaga Cósmica (Libro 2. Borrador)
FantasíaCuando Darién y Anastasia atraviesan el portal de las estrellas, el cosmos desciende en respuesta al llamado del alma de una sabia en compañía de un mal presagio llamado: Arácula. Debido a esto, nuestra ráfaga guerrera deberá enfrentarse a la peor p...