Capítulo 2: Despertar

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Darién se removió en el suelo porque hacía frío y, al abrir los ojos, vio a Anastasia dormida, usando su chaqueta para cubrir su desnudez. Ella se hacía un ovillo en el suelo y sus alas se escondían bajo la prenda.

El muchacho se sentó sobre la hierba y buscó rápidamente su ropa interior junto con los pantalones, ya que, era demasiado incómodo dormir de esa manera, por lo que suspiró al encontrarse otra vez vestido.

Miró la fogata, la cual ya se había apagado y entendió que esa era la razón por la que había empezado a sufrir frío. Luego miró el cielo, descubriendo que un leve azul claro iluminaba el azabache de la noche.

«Pronto va a amanecer —pensó».

Y antes de que cualquier otro pensamiento se manifestara, una resplandeciente luz azul se reflejó en su piel, provocando un hermoso espectáculo de destellos circulares. Darién buscó el origen y descubrió que allá en el peñasco, estaba naciendo de la tierra un inusual cristal azul.

—¡Anastasia! —Agitó a la sílfide con urgencia y ella se levantó de un respingo, lamentándolo de inmediato por las quejas que emitieron algunos músculos nunca antes usados—. ¿Estás bien? —preguntó Darién preocupado.

—Sí... —gimió ella, luego buscó los ojos de Darién en busca de una explicación.

—¡Es el portal! —Darién lo señaló.

Anastasia se volteó para mirar y en efecto ahí estaba, todavía naciendo de la tierra, alzándose en forma de cristales que iban tomando forma de un arco.

—¡De prisa! —exclamó Anastasia, cogiendo su ropa y pasándole su espada a Darién.

Él la atrapó y corrió tras la sílfide, quien voló en el aire, poniéndose la ropa en el proceso. Una carrera verdaderamente torpe y precipitada, pero lograron llegar a tiempo para ver el arco de cristal finalmente formado. En seguida, el resplandor del crepúsculo se reflejó sobre los cristales y salpicó el océano de destellos fulgurantes.

—¿Así es cómo lo recuerdas? —preguntó Darién, devolviéndole su espada a la sílfide, la cual ella aceptó.

—Es más hermoso... —confesó Anastasia embelesada, mientras daba el primer paso.

La luz azul se manifestó en el centro del arco, formando un remolino de luz y Anastasia pensó que en efecto, esa era la hermosa luz azul que recordaba; la cual la abrazó en su momento más oscuro.

En esta ocasión, todo fue diferente, pues cuando Darién se acercó también, su cabello se volvió plateado y sus ojos adquirieron la apariencia de dos lunas llenas.

—¿Darién? —preguntó Anastasia sorprendida, pero el chico no respondió, como si estuviera inmerso en un repentino transe—. ¡Darién! —Anastasia tomó su mano y trató de detenerlo cuando él caminó hacia el portal.

La tierra tembló, la luz de Darién se reflejó en el portal y una grieta negra se abrió sobre sus cabezas. Cayó la lluvia y las olas se estremecieron con brutalidad, mientras el viento susurraba "peligro".

—¡Darién! —gritó Anastasia desesperada.

Donde los astros se cruzan... —musitaron los vientos, con una voz aguda y apenas legible—. La luz de los astros que nunca antes se habían cruzado en un mismo espacio...

Anastasia hizo un esfuerzo descomunal para detener a Darién, pero él siguió avanzando hacia el portal, completamente inmerso en quién sabe qué.

Luz de luna... Luz del sol... Y luz de estrella...

—¡Dariéeeen!

Y el portal, finalmente, los absorbió a los dos.

Y el portal, finalmente, los absorbió a los dos

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Ráfaga Cósmica (Libro 2. Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora