Capítulo 13: Una retorcida historia familiar

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Gretel regresó al interior de la choza con urgencia y Darién la siguió, necesitado de respuestas. Finalmente, Gretel tomó un libro de su estantería y lo colocó sobre la mesa, haciendo rebotar el polvo que lo cubría.

Darién tosió y se acercó para mirar las páginas que Gretel pasó de largo con rapidez. Observó que se trataban de árboles genealógicos. Hasta que por fin, se detuvo en uno que destacaba un peculiar escudo que él recordaba haber visto en la funda de espada del señor Umbra. Sobre el escudo resaltaba en letras grandes el apellido: Sallow.

—Son una familia noble —explicó Gretel—, y durante generaciones han servido al rey Asmund como escuderos.

—¿Han servido al mismo rey? —preguntó Darién con desconcierto.

—El rey Asmund es un dragón —respondió Gretel, sorprendiendo a Darién—, la especie más longeva sobre nuestra dimensión, pero también es el último, pues hace mucho que la montaña de Dragonius fue consumida por la corrupción.

»Ser escudero del rey es la labor más honorable que sólo los silfos de la familia Sallow han tenido el privilegio de llevar a cabo.

—¿Por qué sólo ellos?

—En el pasado, los dragones más poderosos poseían el poder de la "visión espiritual".

—¿Qué es eso?

—Una afinidad para ver todo lo que se encuentra más allá de nuestro mundo, incluyendo a los seres de la segunda dimensión.

Darién quedó atónito frente a tal declaración.

—Era común en las mejores familias de dragonius —prosiguió Gretel—, pero tras su extinción, el rey Asmund fue el único que permaneció de pie y para su mala suerte, él no poseía tal habilidad.

De pronto, Gretel señaló bruscamente la imagen de una sílfide enmarcada entre las ramas del árbol genealógico de los Sallow.

—Ginebra. —La nombró Gretel con frialdad—. Fue la primera sílfide de la familia Sallow en presentar todos las señales de la visión espiritual apenas empezó a gatear... —Gretel miró a Darién expectante—. Veía fantasmas y hablaba con ellos. Luego, con el tiempo, empezaron sus ataques de pánico porque los seres de la segunda dimensión le susurraban...

«Suena a mí de pequeño...».

Darién no se atrevió a exteriorizar lo que estaba pensando, pero la palidez y el terror de sus ojos lo delataron.

—Sí, sé que tú también posees la visión espiritual. —Gretel suspiró.

—¡¿Cómo lo sabe?!

—Eres el hijo de Darrel y él también la tenía. —Gretel lo miró con seriedad—. La cuestión es que, no es normal entre silfos y sílfides, de tal forma que, por alguna extraña razón, sólo sucede entre los miembros de esta familia. —Volvió a señalar el libro—. Para el rey Asmund resultó ser muy beneficioso...

»No todos los miembros de la familia Sallow heredan esta habilidad, pero sí todos los silfos de la familia son entrenados para servir como escuderos. No heredan la visión como tal, pero sí una afinidad con el plano espiritual y el plano astral.

—¿Y Umbra? —preguntó Darién preocupado—. ¿Él heredó esa habilidad?

—Hasta donde se conoce, no —respondió Gretel—, jamás mostró ningún indicio de niño... Pero por alguna razón, a diferencia de sus antecesores, él logró construir una sólida amistad con el rey, de tal forma, que el rey lo consiente demasiado.

»Así que, en mi humilde opinión, yo creo que Umbra sí heredó la visión espiritual, sin embargo, mientras no mostraba ningún indicio de poseerla, sí mostraba grandes indicios de ser un genio, un estratega y un retorcido manipulador... —Gretel contempló con amargura el retrato de Umbra en el tronco del árbol—. Seguro que fue capaz de esconder su habilidad aún siendo sólo un niño...

—¿Eso lo vuelve peligroso?

—Darién. —Gretel lo miró con frialdad—. Tú posees esa habilidad, pero estoy casi segura que los seres de la segunda dimensión huyen de ti y de tu luz de luna, pero... —Señaló a Ginebra—. Estos silfos y sílfides no poseen una luz como la tuya, por el contrario, rebosan de tanta energía vital que son extremadamente apetitosos...

»El final de cada silfo y sílfide de esta familia ha sido catastrófico. Son temidos porque todos y todas han terminado en el mismo crudo destino: La posesión.

—Entonces, Umbra...

—A Umbra le espera el mismo destino. —Gretel asintió—. ¿Cómo crees que el señor Fegim se puso cuando éste silfo dijo que quería desposar a su hija? El señor Fegim enloqueció y estaba dispuesto a hacer lo que fuera para impedirlo.

—¿A tal grado de querer asesinarla? —replicó Darién indignado y Gretel bajó la mirada.

—No fue así como sucedió exactamente, pero no me corresponde decirlo.

—¿Por qué no?

—Porque son asuntos que sólo le conciernen a la familia Fayrel. —Gretel lo miró con seriedad—. En cuanto a ti, no hay manera de que puedas enfrentar a Umbra, pues sí lo desafías, el rey pondrá toda la dimensión 20 en tu contra. Además. —Volvió a señalar a Ginebra—. Se rumorea que esta mujer hacía pactos con los invasores... Y yo no dudo que Umbra esté siguiendo los pasos de su antecesora.

«¿Quién haría pactos con los seres de la segunda dimensión? —Darién se preguntó incrédulo».

—Sí resulta ser cierto, Anastasia está en peligro... Uno muy grande —comprendió el muchacho con preocupación.

—La princesa es sabia —dijo Gretel—, sé que sabrá ser cautelosa.

—Necesito ir por ella, Gretel.

—No, Darién. —Gretel lo tomó fuertemente de los brazos—. No puedes ir ahí sin más, hay que pensar bien las cosas o el rey... El rey podría castigar a toda la comunidad, como trató de hacerlo hace nueve años cuando el señor Fegim le arrebató la oportunidad de tener a Anastasia al señor Umbra.

—¿Por qué ese rey está dispuesto a ir tan lejos para complacer a un escudero? —inquirió Darién extrañado, mientras su cabello resplandecía, expresando toda su preocupación.

—No lo sé —admitió Gretel—, pero estoy segura que él quiere lo mismo que el señor Umbra y es la sangre de mi princesa en su descendencia... Aunque, no sé por qué precisamente mi pequeña sabia...

«Ellos quieren el poder del cosmos —comprendió Darién estupefacto».

«Ellos quieren el poder del cosmos —comprendió Darién estupefacto»

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Ráfaga Cósmica (Libro 2. Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora