—¿No es triste? —preguntó Darién junto a Gretel, contemplando la danza de la matriarca y el señor de los silfos.
Aquellos dos acaparaban toda la atención, pero se miraban fijamente el uno al otro, como sí no existiera nadie más.
—¿Qué cosa? —preguntó Gretel desconcertada.
—Se tratan con tanta formalidad a pesar de ser marido y mujer... ¿No deberían ser más cercanos?
—Son cercanos —respondió Gretel—, en realidad, actúan así cuando están en público porque deben representar el orgullo de todos los silfos y sílfides de su comunidad, lo cual es frustrante, ya que, pasan mucho tiempo extrañándose.
—Bueno, eso es triste —replicó Darién—, cuando yo vuelva a ver a mi Anastasia, lo primero que haré será abrazarla. No podría ser tan formal habiendo pasado tanto tiempo extrañándola.
—Tú fuiste criado diferente, en otro mundo y bajo otras normas.
—Fui criado sin amor —respondió Darién sorprendiendo a Gretel y al verlo, notó cómo el muchacho contemplaba con amargura la feliz pareja—, por eso, yo no podría aguantar mi amor ni un segundo más. Es muy doloroso... Extrañarla.
Con una vela en las manos, Anastasia atravesó los extensos pasillos y se introdujo discretamente en la biblioteca. Luego, pasó ante cada estantería, examinando sus libros con una alegre sonrisa.
—Hacía mucho que no veía un libro... —comentó, pasando sus dedos sobre los lomos empolvados, pero se detuvo al sentir que sus mejillas se humedecían—. ¿Por qué entonces este vacío no desaparece?
Se sentó sobre un sillón y se pasó las manos por los ojos, intentando inútilmente cesar su llanto bajo el manto de la noche.
«Deja de llorar, princesa sílfide —se imploró internamente—, éstas personas no deben ver tu vulnerabilidad... ».
Tomó un libro cualquiera y lo abrió en una página al azar en un intento por despejar sus emociones, así pues, empezó a leer en voz alta.
—El duende se sintió frustrado porque no pudo encontrar el final del arcoíris. —Anastasia sonrió frente a la ironía del destino—. La garza, su amiga, le ofreció su lomo y emprendió el vuelo, dispuesta a ayudarlo para encontrar aquel dichoso tesoro... Un bello tesoro que resultó ser la amistad. —Cambió de página y continuó con la siguiente parte del relato—. La amistad del duende y la garza...
«Amistad... —pensó Anastasia con una nostálgica sonrisa, mientras recordaba a Brigitte, a Des, a todas las personas mayores que atendió junto a Des en la dimensión 21 y finalmente, a sus hermanas, cuando de niñas le hacían compañía—. Que misterioso es el amor».
Anastasia cerró el libro y lo devolvió a su sitio. Tomó la vela y regresó al pasillo, simplemente dispuesta a regresar a su habitación.
«Princesa Fayrel, debe hacer de la paciencia una virtud —recordó las palabras de su maestra, mientras caminaba con los pies descalzos y su camisón se tambaleaba a cada paso».
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Ráfaga Cósmica (Libro 2. Borrador)
FantasyCuando Darién y Anastasia atraviesan el portal de las estrellas, el cosmos desciende en respuesta al llamado del alma de una sabia en compañía de un mal presagio llamado: Arácula. Debido a esto, nuestra ráfaga guerrera deberá enfrentarse a la peor p...