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Hanna estaba muy nerviosa, lo de la cita había sido algo impulsivo, pero no iba a echarse atrás.
Tenía un compañero de trabajo, Kai, que siempre le escribía mails diciendo que extrañaba verla en la oficina y que cuando iba a aceptarle una cena.
Así que aprovechando que hoy volvía al trabajo presencial, le aceptaría la cita.

Kai estaba encantado de que por fin se hubiese decidido a quedar con el, así que organizaron que la recogería en su casa e irían a cenar.

Cuando Hanna salió de casa dando un portazo, se quedó un rato parada, tomando aire y calmando sus nervios. Le apetecía salir a airearse, pero sin duda lo que más le apetecía era darle a Jimin en los morros con su sonrisita de superioridad.

En cuanto se subió al coche y saludó a Kai las cosas empezaron a fluir con facilidad y la conversación entre ellos era cómoda y divertida.
Era un chico guapísimo y encantador, pero Hanna sabía perfectamente que lo suyo nunca llegaría más allá de un par de cenas, por el simple hecho de que él no era Jimin.

Estaban con el segundo plato, Kai le contaba un chisme sobre su nueva jefa, cuando empezaron a escuchar mucho jaleo en el restaurante.

- Eso es el llanto de un bebé?- preguntó Kai con extrañeza.

- Quien traería a un niño a un restaurante a estas horas? - dijo Hanna con una sonrisa que rápidamente se esfumó de su cara.

Ella conocía ese llanto, lo había escuchado innumerables veces durante el último año y su instinto de madre no la engañaba.
Giró su cabeza en cuanto reconoció que era Dasom y vio entrar a Jimin con su desconsolado hijo en brazos.

Todo el restaurante los miraba, así que Hanna se levantó corriendo y cogió al niño en brazos, acunándolo para que se calmara, mientras fulminaba a Jimin con la mirada, que en lugar de mirarla a ella se dedicaba a mirar con odio hacia Kai.

- Que haces aquí? - le dijo entre dientes.

- Lo lamento, pero no había forma de calmarlo, solo quería estar contigo.

- Espérame fuera.

Hanna le entregó al niño a Jimin y se acercó de nuevo a su mesa, sintiendo que todo el restaurante la estaba juzgando.

- Lo siento Kai, lamento esta interrupción, pero no puedo dejar al niño llorando y quedarme tranquilamente aquí contigo.

- Por supuesto Hanna.- Le contestó con una sonrisa.- Tu hijo debe ser siempre tu prioridad, no te preocupes, quizás otro día podamos retomarlo...

- Gracias por entenderlo....

Salió del restaurante lo más rápido que pudo. Sin mirar a Jimin a la cara, le cogió a Dasom de los brazos y se metió con él en los asientos traseros, cantándole y susurrando palabras en su oído para que se calmara.
Jimin se puso al volante sin mediar palabra, pero no podía disimular su cara, no había rastro alguno de arrepentimiento.

Al llegar a casa, el pequeño Dasom se había quedado dormido, agotado de tanto llorar. Hanna lo llevó a su cuarto y se quedó un rato con el, observando como dormía con su cara todavía roja por el llanto y leves suspiros se le escapaban durante el sueño.

Notó como Jimin se asomaba por la puerta, así que sin dirigirle la palabra procedió a salir de la habitación y dirigirse a la suya.
Jimin la siguió en silencio y la vio sentada en la cama quitándose los zapatos.

Se apoyó en el marco de la puerta y la observó un rato.

- Dime algo Hanna...

Hanna lo miró y sonrió irónicamente.

- Podría decirte un millón de cosas Jimin, pero solo hay una que no logro entender y es por qué?

- Dasom no se calmaba, me estaba preocupando, se estaba poniendo muy rojo...

Imperdonable park jimin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora