Capítulo 15

35 5 0
                                    


Años atrás

Hyunjin percibía las luces de las camionetas rodeando la cabaña, encadenado a la cama apenas podía visualizar el rastro de luz que se colaba por la diminuta rendija entre los tablones que protegían la ventana. Las fuertes voces afuera, imponentes y hostiles, además del fugaz chirrido de los autos le hicieron entender que ya no solamente eran él y Cormac en la casa.

Pudo escuchar los forcejeos fuera de la habitación, objetos pesados cayendo al suelo. La inconfundible risa de Cormac, junto a la voz llena de rencor de los oficiales, finalmente un disparo. Hyunjin no podía moverse, manos y pies estaban hatados a los soportes de la cama, también tenía frío, alguna corriente gelida había comenzado a colarse por debajo de la puerta.

— ¡Revisen todo, busquen más sobrevivientes! —Exclamó la voz de un hombre, podía jurar que era alguien mayor por el tono ronco— ¡Tiren esta puerta!

Hyunjin se mantuvo estático, mirando los troncos que cubrían el techo mientras los golpes se intensificaban, algunos rastros de madera caían como lluvia. Finalmente la luz ingresó con violencia a la habitación, la puerta había sido derrumbada y una cantidad suficiente de personas estaba en el lugar.

— ¡Aquí hay alguien! —Exclamó la voz de una mujer, quién se acercó con rapidez para mirarlo, llevando un par de dedos a su cuello para verificar el pulso carotídeo—. ¡Está vivo! —anunció, dedicándole una mirada de lástima que no pudo ocultar—. No lo estará por mucho tiempo en estas condiciones, envíen a los paramedicos.

La vergüenza era una emoción que no había experimentado desde que Cormac llegó a su vida, pero mientras la dama y su equipo de rescate se acercaban para quitarle las hataduras él pudo sentir vergüenza una vez más. Estaba desnudo, mostrando todo su cuerpo a la plenitud, golpeado, cortado, con cicatrices, lleno de sangre y suciedad. No pudo evitar un quejido de dolor cuando le retiraron los amarres, las sogas tenían espinas que se habían clavado en su piel hacía más de una semana, casi formaban parte de su cuerpo.

— Voy a cubrirte —anunció uno de los detectives, poniendo una cobija sobre sus hombros para tratar de protegerlo del frío y de las miradas—, estás débil, pero estarás bien —le aseguró antes de tomarlo en brazos. Era tan esbelto que ni siquiera implicó esfuerzo.

Hyunjin comenzó a temblar al darse cuenta del dolor que estaba experimentando, pero no podía asegurar que todo era físico. Puerta fuera de la habitación la cabaña estaba siendo examinada de manera sigilosa, algunos detectives recogían muestras, otros tomaban fotografías y el área estaba siendo clausurada. En ese momento no entendía para qué, si de todos modos la humanidad jamás había pasado ni cerca de por allí.

Bajando por los rotos escalones de madera Hyunjin pudo notar que el detective que lo llevaba en brazos comenzó a caminar más despacio cubriendo su rostro con la manta para subir a una ambulancia. Sintió que alguien más ayudaba al detective a acomodarlo en la camilla. El olor de desinfectante y medicamento conseguía una combinación de aromas con los árboles humedos del bosque. Decidió concentrarse únicamente en ello mientras los adultos se encargaban de él, no se atrevía a abrir los ojos, no quería asimilarlo.

— Me duele —murmuró una suave voz a su costado, Hyunjin no pudo evitar encontrar algún atisbo de familiaridad—. Me lastimó mucho... —sollozó, comenzando a temblar, Hyunjin podía percibir el terror en quien se encontraba a su lado en otra camilla—. Él ayudó, pero luego no quiso ayudarlo... Por eso lo golpeó también—en cuanto la voz dijo eso, Hyunjin abrió los ojos, volteando para descubrir al último chico que Cormac había llevado a casa.

Corazón de un cuento roto (Hyunmin )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora