In Abyssum

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(In Abyssum = En el abismo, en latín)

(Por favor, leer la "Nota de Autor" después de leer el capítulo.)
(Este capítulo aborda temas delicados relacionados con la salud mental. Se recomienda discreción al leer.)

7:00 PM
En alguna parte de Ámsterdam

No me encontraba presente en este espacio, pero sí que había alguien a quien conocía de reojo. Él estaba en una habitación con las luces apagadas y solo pasaba una tenue luz a través de las cortinas traslúcidas que tenía en su ventana. Era verano, por lo que las tardes se volvían mucho más largas, y el sol seguía irradiando, aunque a un menor nivel, por supuesto. No obstante, eso no evitaba que aún hiciera calor a esa hora. Eso sí, era un calor mucho más ligero que el de Londres; a pesar de no haber vuelto allí desde hace un año todavía recordaba el delicado rocío que se posaba en mi jardín.

Volvamos a esta habitación: en tres de las cuatro paredes estaban colgados los retratos de la ciudad de Lisboa, la capital portuguesa, seguramente de alguien que no quería olvidar sus orígenes ni de dónde venía. Quizás esta conducta debí de haber adoptado cuando me mudé a Ámsterdam. No sé si hubiese sido más reconfortante o más nostálgico contemplar las fotos de mi tierra natal con solo alzar la mirada, tal vez hubiese sentido un poco de ambas... pero, al fin y al cabo, solo son retratos. Poco o nada podían hacer ante situaciones como la que vivía... o como la que vivía Lawrence.

El labrador negro se encontraba echado en medio de su cama, cerca de él había un ventilador encendido que usaba para refrescarse ante el calor que hacía. Sin embargo, el una hélice doblada hacía que el metal chocara con el borde del protector con cada vuelta que daba: era una especie de tictac chirriante que sonaba sin cesar y angustiaba más al labrador.

Desde hacía horas se encontraba ahí, echado, mirando hacia la ventana y entre sus dos patas sudorosas su celular con el número 112, el número de emergencias de la Unión Europea, en su tablero de llamada. Solo bastaba tocar una vez en el botón de llamar y toda esa verdad que tenía guardada desde hace meses y que no le dejaban dormir sería sabida por las autoridades neerlandesas.

Lawrence (se levanta y se acerca a su mesa de noche): ¿En qué te has metido, Laws? (busca algo en uno de sus cajones).

Él era consciente de las palabras que dijo Gerard. A pesar de no haber participado en ninguna de las actividades que Gerard y DJ hicieron conmigo, Lawrence había aceptado una suma jugosa de dinero. En el mejor de los casos, le revocarían su licencia como enfermero de por vida; en el peor, afrontaría una condena que podría variar entre 6 y 12 años de prisión, según el Código Penal de Países Bajos.

¿Comprenden eso? Era jugarse su futuro por mí, era jugarse por todo lo que había luchado a lo largo de su vida. Era dejar la profesión que soñaba desde que era un cachorro; era dejar esa ilusión de poder concretar algo con la gata tricolor que amaba; era manchar su historial ciudadano de por vida; era ganarse el repudio de todos por haber ocultado la verdad por tanto tiempo.

Ante ojos de la sociedad, aquella misma que es egoísta e indiferente la mayoría del tiempo, no hay puntos grises: solo hay blancos y negros... buenos y malos... víctimas y victimarios... Lawrence la tendría muy difícil ante una sociedad tan simplista y polarizada que solo le gusta criticar y ver lo negativo sin entrar en profundidad. Como dice el refrán: "Después de la guerra todos son generales".

Y todo esto era precisamente lo que Lawrence pensaba y repensaba. ¿Cómo se iba a librar de todo esto? ¿Y si decidía abandonarlo todo y escapar de Ámsterdam? ¿De esa forma se podría salvar el pellejo? ¿O acaso la culpa en su conciencia le ganaría ante ese impulso egoísta? Por ahora, Lawrence apostaba por su indecisión, apostaba por no tomar por ahora una decisión y no sé si era consciente de ello, pero con esa indecisión estaba tomando ya una decisión.

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⏰ Última actualización: Aug 26 ⏰

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