Lawrence

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Hospital
9:00 AM

Mientras estaba disfrutando de la gatuna compañía de Bosnia, ninguna de las dos sabíamos de que había alguien más, cerca, afuera de la habitación y detrás de la puerta, que había oído nuestra plática de pura casualidad.

Era Lawrence, el labrador enfermero y compañero de Bosnia. Él pensaba entrar a la habitación, poder hablar con su compañera y pedirle disculpas por haberla gritado ayer en la noche. Pero la encontró cantándome y, de hecho, no quería interrumpir el dulce canto. Era la primera vez que la oía cantar y al igual que yo se quedó asombrado y maravillado por su increíble voz. 

Lawrence (atrás de la puerta de la habitación): Increíble, no tenía idea que ella podía cantar así (sonrojado y asombrado).

Lawrence estaba tan asombrado y feliz de haber sido uno de los afortunados en oírla cantar, tanta era su gozo que sonrío y decidió no entrar a la habitación. Se comenzó a alejar e ir hacia otra habitación, las disculpas podrían esperar hasta más tarde, y mientras se alejaba comenzaba a dar pasos más artísticos, como si caminara y bailara a la vez y movía su cola rítmicamente a la que hacía en sus patas. No había dudas, estaba feliz y su comportamiento corporal era prueba de ello.

Lawrence (se detiene abruptamente): Espera... ¿Por qué estoy tan eufórico? Le debo una disculpa a Bosnia, mis padres están a punto de ser botados a la calle y yo... ¿En verdad estoy bailando en el trabajo? Acaso... ¡No! ¡Debe de ser una casualidad, no hay razón por alegrarme en momentos así, no hay justificación...! (levanta las orejas). ¿O sí la habrá?

Desde que Lawrence oyó por primera vez cantar a Bosnia se había olvidado de todas las preocupaciones, era algo así cuando un gato me ronroneaba, las preocupaciones se me iban y tenía solo paz. Pero con Lawrence sucedía algo peculiar, a diferencia de solo tener paz mental lo que le ocurría era un enorme sentimiento de acalorada pasión. Más o menos esa misma sensación de la que tuve por DJ hace varios años. Ese sentimiento era amor. ¿Pero a quién? ¿Acaso será por mí? Imposible, debe de ser a otra can... O... A otra hembra... ¡¿Bosnia?!

Lawrence (asombrado): ¡¿Bosnia?! ¡¿Acaso esta sensación que tengo es hacia ella?! (se apega hacia una pared).

La sorpresa fue tan fuerte que se olvidó que estaba en el pasillo del hospital; con incredulidad y temor volteó hacia todas partes para encontrar oyentes de su monólogo. Pero para suerte de él, nadie más estaba en ese pasillo, se había librado de que alguien supiera esa inesperada declaración.

Lawrence (incrédulo): No, no, no, no. No puedo sentir amor del real. Seguramente mi mente está que se pasa de lista por culpa de todo este estrés y me está haciendo alucinar cosas. ¡Qué locura! ¡Un perro y una gata, juntos! (ríe sarcásticamente).

Lawrence trataba de negárselo, trataba de burlarse de sí mismo y ver todo como si fuera un pensamiento aleatorio y provocado casualmente. Pero cuando más trataba de negárselo más se daba cuenta que aquello no era una jugada de su mente sino un sentimiento real de intenso cariño hacia su compañera enfermera.

Por eso es que le dolió tanto haberla llamado la atención el día de ayer, por eso es que le gustaba pasar el rato con ella y con ningún otro personal médico más, por eso es que se alegró a ese nivel por tan solo oírla cantar, por eso es que él en ese momento sentía una flama en su pecho y sudaba como si estuviera en una caja cerrada. Ese sentimiento que tenía por Bosnia era real y se llamaba amor.

Se puso las patas en la cabeza al darse cuenta de la irónica verdad, le era ya inocuo negarse constantemente y solo se rindió, recostó su lomo contra la pared y cerró los ojos.

¿Esto es amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora