Tinto Rojo (3/3)

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Casa de Alex
7:00 PM

Alex me dejó echada en su mueble, con la cabeza de lado para evitar que me ahogue si es que llego a vomitar. Qué vergüenza, tan solo ponerme en el lugar de Alex y saber de todo lo que le hice en ese tarde es para desear que la tierra me tragase.

Alex seguía estupefacto por todo lo que ocurrió, su mente todavía no había digerido todas las palabras y/o acciones que dije e hice. Por más que Alex me había ayudado a solucionar problemas complejos antes ahora mismo no podía unir hilos ni pensar con claridad, es más por toda esta información se sentía mareado, abrumado y con ganas de romper algo producto de la desesperación.

Alex (confundido va al baño a lavarse la cara): ¿Qué está pasando? ¡Esto es tan surreal! ¡¿Cómo puedo estar seguro que esto es la vida física y no un sueño estrambótico?! (se mira al espejo).

¿Qué sigue? ¿Qué debe de hacer Alex si ni siquiera él mismo entiende lo que está pasando? Esto es lo que pasa cuando la mente y el raciocinio choca al oír una verdad de tal grosor el cual no sospechaba en ningún momento.

Alex (nervioso corre por su casa en busca de su celular): Tengo que hablar con alguien, tengo que buscar la manera de que mi cerebro procese bien todo esto antes de cometer algún error.

Y así hizo, mientras que su cabeza no paraba de pensar y pensar buscaba con ahínco su celular para comunicarse con alguien quien le pueda ayudar a entender todo este contratiempo. Finalmente, lo encontró bajo una almohada en su habitación, un piso más arriba de donde yo estaba desmayada.

Alex (marca con velocidad un número): ¡Tim, contesta, rápido, por lo que más quieras!

El celular timbró por un minuto y luego por dos; cada minuto para el escandinavo era una hora y se estaba hiperventilando más y más hasta el punto de lanzar su celular contra la almohada. Alex se estaba desesperando. Él se encontraba ahí, solo, estresado y ansioso en su cuarto desordenado mientras que el celular seguía timbrando.

Alex (con los nervios al máximo): ¡Contesta, por favor, maldición!

Alex simplemente se rindió y cayó rendido en su cama mientras miraba su ventilador rotar y rotar arriba en su techo, jamás se había estado tan pensativo y preocupado desde que se enteró de la muerte de su anterior pareja. Simplemente quedó ahí tendido en la cama mientras lagrimeaba de impotencia y apretaba con sus puños las sábanas que cubrían su colchón. Hasta que...

Tim (viene del celular): ¿Aló?, ¿Alex?

Alex (desesperado se apresura en levantar el celular y accidentalmente activa la cámara): ¡Tim! ¡Tim! ¡Tim!

Tim (con tono alegre): ¡Alex! (su sonrisa se desvanece cuando ve el estado de su hermano). Oh... ¿Qué pasó? ¿Qué ocurre, Alex?

Alex (con un nudo en la garganta aparte la cámara de él, se limpia las lágrimas con la sábana y toma aire): Perdón por la presentación, acaba de pasar algo extremadamente loco.

Tim (preocupado): Te escucho... ¿Qué ocurrió?

Alex le contó la historia de pies a cabeza, incluso mencionó experiencias de otros días para que Tim no se pierda de ningún detalle de cómo soy yo y cómo me llevo con Alex. Durante quince minutos Tim escuchaba todo lo que Alex decía, y él mientras hablaba no paraba de  tartamudear por lo nervioso que estaba, ya que al paso de que le hablaba él hacía este análisis completo para que poco a poco pueda unir los hilos: todo apuntaba a que yo corría peligro y que mi salud mental estaba al borde del colapso.

¿Esto es amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora