7.

1.1K 111 9
                                    


Todos en la mesa se distraen por un momento de la situación que los persigue. Incluída yo. He bebido tanto que perdí la noción del tiempo a partir de la quinta copa. Aunque en mi defensa diré que hacía bastante tiempo que no me lo pasaba tan bien.  Los hermanos no están mucho mejor que yo en cuanto a sobriedad se refiere, salvo Five, que nunca regresó al restaurante. Mientras tanto Luther y Diego canturrean canciones, formando un corrillo entre ellos en lo que Lila y Allyson se burlan de su mala entonación. Klaus y Ben comparten una charla vivida sobre no sé qué de otro Ben. En otro contexto le prestaría más atención a ese detalle, pero ahora mismo no me puede importar menos. Las risas se escapan solas de mi boca cuando Diego trata de llegar a una nota alta y falla estrepitosamente en el intento. Viktor a mi lado sonríe mientras niega con la cabeza.

-Ojalá siempre fuera así- Me dice, arrastrando algunas sílabas.

-¿Así?- Balbuceo echándole una mirada de reojo en lo que continúo viendo como Luther interpreta magistralmente unos agudos.

-Ya sabes... Risas, juegos... Un karaoke desastroso- Sonríe mientras se lleva otro trago a la boca- Como si fuésemos tan solo una familia normal pasándolo bien.

Giro la cabeza drásticamente y perdiendo el control de mis movimientos, me dejo caer sobre su hombro.

-Mi familia tampoco es muy normal que digamos- Mascullo, más ida que presente- Si es que a mi padre y a mi se nos puede llamar familia, claro. Nunca he sentido que me quisiera, siempre he sido más como una carga para él. Seguro que ahora mismo estará furioso conmigo.

Ahogo un sollozo. El rumbo de la conversación está derivando en confesiones y lamentos de los que me voy a arrepentir mañana. Sin embargo, ahora, con este perfecto desconocido a mi lado dispuesto a escucharme, no me parece tan mala idea dejar escapar todo lo que llevo pensando años.

-No puedo volver ahora a casa- Suelto. Lágrimas mojando la manga del contrario, que apoya una mano sobre mi rodilla- Si vuelvo me matará.

Noto su respiración entrecortarse un segundo ante las duras palabras que han escapado de mi boca.

-Seguro que no es para tanto- Trata de consolarme- Pero si quieres, puedes quedarte en la academia.

Su sugerencia por un momento no luce tan mal. Tendré un techo en el que resguardarme. Es mejor que mi idea previa: dormir en algún banco del parque más cercano. Me yergo para mirarlo con una sonrisa melancólica plantada en el rostro.

-Eso podría aceptarlo- Digo mientras caigo hacia atrás sobre el sillón. Por un momento el sueño me invade y me permito cerrar los ojos un segundo para descansar. Pero tan pronto como lo hago comienzo a caer dormida.

-¿Alguna vez te han dicho que tienes los ojos más bonitos que una luna llena?- Es lo último que escucho antes de perder la conciencia del todo.

Frente a mis ojos, mareas de aguas negras empiezan a producir olas de color hasta trazar una imagen concreta. Me hallo en un prado de hierbas verdes y pintorescas flores de diferentes tonalidades de amarillo. Todo irradia un brillo celestial y motitas de estrellas danzan juguetonamente de flor en flor hasta que llegan a mi y comienzan a rodearme. En pocos instantes me veo bañada en polvo de luna. Con la felicidad más grande estancada en mi pecho, doy un paso al frente y bailo dando vueltas por la extensión de campo, que parece no acabarse. Entonces, de repente, una nube grisácea cubre el cielo, produciendo los rayos más aterradores que he visto nunca. Corro asustada, pero no hay donde refugiarse. Conjuntos de hierba y flores comienzan a arder por culpa de la tormenta. En poco tiempo, me veo atrapada entre grandes columnas de llamaradas, sin poder escapar. Noto un latigazo de calor extenderse por mi brazo y profiero un grito de pánico mientras mi cuerpo es consumido por el fuego.

Despierto en una habitación a oscuras que no reconozco como mía. Me siento sobre el colchón, significativamente más mullido que el que tengo en casa y cubierto por una sábana algo polvorienta. Noto el vestido granate del día anterior provocarme un calor sofocante que apenas puedo tolerar, y en un movimiento impulsivo me lo paso por la cabeza y lo dejo tirado a mi lado, quedando en ropa interior. El aire frío recorre mi cuerpo con curiosidad, colándose en todos los recovecos que quiere y me dejo llevar por él. Cuando me recompongo lo suficiente, me pongo en pie para inspeccionar la zona, y a ciegas, comienzo a tantear el terreno. Doy un par de pasos al frente y rápidamente me topo con un armario, que abro de par en par en busca de algo que ponerme. Agarro la primera prenda que toco, encontrándome con una camisa de algodón entre las manos.

Mientras me la pongo, una punzada de dolor me atraviesa la cabeza. Aprieto los ojos con fuerza ante la sensación, y cuando los abro, todo parece tambalearse a mi alrededor.

Se me había olvidado lo mucho que había bebido, y las consecuencias del alcohol se hacen presente cuando salgo hacia un gran pasillo tambaleandome sobre la pared en busca de un vaso de agua o un baño, lo que encuentre antes.

Recorro el largo corredor hasta toparme con una cocina en mal estado. Las encimeras rotas, la vajilla sucia acumulada en el fregadero y los cajones abiertos revelan el poco uso que se le ha dado a la instalación en los últimos años. Con la esperanza de encontrar algo que llevarme a la boca, me introduzco en la habitación, encontrándome en su interior con una sombra negra que me pone el corazón del revés.

-No me libro de tí, por lo que se ve- Sisea la persona a la que enfrento, con una taza en la mano.

-¿Five?- Pregunto, achinando los ojos en un intento en vano por dibujar su figura en la negrura.

-¿Qué haces aquí?-

Escucho cómo sorbe y eso solo me da más sed.

-Estaba buscando un vaso de agua- Respondo, distraída por el sonido.

-No me refería a eso- Deja escapar un suspiro cansado, como si tratar conmigo fuera una tarea desgastante. Sin embargo, algo en él se apiada de mi pobre alma y saca un vaso del cajón para llenarlo de fresca y saciante agua.

-Muchísimas gracias- Digo, dispuesta a agarrar el vaso, pero en cuanto voy a hacerlo alarga el brazo hacia atrás impidiendo que lo haga- ¿Qué?

-¿Qué haces en la academia, Antrim?- Pronuncia con su usual frialdad. Me hallo casi pegada a su pecho en busca de eso que tanto deseo.

-No logro acordarme bien...- Siseo, palpándome las sienes con los dedos- Pero creo recordar que Viktor me dijo que podía quedarme.

Tarda un segundo en determinar si estoy mintiendo o diciendo la verdad, pero finalmente decide lo primero y me tiende el vaso. Lo agarro con desesperación y trago su contenido en apenas dos sorbos.

-¿Y qué haces tú en la cocina?- Pregunto, dejando el recipiente vacío en la encimera.

Me echa una mirada de soslayo. Está de espaldas, depositando su taza en la pila de platos sucios que acapara el fregadero. Se detiene a analizarme un buen rato. Puedo determinar por su expresión facial, que la falta de ropa le descuadra.

-No podía dormir- Se limita a decir, antes de pasar fugazmente por mi lado y desaparecer entre la oscuridad.

DeconstructedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora