9.

1.1K 99 8
                                    

-Perdón... ¿El informe que...?- Diego da un paso al frente personificando la confusión de los demás. Expulso un suspiro largo y sentido, porque de verdad que no estoy de humor para andarme con largas, tediosas e infinitas explicaciones.

-Everett, idiota- Se me adelanta Five, con las manos en los bolsillos, dibujando una mueca de hastío en su rostro- Es el cientifico que explicó la existencia de los mundos paralelos... ¿Se puede saber por qué demonios quieres ese informe?

Ruedo los ojos y me cruzo de brazos.

-Mi padre creía... Cree, que en ese informe se hallaba la respuesta, o al menos, una pista para detener el apocalipsis. Siempre despotricaba sobre cómo una parte secreta nunca salió a la luz y como los federales la ocultaban con celado nerviosismo.

Todos me miran expectantes, obnubilados por la nueva información que les acabo de presentar. Se podría decir que tenemos una misión en conjunto, un objetivo a corto plazo: conseguir esos malditos papeles que mi padre tanto ansiaba y nunca pudo conseguir... Aunque con lo obstinado que es, me pregunto cómo es que nunca se atrevió a robarlos él mismo.

-Yo me encargo de esto- La voz de Five interrumpe mis pensamientos y me sobresalta un poco. Parpadeo un par de veces, con la esperanza de no haber escuchado bien.

Confirmo que de verdad lo ha dicho en serio cuando se da la vuelta y deja a Diego con las quejas en la boca. No tardo en seguirlo a toda prisa en un intento desesperado por que no cometa una temeridad.

-¿Acaso no me has escuchado?- Pregunto al borde de la histeria, este chico me vuelve loca- Todo lo relacionado con ese informe está sumamente protegido, no puedes ir tú solo...

El contrario se da la vuelta súbitamente, dejándome sin margen de reacción. En unos pasos está tan cerca de mí que lo escucho respirar agitadamente y juraría poder contar cada arruga de su ceño fruncido.

-Una intrusa no me va a decir lo que puedo o no puedo hacer- Gruñe, con intención de que recule. Pero no lo hago. Es más, enderezco mis hombros y alzo levemente la cabeza para borrar cualquier signo de cobardía de mi cuerpo

-No actúes como si estuvieras solo en esto, porque lo quieras o no, no lo estás- Escupo, posiblemente con una expresión moldeada por la rabia- Además, tú solo no tienes ningún tipo de oportunidad...

-Mírame- Es lo único que dice antes de desaparecer en frente de mis narices.

"Ni siquiera le he dicho donde es" Refunfuño en mi camino de vuelta al salón, donde todo el mundo me espera expectante.

-Se ha ido- Confirmo mientras me planto al lado de Luther, que me mira con consternación.

-No sé qué le pasa últimamente- Comenta.

-¿Últimamente?- Repone Diego incorporando un deje tosco en la voz- Siempre ha sido un capullo.

Se pasa las manos por los mechones ondulados de su pelo, señal de su notoria molestia. Lila, a su lado, desliza la palma de su mano por su hombro en un intento burdo de calmarlo, que no sirve de absolutamente nada.

-En estos últimos días ese enano está más insoportable de lo normal- Apunta, corroborando sin darse cuenta las palabras que Allison pronunció en nuestra breve charla en el comedor.

-Ya que no tenemos nada más que hacer aquí- Cambia de tema la nombrada- Si me disculpais, me voy a ver a mi hija.

-Vamos contigo- Se suma Lila, incorporando a Diego al plan.

Los tres salen por la puerta sin decir mucho más, ni siquiera formulando una leve despedida. Esto incita a los demás a dispersarse. Luther se excusa diciendo que tiene "trabajo que hacer" (Aunque ya todos sabemos que hace en ese club, y no es precisamente hacer de camarero) y Ben simplemente abandona la sala, agradecido de poder alejarse un rato de su propia familia. Eso nos deja a Klaus, Viktor y a mí, solos en una gran sala mal iluminada completamente en silencio.

-Bienvenida a un día normal en la vida de un Hargreeves- Masculla Viktor en lo que se deja caer sobre el sofá.

-Tenemos una dinámica la mar de sana y familiar- Comenta Klaus sarcásticamente copiando la acción de su hermano- Cada uno hace lo que quiere sin importar las consecuencias ¡Yei!

Me veo plantada en el sitio sin saber muy bien qué hacer. Nada había salido como lo había planeado y eso me exaspera en demasía. Mi padre debe de estar burlándose de mí en algún universo alternativo en el que pueda visualizar mi situación. Finalmente, ocupo el espacio vacío junto a Klaus.

-¿Llevas con ese vestido desde ayer?- Pregunta el mismo, dedicandome una mirada de arriba a abajo.

Me encojo de hombros.

-Que remedio- Respondo, exhalando todo el aire por la boca- En mi huída precipitada no agarré ningún tipo de objeto de necesidad básica...

-Ya te prestaré algo- Ofrece, haciendo un movimiento con la mano como para restarle importancia al asunto- Todo el mundo sabe que en esta familia mi sentido de la moda es el mejor...

De mis labios brota una leve risita que no puedo contener.

Pasan los minutos y mi cabeza dibuja una manera útil con la que matar el tiempo. Me levanto, diciéndole a los hermanos que debo marchar a hacer unos recados que había dejado pendientes, no sin antes hacer una visita al estrafalario armario de Klaus, lleno de prendas bastante... Pintorescas. Al final decido robarle tan solo una camiseta gris y un chándal holgado del mismo color, a lo que responde con una mueca triste, argumentando que tenía más esperanzas puestas en mi gusto por la ropa. Me despido mostrándole una sonrisa cerrada y asegurandole que para la próxima escogeré algo más arriesgado. Con mi bandolera meciéndose a mi costado al ritmo de mi caminar, salgo de la academia con rumbo a la biblioteca más cercana.

Dado que Five ha truncado mi plan de visitar el laboratorio, no encuentro mejor idea que pasar la tarde entre páginas repletas de ecuaciones y formulaciones cuánticas en un intento tormentoso de aclararme las ideas. Pero mi padre es el cientifico, y aunque yo tenga conocimientos básicos sobre física, lo que narran esos libros de carátula cochambrosa me suena a un élfico digno de cualquier obra de Tolkien. Cuando me quiero dar cuenta, la noche ha teñido el cielo de un negro oscuro y la luna desprende cálidos rayos apolíneos. Comprobando la hora y viendo que es muy tarde, estoy apunto de rendirme, pero una cita textual me llama la atención:

"...Muchos principios pueden derivar en bucle cuando se ataña por las ramas y no por la raíz. Cuando se pone a un gato dentro de una caja con un gas tóxico, es imposible dictaminar sin ver, que el gato en el interior de la caja ha sucumbido al valor tóxico del aire o sigue en pie hasta que retiras lo que te impide ver el interior. La raíz"

Atraída por esas palabras, las anoto en mi cuaderno tal cuál están plasmadas en el libro. Sin embargo, ahora que las leo, no les veo tanto sentido como al principio. Igualmente algo en mi interior me grita que es importante, así que termino de escribir la cita para luego colocar el libro de vuelta en su sitio.

El frío de la madrugada me azota cuando salgo de la biblioteca y me adentro en los callejones que he de seguir para llegar a la academia. La luna, aunque tenue, proyecta un brillo cálido que refleja en los edificios antiguos y en la acera pavimentada hasta que llego a la construcción ruinosa que me está dando cobijo. Me introduzco en ella casi tiritando y me acurruco en un sofá mientras leo y releo las anotaciones que viven en mi cuaderno.

Ensimismada y ya al borde de caer dormida, un sonoro estruendo detrás de mí me hace espabilar. Mis ojos, medio achinados por el sueño, se abren de par en par cuando me giro en redondo y contemplo una imagen desoladora que me hiela la sangre.

A pocos metros de mí, Five yace tirado en el suelo con un charco de color carmesí decorando sus alrededores, miles heridas en la cara y su torso traza unas respiraciones lentas y desgarradoras.

DeconstructedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora