14.

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No tenemos que caminar mucho antes de toparnos con nuestro destino. Una fachada blanca con numerosos relieves nos recibe con el nombre: "CIOL Corporation" inscrito en la parte superior. He de decir que el edificio es imponente, casi cubriendo el sol por completo y proyectando una sombra en su lugar. Está pintado de un blanco impoluto y no me pasa desapercibido el hecho de que no tiene ventanas.

—Vale...— Me paro en seco, esperando que los hermanos hagan lo mismo— Quedaos aquí y entrad tras de mí para no levantar sospechas...

—Que conste— Añade Ben mientras pasa por mi lado dándome un empellón en  el hombro— Que como algo salga mal ahí dentro, te mato con mis propias manos.

Lo veo alejarse hasta que se sienta en los escalones de la entrada, pero no deja de mirarme, velando una especie de amenaza. Trago saliva en lo que unos crecientes nervios se apoderan de mí esperando con ansias el momento de comenzar.

Me giro para encarar a todos mis acompañantes, que me conceden un leve asentimiento para indicarme que está todo bien. Viktor, además, me regala una leve sonrisa que me tranquiliza un poco.

—Nos vemos dentro— Me despido sin decir mucho más, ascendiendo por los escalones de concreto y aguardando que la puerta automática me permita el paso.

Una vez dentro, el olor familiar del desinfectante se cuela por mis fosas nasales. Todo a mi alrededor carece de color, el ambiente es pulcro y casi brillante. Me hallo en una gran sala de espera con un mostrador alargado en el medio donde los recepcionistas desempeñan un trabajo lleno de hipocresía. Unos sillones decoran los laterales del lugar, con una pequeña mesita llena de revistas para entretener al populacho y que, seguramente, ni siquiera estarán en fecha. Cerca de esa zona de espera, se traza el marco de una puerta de vidrio translúcido que impide a los ojos curiosos seguir observando.

Doy un par de pasos haciendo acopio de toda la seguridad que puedo fingir y me planto frente al mostrador, donde, para bien o para mal, una cara conocida me saluda.

—¡Pero bueno!— Exclama el hombre que tengo frente a mí, con una voz aguda y chillona que no parece guardar relación alguna con su aspecto físico— Si es la pequeña Antrim Bonneville ¿Cómo está tu padre, querida?

Mis comisuras se elevan de forma robótica al tiempo que dejo descansar los codos sobre la superficie de mármol. Me dispongo a responder cuando el ruido de la puerta me desboca el corazón. Como un escuadrón, oigo los continuados pasos de los hermanos al pisar la sala y dirigirse hacia los sillones más accesibles. Y, por suerte para mí, son los que están más cerca de la puerta.

—Mi padre está bien, Mark, gracias por preguntar— Retomo mi papel de actriz, volcando toda mi atención en el familiar empleado. Se trata de un hombre corpulento, con los brazos velludos y con la cabeza desprovista de pelo. Por esta fisonomía se podría pensar que Mark es una persona bruta y desgarbada, pero sin embargo es tan delicado como su voz delata a las mentes más prejuiciosas— Me preguntaba si podrías servirme de guía por las instalaciones. El periódico local me ha mandado a hacer un reportaje sobre la actualidad del cuadro científico para alentar a la juventud... Ya sabes, lo de siempre.

Se rasca su inexistente pelambrera algo escéptico ante mi petición. Sé de primera mano que estas visitas se avisan con antelación, pero soy la hija de un aclamado colega científico y no es la primera vez que me ve rondando el laboratorio, así que estoy casi segura que no será un problema para él hacer lo que pido.

—Claro...— Termina por decir, rodeando el mostrador y posicionándose a mi lado, donde me toma por la cintura y me guía hacia la puerta. Su libertad al tocarme tan directamente me pone rígida al instante, bastante incómoda, pero trato de disimularlo lo mejor que puedo.

DeconstructedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora