Cambio 1 - Despedida de soltero y guerra de comida.

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Esa noche se suponía que era algo especial, donde cada hombre dejaba su soltería de lado para poder sentar cabeza con la persona que amaba, consagrando sus vidas en sagrado matrimonio. Para Taehyung, ese día no era tan especial, aunque se tratara de su despedida de soltero.

Estaba de malhumor, porque sentía que la música perturbaba sus oídos y taladraba su cabeza. Todos sus empleados se encontraban regados en su enorme casa, creando desastre y eso lo estresaba en sobremanera. En fin, cosas que pasaban cuando eras demasiado perfeccionista.

Se encontraba sentado en uno de los sillones de la casa donde vivía con su padre, mirando agobiado todo a su alrededor. Casi que jala de sus negros cabellos hasta arrancárselos de su cabeza. Odiaba tener que asistir a esta clase de eventos, sobre todo si él era el anfitrión. Ni siquiera su cumpleaños lo celebraba, pero aquí estaba, cumpliendo el capricho de su progenitor.

— ¡Hey, amigo! —se le acercó uno de sus empleados, llegando hacia él y sentándose en el pequeño sillón a su lado. Con su brazo lo rodeó en un gesto amistoso y Taehyung se quedó de brazos cruzados, manteniendo su entrecejo fruncido.

— ¿Estás borracho? —cuestionó Taehyung, percatándose de que su empleado olía ligeramente a alcohol.

—Vamos, Taehyung—habló Choi Minho, con sus mejillas sonrosadas debido a la bebida, tendiéndole un vaso de plástico con cerveza a su mal-humorado jefe—. Debes divertirte, hoy será la última noche que pueda disfrutar antes de casarse.

—Sabes que no me interesan esas cosas—observó el vaso rojo con recelo—. Aleja esa cosa de mí—apartó la bebida con su mano—, ¿Acaso quieres matarme de un ataque cardíaco?

—Vamos, Tae—puchereó—. No morirás por beber una vez en la vida, tu corazón estará bien.

—Eso no es lo que dice mi cardiólogo.

— ¿Por qué tiene que ser tan juicioso? No seas malo jefe, una vez.

Taehyung se cansó de escuchar a Minho balbucear tonterías, así que se levantó, estirando la parte delantera de su saco hacia adelante y retirándose del salón a la terraza. Lo peor es que esa fiesta estaba llevándose a cabo en su casa, así que no podía siquiera retirarse a descansar.

Vaya mierda.

Suspiró cansino, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón de gabardina azul marino, mientras apreciaba la belleza que le regalaba la noche desde su terraza. En ese ángulo podía ver a algunos de sus trabajadores divirtiéndose en el patio de su casa y él no entendía como podían disfrutar este tipo de ambiente.

Se recostó del barandal, meditando sobre el por qué había aceptado la maldita fiesta y recordó lo insistente que había sido su padre al respecto. <<Debes divertirte más>> sugirió su empleado más destacado, Choi Minho, que al parecer, tenía los mismos pensamientos de su padre. Al final terminó aceptando, porque sabía que no lo iban a dejar en paz hasta que lo hiciera.

Llevó una mano hasta su corazón, sintiendo taquicardia de repente y recordó las pastillas que siempre llevaba en el bolsillo de su saco; hombre precavido vale por dos. Suerte que había traído un botellón de agua de la cocina.

Dirigió una a su boca, tragándola con ayuda del agua y era momento de esperar a que hiciera su trabajo. Era raro que un joven de veintiocho años sufriera de una condición cardiovascular, pero era la cruz que le había tocado llevar, todos tenían sus problemas al fin y al cabo, así que no se quejaba de la vida ni nada por el estilo.

— ¿No debería estar adentro disfrutando de su despedida? —se le acercó un muchacho, quedando parado a su lado. El azabache ni siquiera lo volteó a ver.

¿Quién eres? - Kookmin & VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora