Cambio 16 - Celos y regalo

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— ¿Dónde quiere estas, jefe? —me habló Nayeon, mi ayudante, con un arreglo de margaritas en sus manos, mientras me regalaba una radiante sonrisa.

—Colócalas por aquella esquina—señalé el lugar y ella asintió, cumpliendo con el cometido.

Me encontraba en la florería que, con tanto esfuerzo pude levantar. No era la más grande ni la más lujosa, pero no me quejaba, era todo lo que necesitaba. Tenía algunos empleados que me ayudaban como Nayeon y ellos se turnaban en los días de semana. Eran más o menos como cinco personas, pero como el establecimiento era pequeño, no podíamos estar todos juntos.

—Jefe Hoseok—me llamó mi otra empleada de nombre Chaewon, saliendo del estrecho almacén donde guardábamos los pedidos a largo plazo—. La señora Jang está al teléfono pidiendo otro arreglo, dice que el último que hicimos la dejó encantada—explicaba mi compañera mientras recargaba su peso en el marco, donde se suponía iba una puerta que no teníamos. Su teléfono lo estaba aplastando contra su pecho, ya que estaba en línea—. Lo quiere para dentro de una semana—susurró con una mano al lado de su boca, para que no se escuchara su voz en la línea.

—Está bien, termina con la orden—ella afirmó con su cabeza, desapareciendo nuevamente dentro del almacén, para continuar con su trabajo.

Seguí anotando en mi agenda, organizando los materiales que debía solicitar para reabastecernos, porque tenía que llamar hoy a la distribuidora para hacer el pedido y que llegara a tiempo.

—Jefe—me llamó Nayeon nuevamente, mirando por el ventanal.

— ¿Qué sucede? —pregunté sin quitar la vista de mi agenda.

— ¿No es ese su sexy vecino que canta por las noches? —dijo señalando por el ventanal.

Ahora si levanté mi mirada, confirmando que, definitivamente era Jungkook. ¿Qué quería ahora ese tonto? No me sentía preparado para encararlo aún, después de lo que pasó en el aniversario. Aun me avergonzaba lo sucedido, prácticamente le había confesado mis sentimientos, que por tantos años traté de enterrar para que nuestra amistad pudiera seguir como antes.

Aunque nada volvió a ser igual, por lo menos no nos sentíamos incómodos el uno con el otro. Podíamos seguir teniendo esas conversaciones y actuar como si nada. Sin embargo, todo eso se fue por la borda cuando Jungkook me confesó que le gustaba.

Era ilógico, no debería creer en sus palabras después de que, tres años atrás me dejara en claro que no podía verme como algo más que su hermano. No debería ser tan iluso, él probablemente estaba confundido respecto a sus sentimientos y era comprensible, había perdido la memoria y se sentía desorientado.

Trataría de arreglar las cosas para que ambos pudiéramos seguir siendo amigos, no era correcto que siguiéramos en algo que no iba a llegar a nada, porque sabía que cuando Jungkook lograra recuperar sus recuerdos, se daría cuenta por él mismo que esto era un error y no estaba seguro de poder reponerme de eso. Era mejor no salir lastimado, otra vez.

Jungkook entró en la tienda, saludando con la cabeza a Nayeon, quien acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja. Bufé ante eso, ¿Acaso quería llamar su atención? Igual no es algo que me incumba, Jungkook puede salir con quien se le dé la gana. Además, Nayeon es una chica linda y dulce, incluso más que yo.

—Jungkook—saludé, cruzándome de brazos—. ¿No deberías estar en casa?

—Vine a verte—me sonrió. Por favor, no hagas eso, solo lograras hacer esto más difícil para mí.

— ¿En qué puedo servirte? —él rascó su nuca, mirando alrededor de la tienda, para después, terminar con su mirada en mí.

—Me gustaría ayudarte en la tienda—parpadeé ante eso, esperaba cualquier cosa menos que me dijera eso.

¿Quién eres? - Kookmin & VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora