Los días transcurrieron en el palacio con normalidad y el cumpleaños del Príncipe había llegado. Esa noche el cielo estaba más estrellado que de costumbre y el clima era perfecto para una cabalgata por el bosque. Zee hablo con todos, solicitando que le permitieran pasar la última noche junto a su esposo, antes de su partida, durante el día, la pasaron como familia y comieron pastel, ahora el Príncipe sería suyo toda la noche. Fueron a la cabaña donde tenía una sorpresa preparada para él. Lo ayudó a bajar del caballo y vendando sus ojos, cogió su mano entre la suya, guiándolo a la entrada y abrió la puerta, instándolo a caminar con pasos lentos porque no veía nada. Zee quitó la venda de sus ojos y Nunew sonrió complacido por lo que preparo para él.
Desde la puerta había un camino de pétalos de rosas rojas y velas aromáticas a cada lado. Cerca de la chimenea, se encontraban muchos cojines, una bandeja repleta de frutas cortadas y una botella de champagne con dos copas a su lado. Camino sobre los pétalos y Zee lo condujo al centro de sala. Sirvió el champagne en las copas y ofreció una a Nunew.
— Feliz cumpleaños cariño, que este no sea el único Cumpleaño que pasemos juntos. Deseo estar a tu lado siempre — declaró con tono suave, embolsando una fina sonrisa. Brindando con el príncipe por su deseo.
El Príncipe Nunew se quedó mirando su copa triste, porque estaba lastimando a Zee con su decisión de querer irse a Alemania.
— Me estoy comportando como un completo egoísta, te estoy haciendo sufrir, no tienes por qué disimularlo. — a través de sus ojos podía verse dolor y culpa, por hacerlo sufrir. Dejo la copa sobre la bandeja e hizo lo mismo con la de Zee.
Acortó la distancia que los separaba, abrazándolo para consolarlo, derramando lágrimas de sus ojos. Mañana se iría a Alemania y dejaría al amor de su vida atrás. Por su mente paso una idea en ese momento. No podía pedirle a Zee que lo acompañará a Alemania. Él tenía su propia vida y arrastrarlo a su mundo, sería mucho más egoísta de lo que estaba siendo ya.
— No merezco que me ames — sollozo contra su hombro, aferrándose a Zee con fuerza. — Soy una mala persona, por hacerte esto.
Zee no pudo aguantar que salieran las lágrimas que estuvo aguanto por semanas, quería ser fuerte para no derrumbarse allí mismo delante de Nunew. Si tan solo se lo pidiera, dejaría todo atrás e ira con él. Alejo un poco al Príncipe para ver su rostro bañado en lágrimas. Secándolas con un pañuelo que saco de su bolsillo del pantalón.
— Yo nunca dejaré de amarte— Musitó con voz estrangulada, — es tu decisión y tienes mi apoyo incondicional. Yo seré feliz, si tú lo eres. Ya sea a mi lado o lejos de mí. Su alteza.
El príncipe, beso las lágrimas de Zee con ternura, La mirada del mayor recorrió el rostro de Nunew, deteniéndose en sus labios temblorosos, extrañaría besarlos todo los días y escuchar salir de ellos, lo mucho que lo amaba.
— Disfrutemos nuestra última noche juntos, no es como si no nos vamos a volver a ver nunca más. — Tomo una fresa con su mano y la mojo en chocolate. Llevándola a los labios de Nunew, que abrió su boca, disgustándola con un semblante triste.
— Abrázame Zee — rogó dejando la bandeja a un lado, empujando el cuerpo del mayor suavemente sobre los cojines, acurrucándose contra él. — solo quiero quedarme esta noche así contigo, abrazados, escuchando los latidos de tu corazón
Lo abrazo fuerte, besando su frente para confortarlo. Ciertos recuerdos vinieron a su mente que lo hicieron sonreír. Nunca pensó que se lo confesaría, pero debía saberlo.
— Hay algo que quiero confesarte — susurro contra su cabello, inhalando su agradable aroma — El día en que caíste desmayado al estante, fui yo quien te salvo. Le pedí a mi hermano que no te dijera nada, porque en ese momento pensé que te odiaba. También sabía que te escondías detrás de la enorme cortina en el salón de música, escuchándome tocar el piano. De lo que no tenías idea era que tocaba para ti, mi principito hermoso. Te he amado desde que eras un bebé, todo lo que ha pasado me ayudó a comprender, que nunca ame en realidad a Miles, era un sentimiento basado en cariño, Pero no de amor. Tu eres la única persona a la que amo y amare por el resto de mi vida.
Nunca imagino escuchar esa confesión por parte de Zee, toda su niñez y adolescencia, creyó que lo odiaba. Se esforzó para caerle bien, para que lo mirara con un poco de cariño. Cuando toda su vida lo amo. Que tontos habían sido los dos.
Se incorporó un poco y depósito un beso apasionado en los labios de su esposo, deseaba transmitir su amor por medio de él. Que Zee sintiera lo mucho que lo amaba. Lo feliz que lo hacía su confesión, se posicionó encima, sacando la camisa por sus brazos, desabotonando el pantalón de Zee, bajándolo por sus piernas con torpeza.
— Dijiste que solo querías dormir — Murmuro sonriente por lo travieso que era. Cautivado por el cuerpo desnudo de Nunew, que se desprendía de su ropa, frente a él.
— Se lo que dije, Pero cada vez que te tengo cerca, me es imposible no desear que me hagas el amor. — Volvió a subirse a horcadas sobre el cuerpo de Zee y este aprovecho para sacar un pequeño estuche debajo uno de los cojines.
Lo abrió y sacó una fina cadena adornada con un Saturno. Lo puso alrededor del cuello de su amado, sonriendo por lo bien que se veía en él. Semanas atrás, lo compro para dárselo ese día de su Cumpleaño.
— Simboliza el amor leal e inquebrantable. Para que las parejas nunca se separen y permanezcan unidas para siempre. — Recito acariciando el Saturno sobre el pecho del Príncipe — Te amo y nunca me cansaré de repetirlo una y otra vez.
A la mañana siguiente, la familia real se dolió muchísimo por la partida del Príncipe Nunew, no sería un adiós, si no, un hasta luego. La reina Wattana se encerró en su habitación, llorando desconsolada por la despedida de su único hijo. Zee lo acompaño hasta el aeropuerto. La noche anterior, insistió a Nunew que llevará consigo a uno de sus guardaespaldas para sentirse más tranquilo. Las despedidas siempre eran difíciles y más cuando se trataba de la persona que amas. Se besaron una y otra vez, sin querer separar sus labios. Nunew dio el último abrazo a Zee y soltó una lágrima que no pudo evitar. Hasta el último momento anhelo que le pidiera que viajara con él, pese a que no lo hizo, beso su mejilla y se alejó para que subiera al avión. Las personas los fotografiaban observando su despedida. Kai escoltó al Príncipe por su seguridad y Zee lo perdió de vista. Tal vez era una prueba del destino, a ver si su amor era tan grande como aseguraban. Extrañaría mucho su pequeño cuerpo pegado al suyo cuando despertaba por las mañanas. Pero fue su decisión y debía respetarla.
— Es hora de irnos Capitán Zee Pruk— dijo su guardaespaldas, ya que se hallaban en un lugar público. — Con todo respeto señor, Kai lo cuidara muy bien, su alteza estará a salvo.
— Lo sé, por eso quise que lo acompañará. El Príncipe puede ser testarudo a veces y meterse en problemas. Con Kai a su lado, estaré tranquilo de su seguridad.
Se encaminaron a la salida cuando Zee detuvo sus largas piernas, frente al ventanal del aeropuerto y observo como el avión despegaba. Tendría que ser fuerte para no correr a Alemania cada vez que lo extrañará. Dejaría que el tiempo decidiera a dónde iría su matrimonio y que tan fuerte era el amor que sentian el uno por el otro.
Nota
Solo falta el Epilogo para que la historia quede concluida.
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El Capitán Del Principe
FanfictionVitalia de Kereta era un país donde la monarquía era híbrida bajo un sistema democrático y de soberanía que estába en manos del pueblo. El capitán Panich y futuro rey de Vitalia era conocido por ser un hombre admirable en todo los sentidos de la p...